Rodrigo Duterte, el controvertido nuevo presidente de Filipinas
Rodrigo Duterte, el controvertido presidente de Filipinas
Rodrigo Duterte, el controvertido nuevo presidente de Filipinas. Duterte ganó con un amplio margen las elecciones del 9 de mayo pasado. Miembro de uno de los clanes políticos que gobiernan el archipiélago y nacido en la provincia de Leyte en 1945, Duterte es licenciado en Derecho y Ciencias Políticas a pesar de que fue expulsado de dos colegios por mala conducta.
Recorrió durante una década distintos puestos en el consistorio de la ciudad de Davao, en la sureña isla de Mindanao, hasta que en 1988 accedió a la alcaldía. Afamado por su carácter fuerte y directo, sirvió como regidor en Davao durante 22 años en distintos periodos de tiempo debido a la limitación legal de no poder ocupar el cargo más de tres mandatos consecutivos.
Entre los méritos que se le atribuyen como alcalde de una ciudad de 1,4 millones de habitantes destacan la notable reducción del crimen y el reconocimiento de los derechos de la minoría indígena lumad y la comunidad musulmana, un modelo de representación que luego copiaron otras poblaciones de Filipinas.
El principal objetivo de este método, asegura el presidente electo, es acabar con la delincuencia y los estupefacientes en Filipinas en un plazo de seis meses, la promesa sobre la que basó su campaña electoral.
Para cumplir con su palabra, Duterte ha llamado varias veces a policías, militares e incluso civiles a que maten a cualquiera que cometa un crimen relacionado con las drogas, y ha llegado a ofrecer cuantiosas recompensas por los capos del narcotráfico.
«Los mataré. Si destruyen a la juventud del país los mataré», prometió en el mensaje con el que celebró la victoria electoral frente a unas 600.000 personas, antes de ofrecer 5 millones de pesos (más de 100.000 dólares) por cada capo del narcotráfico.
El nuevo jefe de Estado es además un férreo defensor de reimplantar la pena de muerte, abolida en 2006. El argumento de Duterte, que pretende castigar con la horca a los asesinos, delincuentes relacionados con las drogas y violadores, es que esta es otra de las formas de conseguir una reducción drástica del crimen.
Asimismo, ha justificado el asesinato de periodistas en Filipinas con el argumento de que «muchos de ellos son corruptos».
Después de estas declaraciones, recibió una lluvia de críticas de varios grupos de defensa de los derechos humanos y de organismos internacionales, entre ellos la ONU, que le instó a terminar «de inmediato» con los discursos que instigan a la violencia. «Vayan a casa a dormir un poco. Están estresados y parece que están hechos polvo», les contestó Duterte.