Resumen de A la Costa de Luis A. Martínez
Resumen de A la Costa de Luis A. Martínez. Resumen del libro ecuatoriano A la Costa, de Luis A. Martínez escrita en 1904. Argumento, personajes, resumen y descarga del libro en PDF. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace.
Video Informativo
Índice
- Autor del libro A la Costa
- Argumento sobre el libro A la Costa
- Personajes del libro A la Costa
- Resumen corto
- Descargar Libro completo en PDF.
Luis Alfredo Martínez Holguín (autor del libro): Resumen A la Costa
Nació en Ambato el 23 de junio de 1869. Estudió la primaria en Quito, y un año en el Colegio “San Gabriel”, regreso a su lugar natal. Gustaba del andinismo, la pintura y la escritura. Asimismo se casó con una hija de Juan León Mera, doña Rosario Mera Iturralde. En 1895 luchó por la causa liberal, y en 1898 y 1899 asistió al congreso como diputado de su provincia. También desempeñó el cargo de administrador del ingenio azucarero Valdez, aquí conoció el temperamento del trabajador costeño. Asimismo enferma de polineuritis malaria que lo tuvo al borde de la muerte.
Con él empieza el realismo narrativo ecuatoriano. Triunfante en 1895 la Revolución Liberal, Martínez, como buen artista, percibió el subyacente personaje-tipo de la historia y la literatura de nuestro país, en una novela (A la Costa) que, si no es de las mejores del género, ni por el estilo ni por la destreza lingüística, descubre la fisonomía social mestiza del ecuatoriano.
Muere en Ambato el 26 de noviembre de 1909, mientras se desempeñaba nuevamente como diputado de su provincia.
Argumento sobre el libro A la Costa: Resumen
Esta novela de fuerte contenido social, narra la historia ubicada a finales del siglo XIX, cuando los «montoneros» estaban en lucha permanente con los gobiernos conservadores de la época, en la ciudad de Quito, Luciano de ideas liberales y Salvador proveniente de una familia católica se conocen en la universidad y se convierten en entrañables amigos, a pesar de pertenecer a diferentes ideologías.
Personajes del libro A la Costa
Principales:
- Salvador Ramírez: joven estudiante quiteño hijo de un abogado de clase media
- Luciano Pérez: hijo de un terrateniente serrano
- Mariana Ramírez
- Beata Rosaura Valle
- Camila: esposa fanática
Secundarios:
- Doña Camila.
- Don Jacinto.
- Padre Justiniano.
- Don Roberto.
- Consuelo.
- Señor Velásquez.
- Fajardo.
Resumen corto
Don Jacinto Ramírez y Doña Camila eran padres de Salvador, de carácter manso y pasivo, su hermana Mariana era el reverso de su hermano ambos criado con la moral católica.
La amiga más íntima de doña Camila era doña Rosaura Valle, vieja solterona, una figura repulsiva en la que sin dificultad se adivinaba la enemiga acérrima de la belleza, de la alegría y de la juventud, acabada por los malos tratos de la vida.
Salvador ya en la universidad conoce a Luciano Pérez con quien hizo la primera y única amistad de su vida. Luciano pronto en su corazón joven sintió el nacimiento de una verdadera pasión por Mariana el instinto le advirtió que Mariana también lo amaba, ambos estaban persuadidos de su mutuo cariño y con todo, nunca pudieron tener una conversación a solas en la que pudieran decirse lo que ambos sentían, eran amantes vergonzosos. Así estaban las cosas cuando la beata hizo la denuncia de las pretensiones de Luciano hacia Mariana
Mariana reconoció estar enamorada del joven Luciano, y enfrentó a su madre; Doña Camila muy rabiosa prohibió a su hija volver a hablar con Luciano e igual hizo con su hijo Salvador obligándole al joven romper la amistad. Pero sin embargo Mariana y Luciano en un encuentro clandestino, venciendo todos los obstáculos que les ponía esa sociedad cruel, se entregaron ese amor infinito, fugaz, inmortal.
Un día el doctor Ramírez regresó de la hacienda de Guayllabamba, y sintiéndose repentinamente enfermo muere. Dejándola a doña Camila y a sus dos hijos en orfandad
Mariana lloraba desconsolada en su cuarto, por la muerte de su padre y también porque se sentía impura, manchada, era una de tantas sacerdotisas del amor prohibido, sin hogar, sin virginidad.
Rosaura iba de tarde en tarde a tratar de convencer a Doña Camila para que obligue a su hija Mariana a dedicarse completamente a los asuntos de la iglesia. Poco a poco la muchacha se creó una gran ilusión con el padre Justiniano.
La beata y en complicidad con el cura Justiniano, llevó a Mariana a una solitaria casa, adecuada para albergar borrachos, rateros y prostitutas. Mariana sudando de angustia y vergüenza inexplicable, atravesó los sucios patios y entró al cuarto. Allí estaba esperándola, sentado en un sillón el padre Justiniano. La beata encontró algún pretexto los dejó solos y cerró la puerta por fuera con llave; dejando al cura realizar sus más bajos instintos de lujuria.
Años después Salvador y Luciano se reencuentran, teniendo este una gran curiosidad por su amada Mariana; Salvador le cuenta que Mariana se había convertido en una pérdida y lo peor; corrompida por un fraile que tenía de santo y que andaba por las calles sucia llevando en sus brazos a un niño, hijo del fraile infame.
Pero el reencuentro dura muy poco porque Luciano debía viajar a Europa y Salvador debía refundirse en una hacienda donde consigue trabajo. Ahí se gana la confianza de don Roberto, el amor de su hija Consuelo y el odio de Fajardo que pretendía desde hace mucho tiempo a la joven. Pasado el invierno llegó el dueño de la hacienda, el señor Velásquez, se enteró de todas la maldades que hacia Fajardo a Salvador, y enterándose del romance ayuda a los jóvenes para unirse en matrimonio. Siete mese habían pasado todo era dicha y felicidad, Salvador no se había sentido más feliz en su vida y a hora tendría otra dicha, pronto iba a ser padre, pues Consuelo le había confesado que llevaba en su vientre el fruto de su amor.
Pero una mañana de febrero, Salvador le cuenta a Consuelo que estaba enfermo, acostado en una cama poco a poco fue agravando. Consuelo, amor mío, decía Salvador, perdóname si te hago sufrir, pero debo decirte que muero. De la ventana se divisaba el ancho Guayas, y el majestuoso Chimborazo, eran las cuatro de la tarde cuando abrió la puerta un hombre alto, musculoso y bien vestido, era su amigo Luciano.
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