Renault Scenic

Renault Scenic análisis review con características precio y especificaciones

Si hablamos de marcas generalistas y del mercado español, pocas marcas han calado tanto en nuestro país como Renault. La compañía francesa ha llenado nuestras calles de modelos que está renovando por completo (Scenic, Espace) o recuperando (Renault 5, Renault 4) en un momento crucial para la compañía. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página para poder ayudarte. También puedes participar en el WhatsApp Ecuador.

El escenario europeo es complicado. En 2025 se aplicarán nuevos límites de emisiones que castigan (y mucho) a los vehículos más pequeños que no estén electrificados. En 2035, de momento, la idea es acabar con los motores de combustión que no sean neutros en carbono.

Ante esta disyuntiva, algunas marcas han optado por lanzarse a los brazos del coche eléctrico y, probablemente, tratar de correr antes de andar. En la fotografía general, la estrategia de Renault es más conservadora, sin cerrar puertas a ninguna compañía, pero es ambiciosa en el eléctrico. El Renault Scenic es el ejemplo de que van por el buen camino.

Ficha técnica del Renault Scenic

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Un producto con muy pocas pegas

Si por algo ha destacado el Renault Scenic ha sido por su fórmula de familiar espacioso, amplio y con huecos por todas partes. Aquel vehículo nacido a rebufo del Renault Mégane como una opción para llevar a toda la casa en el interior con un tamaño todavía contenido no ha abandonado al coche, pese a cambiar radicalmente su carrocería. Cambiar el envoltorio para mantener intacto el producto.

Apuesta Renault por un detalle que no es menor: no identificar al Scenic como un coche eléctrico. En los últimos años hemos visto cómo las marcas apostaban por una clara diferenciación entre su gama de combustión y la eléctrica (mucho más arriesgada). Se trataba de gritar que estábamos ante un coche eléctrico.

Poco a poco, los fabricantes están suavizando esta estrategia y van asemejando ambos productos. Audi es un buen ejemplo de cómo ha mantenido una misma línea de diseño en sus eléctricos, sin necesidad de artefactos extraños. Lo mismo sucede con el Scenic cuyas señas de identidad llegan por la pura funcionalidad, como las manetas enrasadas o llantas muy tapadas. Tampoco se ha optado por una calandra delantera completamente cerrada.

El lenguaje de diseño repite las formas angulosas que estamos viendo en los últimos modelos de la compañía como el Renault Espace o el Rafale y le dan una mayor presencia y empaque a un coche que se queda en los 4,47 metros, por lo que parece más grande de lo que en realidad es.

 

Tecnologías multimedia: la apuesta por Google es ir sobre seguro

Esa sensación de familiaridad que desprende el coche por fuera se repite en su interior. En el asiento del conductor todo parece quedar a mano y todas las funciones que podríamos necesitar las tenemos al alcance de la misma. A todo esto lo acompañan unas calidades buenas, con buenos ajustes y acolchados allí donde se le piden.

En mi opinión, sí es necesaria una redistribución de los mandos detrás del volante o un rediseño. Es algo, sin embargo, por lo que lleva años apostando Renault y tampoco he leído demasiadas quejas al respecto. Con todo, a los clásicos mandos de luces y limpiaparabrisas hay que sumar la palanca de la transmisión, un mando para el control del sistema multimedia y unas pequeñas levas.

El entorno en la mano derecha queda algo emborronado y en alguna ocasión he tocado la palanca del limpiaparabrisas al querer maniobrar con rapidez. Supongo que es algo que la memoria muscular eliminaría con el paso del tiempo pero considero que sigue siendo algo un poco incómodo.

Con todo, se agradece que todos los mandos necesarios durante la conducción los tengamos a mano. Si queremos tocar la climatización, ahí están los mandos físicos. Si queremos subir el volumen o cambiar de canción, ahí están los mandos físicos. Si queremos desactivar las alertas por velocidad, ahí están los mandos físicos.

Si queremos jugar con el control de crucero u otras ayudas ADAS, hay un botón físico en el volante aunque, en este caso, el tacto no es tan bueno como en el resto de mandos, al ser una sola pieza de plástico para todas las opciones. Pese a ello, el pequeño borde que segmenta las opciones facilita encontrar una u otra ayuda sin distracciones.

Tras el volante tenemos una doble pantalla en L, con un cuadro de instrumentos de 12,3 pulgadas (1920 x 720 píxeles) y una central de 12 pulgadas, en formato vertical (1250 x 1562 píxeles). Ambas se ven realmente bien y en el cuadro de instrumentos se ha hecho un trabajo de diseño exquisito en lo formal. Sólo creo que, en algunas pantallas, se peca un poco de exceso de información pero creo que todo el mundo encontrará aquella con la que se sienta cómodo.

