Buscar ser bellos sin prevención puede terminar en un desastre en Ecuador

Se dice que los humanos somos vanidosos por naturaleza, y tal vez sea cierto, por eso algunas personas son capaces de probar cualquier tratamiento de belleza que prometa ‘quitarle’ unos años y mejorar su aspecto.

No es cuestionable que se disfrute de masajes faciales o de un tratamiento de ultrasonido para bajar aquella grasa focalizada, pero cuando se antepone la belleza a la salud puede haber un problema grave.

Actualmente en Ecuador proliferan las ofertas de tratamientos y productos de belleza mínimamente invasivos y no invasivos. La mayoría de estos anuncios circulan en páginas web y redes sociales. Algunos prometen a sus potenciales clientes resultados milagrosos a corto plazo y, sobre todo, a precios ‘módicos’.

El primer problema es no analizar si un tratamiento para mejorar el aspecto físico puede causar efectos secundarios.

Le ocurrió a Luisa (42 años), empleada de una fábrica de acero, quien vive en el sur de Guayaquil. Ella asegura tener miedo a envejecer, por lo que destina un porcentaje de su sueldo para métodos de belleza, faciales especialmente.

La mujer sostiene que hace cinco meses una de sus amigas le comentó sobre un tratamiento con electricidad que ofertaban en un gabinete del barrio.

“Se trataba de dar toques eléctricos a través de una aguja. La señora del salón me aseguró que era una técnica española de depilación definitiva. No dudé y pagué $ 25”.

El tratamiento que Luisa describe se conoce como depilación eléctrica que, aplicado por profesionales y los equipos adecuados, quita el vello de la cara. Sin embargo, cuando la inserción de la aguja no es la correcta, pueden aparecer ampollas, además de causar cicatrices si se utiliza una corriente excesivamente alta.

“Me llevó a un cuarto que tenía atrás del gabinete. Allí tenía una máquina. Me insertó una aguja, pero sentí la corriente muy fuerte y salté de la silla. Ella se disculpó y reguló la intensidad. Al otro día tenía una mancha en la cara y dolor, tuve que ir al médico”, dice Luisa.

En cambio, Claudia, de 35 años, compró, por Instagram, un “combo” de cremas que ‘rejuvenecerían’ su piel, pero el efecto fue contrario.

“Eran tres tipos de cremas naturales, dos para el día y otra para la noche. Luego de dos días mi piel se puso roja, me ardía y picaba. Las dejé de usar, reclamé en redes, pero no tuve respuesta. Perdí $ 50”, lamenta.

Luisa y Claudia no denunciaron sus casos ante las autoridades correspondientes. Ellas coinciden en que, por sus trabajos, no tienen tiempo para iniciar trámites legales.

La Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa) es la encargada de inspeccionar los tratamientos y productos de belleza no invasivos que se expenden en spas y centros de belleza legalmente registrados.

Leyla Véliz, técnica de Arcsa, afirma que tienen un sistema de alertas para que la ciudadanía se entere de los productos que presentan irregularidades.

Es importante que se denuncie, que la gente verifique el registro sanitario de los productos. En nuestra web están las alertas”, sostiene.

Una de estas advertencias fue la recomendación de no consumir, comprar ni comercializar los productos Ginseng koreano y Collagen hidrolizado, este último para supuestamente estimular la producción de colágeno, por no poseer registro sanitario. Las cápsulas se ofertaban principalmente en buses que viajan desde Catamayo hasta Loja, el mes pasado.

Estos elaborados ya se consideran medicamentos y tienen otra regulación. En el caso de cosméticos, Véliz indica que los requisitos para registrar cosméticos en Arcsa son múltiples: “Tienen que presentar la descripción de la fórmula, los ingredientes que utilizarán, las especificaciones organolépticas, fisicoquímicas o microbiológicas, justificación de bondades. Con eso garantizamos la salud de los usuarios”.

En tanto, la Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess) es la institución encargada de vigilar a los establecimientos de salud que realicen tratamientos invasivos con fines estéticos.

Según Magda Saltos, coordinadora general técnica de la Acess, los ciudadanos antes de someterse a un tratamiento deben verificar las condiciones de los lugares a los que acuden: “Deben tener permiso de funcionamiento vigente, cumplir con parámetros de infraestructura, talento humano”.

La funcionaria señala que los procedimientos estéticos invasivos solo pueden realizarlos profesionales con título de cuarto nivel legalmente registrados en la Senescyt.

La preparación del personal que aplica tratamientos de belleza, invasivos o no, es crucial para evitar cualquier contratiempo, afirma el médico dermatólogo Howard Romo.

El galeno comenta que son múltiples los casos que llegan a su consultorio con quemaduras en la piel por la aplicación de cremas o sustancias químicas.

“Los usuarios por vanidad o deseo de verse bien buscan ofertas y muchas veces no verifican que aquella persona que oferta los servicios de láser, ultrasonido, etc., sea un médico. Los cirujanos plásticos, los médicos dermatólogos estudiamos hasta diez años”, afirma.

Romo dice que no se trata de menospreciar el trabajo de cosmetólogas, que por lo regular estudian dos años, pero que deben trabajar con doctores.

“En redes sociales se venden los llamados combos a precios bajos en los cuales se ofrece la aplicación de cremas, varias sustancias y servicios, pero los resultados muchas veces no son los que desea el paciente y se puede hacer daño”, dice.

Otro de los productos que fue observado por Arcsa. Son gotas que se venden en intenet para la calvicie.

Antes de someterse a cualquier tratamiento no invasivo es necesario que se levante una ficha médica para conocer si el paciente sufre de alguna patología, afirma la dermatóloga Carla García.

Hay que saber si sufre colagenopatías tipo lupus, si hay antecedentes de cáncer, problemas sanguíneos. Todo esto no lo va a manejar una persona que no sea un médico. Si no se tiene conocimiento se pueden provocar quemaduras, manchas, eritemas. En el caso de cremas, hay que verificar si tiene registro sanitario”, señala Romo.

Los métodos y productos que se expenden en los salones de belleza, spas, gabinetes, redes sociales y páginas web “no son sencillos de controlar”, es por eso que las autoridades y especialistas piden a la ciudadanía desconfíe y, de ser el caso, denuncie sin temorestt. (I)