Recuerdos de dos inolvidables campeones: Valdez y Emelec

En Milagro, la gesta de Unión Deportiva Valdez parece haber sido olvidada. Solo antiguos amigos la recuerdan, pese a haber sido el mayor orgullo futbolero de toda la historia del deporte milagreño. A los viejos jugadores sobrevivientes se les ha negado el homenaje que merecen y el sitial de honor que deben tener por haber sido bicampeones de la Asociación de Fútbol del Guayas en los tiempos iniciales del profesionalismo.

El pasado 10 de noviembre se cumplieron 60 años de la conquista del segundo título logrado por Valdez ante grandes equipos como Barcelona, Emelec, Patria, Everest, Norte, 9 de Octubre, Panamá y algunos otros. Los más añejos hinchas recuerdan con veneración los nombres de Alfredo Bonnard –el mejor arquero ecuatoriano de todos los tiempos–, Gastón Navarro, Carlos Serrado, Honorato Gonzabay –el inolvidable Mariscal– Leonardo Mondragón, Julio Caisaguano, Segundo Viteri, Santiago Alume, Carlos Cañola, Francisco Rengifo, Jorge Otoya, Carlos Rivas, Juventino Tapia, Elías Tumbaco, Carlos Titán Altamirano, Carlos Rivas, Eugenio Mendoza y los jovencitos Hugo Pardo y Flavio Nall.

El Tano Eduardo Spandre hacía su primera experiencia como director técnico y Edmundo Valdez Murillo seguía como preparador físico, basado en los conocimientos que adquirió como brillante deportista de la Academia Militar de West Point, donde se graduó de oficial. Spandre armó una sólida retaguardia con Bonnard; Navarro o Serrado, Gonzabay y Mondragón. En la línea media jugaba una de las mejores parejas de volantes de nuestra historia: Viteri y Caisaguano. Adelante alternaban el esmeraldeño Cañola, bautizado como La Sombra Negra de Barcelona, y Alume.

El peruano Otoya construía y hacía goles. Pancho Rengifo, uno de los grandes valores salidos del Chacarita, era interior derecho o centrodelantero. El cuencano Tapia y Tumbaco eran los pilotos de ataque y en el ala izquierda formaban el pequeño, inteligente y aguerrido Titán Altamirano y Rivas o Eugenio Gallina Mendoza.

Ese equipazo se mostró dominante desde el inicio. Fue memorable ese partido con Barcelona, jugado el 31 de julio de 1954, cuando los del Astillero se adelantaron 2.0 con goles de Simón Cañarte y Sigifredo Chuchuca. Altamirano descontó antes del fin del primer tiempo y en la reanudación marcó para Barcelona el excelente Isidro Matute. El 3-1 para los toreros parecía definitivo, pero se levantó el espíritu combativo de los azucareros. Un gol de Otoya puso el 3-2 y Cañola logró empatar. Cuando faltaba poco para concluir la brega, el zurdo Rivas puso el 4-3 que desató una fiesta en Milagro.

Ese mismo Valdez recibió críticas cuando se lo nominó para medir al poderoso Botafogo de Nilton Santos y Garrincha. Después el público termino aplaudiendo a los milagreños que empataron a 2 ante el invicto elenco carioca en una noche formidable para Serrado –quien maniató al impredecible Garrincha–, para Gonzabay –que en aquel duelo se ganó el apodo de Mariscal– y para el peruano Otoya –quien marcó los goles locales–.

Luego de pocos días se cumplirá medio siglo del logro del campeonato de Asoguayas para el Emelec de don Fernando Paternoster. La Comisión de Fútbol que integraban Antonio Briz, Mauro Intriago y Otón Chávez formó un gran equipo. Jorge Delgado Guzmán asumió como preparador físico y hasta alternó como arquero en las emergencias.

Se fichó al Filtrador Bolívar Merizalde, a Tomás Egas, al argentino Rubén Baldi y al brasileño Iris. Recibieron su bautizo Felipe Mina, Carlos Maridueña, Paco Sotomayor, Milton Pérez. El resto de la plantilla la formaban Ramón Mageregger y Manuel Ordeñana. En la defensa estaban Felipe Landázuri, Cruz Alberto Ávila, Orlando Zambrano, Juanito Moscol y Roberto Valdivieso. La pareja de volantes de Carlos Pineda y Henry Cachito Magri llenó un capítulo en la historia de nuestro balompié. Jaime Delgado Mena ya disputaba con el Loco José Vicente Balseca la titularidad en la punta derecha y junto a ellos el incomparable Jorge Pibe Bolaños, Galo Pulido –en una de las mejores temporadas de su carrera–, Walter Arellano, Enrique Raymondi, Manuel Chamo Flores, Clemente de la Torre, mi compañero de escuela Oswaldo Villacís, Alfredo Encalada, Francisco Arámbulo y Pepe Hinojosa. Ese era el plantel eléctrico de 1964.

Emelec hizo una gran campaña y llegó a la disputa del cetro con Barcelona, lo que fue dilucidado en dos Clásicos. El primero se jugó el 15 de noviembre de 1964, en el Modelo. Los pupilos de Paternoster alinearon con Mageregger; Landázuri, Ávila y Mina; Magri y Pineda; Delgado Mena, Merizalde, Baldi (Iris), Bolaños y Moscol. En Barcelona, formaron Helinho; Quijano, Lecaro, Jair y Bustamante (Reeves Patterson); Zambrano y Clímaco Cañarte; Chanfle Muñoz (Julio Verdesoto), Helio Cruz, Alejo Calderón y Tiriza (Lucho Salcedo). Baldi anotó el único gol para la victoria emelecista y el paraguayo Mageregger detuvo un penal ejecutado por el Ministro Lecaro.

El segundo partido se jugó el 26 de noviembre. Por Emelec estaban Mageregger; Landázuri, Ávila y Mina; Magri y Pineda; Balseca (Pulido), Merizalde, Baldi (Raymondy), Bolaños y Moscol. Los rivales pusieron a Helinho; Quijano, Lecaro, Jair y Macías; C. Cañarte (Nivaldo) y Zambrano; Mario Canario Espinoza, Muñoz (Agustín Álvarez), Helio Cruz y Tiriza. El marcador en blanco significó para Emelec el título del profesionalismo guayaquileño.

Tal vez las seis décadas de la gloria deportiva que Valdez dio a Milagro conmuevan a alguien y se haga realidad el homenaje a las viejas figuras que lograron el bicampeonato. ¿Serán sensibles las autoridades de la ciudad y las del deporte? La experiencia me hace ser pesimista. Los milagreños parecen haber perdido la memoria y el sentido de gratitud.

En Emelec, los que vivieron la era del estadio Modelo y la del inolvidable don Fernando dedicarán algún recuerdo a los campeones de hace 50 años.

Todos, valdezpinos y eléctricos, dejaron el gran recuerdo de una época de poco dinero, pero mucho corazón. Los que los vimos en el Capwell o en el Modelo no los hemos podido olvidar.

Valdezpinos y eléctricos dejaron el gran recuerdo de una época de poco dinero, pero mucho corazón. Los que los vimos en el Capwell y Modelo no los olvidamos.