El cuadro de instrumentos deja a la derecha la pantalla principal donde Android Automotive hace acto de presencia para lo bueno y para algunos pequeños detalles que generan alguna fricción.

Si hablamos de facilidad de uso, aquí Android Automotive sigue siendo el sistema multimedia más interesante. Los hay más completos y bonitos pero si se trata de tener a mano lo más básico y simple, el trabajo de Google es mejor que el de cualquiera de sus rivales.

Tenemos una ventana a modo de home con el navegador, la radio (o la reproducción del teléfono móvil) y el asistente de Google a mano. Estas dos últimas opciones se pueden esconder en una pequeña tira. En la zona inferior, la información sobre el climatizador.

En su parte superior tenemos otras cuatro pestañas. La primera es un acceso rápido al multimedia, la segunda es el acceso al listado de llamadas del teléfono y la agenda, la tercera es un cajón de aplicaciones y la cuarta da paso a todas las opciones de configuración del coche, así como los ajustes de los sistemas ADAS de ayuda a la conducción.

Decimos que delegar el diseño del sistema multimedia a Google es jugar sobre seguro porque Renault habrá dedicado muy poco tiempo, dinero y recursos a este aspecto y, al mismo tiempo, el resultado es realmente bueno para el conductor. Si tienes iPhone, es posible utilizar Apple CarPlay pero yo no lo he echado de menos porque la conexión con el teléfono móvil es muy rápida por lo que tenemos a mano siempre la música o nuestro podcast favorito. También las llamadas que tengamos que hacer.

La parte negativa es que arrastras algunos problemas que se repiten en los coches con los que se comparten los servicios de Google. De la predicción de la autonomía y de los puntos de carga disponibles hablaremos más adelante. Esta vez nos vamos a centrar en el asistente de voz.

En líneas generales, el asistente de voz hace su trabajo y es bastante útil para según qué órdenes. Sin embargo, muchas veces hace oídos sordos a nuestro «Ok, Google». Especialmente cuando estamos reproduciendo algo por los altavoces. En algunas ocasiones he tenido que gritarle al coche.

Y lo segundo es que Google debe encontrar la manera de que entienda mejor las órdenes que le damos. No puede ser que a un «baja un poco el volumen» nos responda que tenemos que precisar el porcentaje de volumen que queremos. Con todo, el sistema funciona especialmente bien cuando le ordenamos que nos lleve a un lugar concreto y se beneficia de sus datos de tráfico en tiempo real, lo que siempre es de agradecer en una hora punta.

 

Tecnologías de conducción: pidiendo algo más que carretera

Si algo queda claro cuando te subes al coche es que Renault no quiere que tengas la más mínima fricción con el Scenic. Se trata de hacer de este coche eléctrico un vehículo sencillo, como lo has llevado toda la vida pero con las ventajas propias de esta tecnología.

¿Cuáles son esas ventajas? Un confort de marcha realmente bueno. El aislamiento está muy bien conseguido y hasta pasados los 120 km/h no se nota el ruido aerodinámico. A partir de ahí, es más evidente pero no es ni mucho menos molesto. Es un coche silencioso, de esos eléctricos que cuando vuelves a un vehículo de combustión parece que has dado un salto al pasado.

En marcha, el coche va muy asentado y la suspensión es cómoda, aunque sin rechazar un punto dinámico que se ha dejado ver en los últimos coches de la firma del rombo. De hecho, la suspensión es un poco más dura que en sus rivales, lo que contiene bien las masas cuando salimos fuera de la autopista.

En una carretera secundaria, si enlazamos virajes con tranquilidad, el coche se comporta dócil y, de nuevo, prima la facilidad de uso. Pero cuando entramos con más fuerza, el coche no pierde la compostura y sostiene bien el desplazamiento de las masas de un lado a otro.  Es con la dirección con lo que tengo más problemas.

Configurada por defecto, la noto excesivamente blanda, hasta el punto que la siento artificial y no termino de ser todo lo preciso que debería con ella. En ciudad, el coche podría llevarse casi con un dedo, lo que puede gustar a según qué conductores. En mi caso, prefiero un tacto más duro y directo.

Lo bueno es que esto sí se puede configurar. En el modo Sport, el peso en el aro del volante es más evidente y, de hecho, creo que es el tacto que debería llevar el coche de serie. Este modo se puede configurar en un perfil propio y, por tanto, podemos utilizar la dirección configurada con el modo Sport y la entrega de potencia en el modo ECO, por ejemplo. Es, por tanto, un problema menor que se repite (y tiene la misma solución) con el pedal del freno.

