Viva de largo con una dieta rica en grasas
¿Se imagina añadir a su menú una porción considerable de grasa natural y aún así mantenerse sano? De eso se trata la dieta cetogénica, una alternativa que reduce el consumo de carbrohidratos (azúcar de mesa, dulces, harinas, bebidas azucaradas, jarabes, frutas) con la finalidad de “disminuir el apetito, aumentar la esperanza de vida y evitar el deterioro cognitivo”.
Mauricio Ortega, experto en Nutrición y hábitos alimenticios saludables, señala que este tipo de menús brinda algunos beneficios y permite “que los pacientes envejezcan de mejor manera”.
Este régimen cetogénico se basa en el consumo de coco, almendra, huevo, pescados, pistacho, aguacate, avellana, leche y queso. “Estos alimentos grasos contienen DHA (ácido graso esencial poliinsaturado de la serie Omega 3) que ayudan a transmitir información al sistema nervioso”, explicó.
Las órdenes que se traspasan de neurona a neurona fortalecen la memoria, la planificación, la organización y el manejo de una rutina. “Es así como esta dieta reduce el riego de padecer Alzheimer o demencia”, refiere la neuróloga Diana Fajardo.
Si bien estos trastornos, muchas veces, son genéticos y degenerativos en las células nerviosas del cerebro, hay formas de disminuir el riego de padecerlos. “Hay que mantener buenos hábitos, consumir alimentos antioxidantes y realizar ejercicios mentales para despertar las destrezas cerebrales”, añadió.
Producción de energía
Erika Escobar, médica familiar, señaló que no importa la edad para establecer una alimentación adecuada. “Si bien los trastornos cognitivos surgen en la adultez, siempre es bueno prevenir”.
Ella considera que el régimen cetogénico produce entre un 85 % y un 90 % de calorías con el consumo de grasas buenas. “La idea es que el cuerpo deje de producir energía con la glucosa de los carbohidratos y lo haga con la grasa buena”, precisó la experta.
Pese a los beneficios de esta dieta es importante recurrir a una consulta médica que confirme si este sistema se adapta a su organismo, edad y tipo de vida.
“Es un forma distinta de alimentarse, pero requiere vigilancia. Si no se hace de forma correcta, en los niños podría producir retraso del crecimiento por un déficit de proteínas, náusea, vómito o estreñimiento”, concluyó.
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