Las levas tras el volante nos ayudan a gestionar la frenada regenerativa. Hay cuatro niveles que llevan a eliminar cualquier tipo de frenada en autopista y a priorizar la máxima retención en ciudad. En este último caso, la frenada se deja sentir pero tampoco clava el vehículo, por lo que funciona realmente bien. Echo de menos un sistema de one pedal para rematar la experiencia.

Ya en carretera, el coche se comporta de forma exquisita. La entrega de potencia del motor eléctrico está muy bien gestionada. Tenemos en el pie 160 kW (220 CV) que son más que suficientes para movernos con solvencia en todo tipo de situaciones y a menos que se busque con intención (modo Sport mediante) no encontraremos el golpe de inmediatez eléctrica que podemos encontrarnos en otros vehículos con esta tecnología.

En cuanto a los sistemas ADAS de ayuda a la conducción, la unidad probada contaba con todas las obligaciones de la Unión Europea, a las que se añaden (entre otros) el mantenimiento en el centro del carril o el control de crucero adaptativo.

Este último me ha funcionado correctamente en líneas generales. Las aceleraciones y las frenadas han sido suaves y no se ha dejado engañar por los camiones, que suelen provocar frenadas fantasma cuando el carril es más estrecho. Sin embargo, la detección del carril no siempre me ha funcionado correctamente y en algunos momentos ha tardado más en fijar la línea exterior de lo que sería deseable. Una vez en el centro, no hemos tenido mayores problemas a la hora de pasar las curvas sin movimientos extraños.

Punto a destacar el botón para activar o desactivar la alerta de exceso de velocidad obligatoria por la Unión Europea. Éste es físico y no sólo activa o desactiva las alertas sonoras, al pulsarlo se activa un perfil individualizado que actúa sobre la alerta de exceso de velocidad pero también sobre el mantenimiento de carril o la vibración del volante como alerta de salida del mismo, por poner un par de ejemplos.

 

Tecnologías de carga: convenciendo a los escépticos

Si algo hace bien el Renault Scenic es su faceta de mesías. Cuando hablamos con las marcas nos repiten una y otra vez que para vender un eléctrico suele ser imprescindible subirlo al coche. Estoy convencido de que la mayoría de conductores escépticos que convivieran con este coche durante una semana estarían dispuestos a comprarse un eléctrico.

El Renault Scenic monta dos tamaños de batería. En este caso hemos contado con la opción de gran autonomía que llega con una cantidad de kilómetros debajo del brazo que borra de inmediato las posibles dudas. Incluso la pequeña (60 kWh) puede ser realmente interesante si se sopesa bien qué se está comprando.

Como decíamos, nosotros hemos probado la batería de 82 kWh que homologa 627 kilómetros de autonomía. En nuestras pruebas de unos 500 kilómetros de autopista hemos recogido un consumo de 20,1 kWh/100 km a 120 km/h de velocidad de crucero en nuestro recorrido habitual.

Esto deja al Renault Scenic con la capacidad de realizar 400 kilómetros de carretera sin despeinarse. Una cifra más que solvente y que debería ser suficiente en la mayoría de los casos. Especialmente si tenemos en cuenta que la carga alcanza picos de 150 kW. Se puede pasar del 15 al 80% de la carga en 37 minutos, lo que permite recorrer unos 350 kilómetros del tirón y tener disponibles otros 300 kilómetros de autonomía antes de terminar de comer algo rápido en una estación de servicio.

Lo que sigue siendo un problema es la gestión de los cargadores que hace Google. Ya lo mencionamos en la prueba del Volvo EX30 y es algo que repetimos en esta ocasión: se necesitan actualizaciones constantes de los puntos de carga disponibles. No es un problema muy grande si tiramos de Electromaps pero sigue siendo algo a tener en cuenta.

Y, por último, lo que más me ha sorprendido es la desviación en el cálculo de la autonomía del planificador de ruta. Hasta el punto de calcular un 20% menos de autonomía de la esperada en apenas 200 kilómetros de recorrido. No es cuestión del historial que tuviera el vehículo, ya que he reiniciado los valores a conciencia. Si tenemos en cuenta que Google se supone que calcula la autonomía con la orografía del terreno y la velocidad máxima permitida, esto no debería suceder.

Una vez más, no es un gran problema porque es sencillo echar cuentas de los kilómetros que podemos realizar con el consumo medio en una ruta ya conocida pero sí puede alarmar en exceso cuando viajamos por una ruta no conocida. Es un problema que también he visto repetido en las unidades de algunos compañeros.