
Qué es el device fingerprinting y cómo protege tu privacidad
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La huella digital de los dispositivos, o device fingerprinting, se ha convertido en uno de los temas más polémicos cuando hablamos de privacidad, rastreo online y ciberseguridad. Mucha gente piensa que, con borrar las cookies o abrir una ventana en modo incógnito, ya está a salvo de cualquier seguimiento, pero la realidad es bastante más compleja.
Mientras navegadores como Apple Safari, Mozilla Firefox, Brave o Google Chrome han declarado la guerra a las técnicas de fingerprinting, esta forma de identificación sigue muy presente en publicidad digital, prevención de fraude, banca online y análisis de comportamiento. Y, aunque parezca ciencia ficción, con unos cuantos datos técnicos sobre tu navegador y tu hardware se puede construir una huella que te acompaña de web en web.
¿Qué es el device fingerprinting y qué lo diferencia de las cookies?
Cuando hablamos de device o browser fingerprinting nos referimos a una técnica que recopila multitud de atributos técnicos de tu dispositivo y tu navegador (sistema operativo, tipo y versión de navegador, idioma, zona horaria, fuentes, resolución de pantalla, IP, extensiones, etc.) y los combina para generar un identificador casi único. Ese identificador no se guarda en tu equipo como una cookie, sino que se reconstruye cada vez que visitas un sitio.
A diferencia de las cookies, que son pequeños archivos de texto almacenados en tu dispositivo y que puedes borrar con relativa facilidad, el fingerprinting se basa en la probabilidad: si hoy se conecta un navegador con un conjunto concreto de características, y mañana vuelve a aparecer exactamente la misma combinación, lo más probable es que sea el mismo dispositivo, aunque haya cambiado de sesión o se hayan eliminado las cookies.
Las cookies muestran información más directa pero son fáciles de controlar (aceptar, rechazar o borrar), mientras que el fingerprinting, aunque recoja datos en principio menos “personales”, tiene la ventaja para quien rastrea de que es mucho más resistente al borrado y no requiere guardar nada localmente en tu ordenador o móvil.
Por eso los grandes fabricantes de navegadores consideran que el fingerprinting es una práctica especialmente invasiva. Apple trata de ocultar y homogenizar parte de la información del dispositivo, Mozilla bloquea de forma específica a empresas que sabe que emplean estas técnicas, y Google ha llegado a plantear un “presupuesto de privacidad” que limite cuánta información puede extraer un sitio web de cada usuario para impedir identificaciones demasiado precisas.
Cómo se crea la huella digital de un dispositivo
En la práctica, cada vez que cargas una página web tu navegador envía un montón de datos básicos para que el sitio se muestre correctamente: tipo de navegador, idioma, sistema operativo, tamaño de pantalla, compatibilidad con ciertas tecnologías, etc. Esa información es necesaria para que la web funcione, pero también puede ser usada para perfilarte.
El llamado browser fingerprinting “pasivo” aprovecha sobre todo las cabeceras HTTP y el User-Agent: ahí aparecen detalles del sistema operativo, del navegador, del idioma, de la página de procedencia, de la compresión utilizada o del tipo de dispositivo. Con solo esto ya se puede empezar a distinguir un equipo de otro, especialmente si se combina con la dirección IP y la zona horaria.
En el fingerprinting “activo”, el sitio solicita información de forma más directa a través de JavaScript u otras APIs del navegador: datos de la pantalla (ancho, alto, profundidad de color), presencia de cookies, listado parcial de fuentes, características de la GPU, extensiones instaladas, comportamiento de WebGL o del elemento canvas de HTML5, configuración de teclado, etc. Todo ello va enriqueciendo el “mosaico” que forma tu huella digital.
También entra en juego la información sobre la propia máquina y su uso: memoria disponible, número de monitores conectados, codecs de audio y vídeo instalados, uso de la batería (especialmente en móviles), listado de aplicaciones o extensiones, presencia de teclados virtuales, incluso la existencia de bloqueadores de anuncios o anti-trackers, que paradójicamente pueden servir como rasgos distintivos.
Al final, ningún dato aislado bastaría para identificarte de forma única, pero la combinación de muchos parámetros técnicos reduce tanto las coincidencias que la probabilidad de que dos personas compartan exactamente la misma huella es muy baja. Es esa combinación lo que permite que la huella funcione como un “DNI” tecnológico.
Técnicas de fingerprinting más habituales
La huella digital se puede obtener por muchas vías distintas, algunas muy conocidas y otras bastante sofisticadas. Varias de estas técnicas han sido descritas y analizadas por organismos como la Agencia Española de Protección de Datos y por diferentes empresas de ciberseguridad.
En primer lugar, están las técnicas clásicas de seguimiento como las cookies, que por sí solas ya permiten un perfilado bastante detallado del usuario, pero que también pueden combinarse con otros métodos para mejorar la identificación entre sitios, dispositivos y sesiones.
Luego aparecen métodos más avanzados como Canvas fingerprint y Canvas Font fingerprint, que usan el elemento canvas de HTML5 para dibujar imágenes o texto invisibles al usuario. Dependiendo del hardware y software (tarjeta gráfica, drivers, fuentes disponibles, motor de renderizado), el resultado de ese dibujo varía ligeramente, y esas pequeñas diferencias se convierten en una firma única del dispositivo.
Otro vector importante es WebRTC, la tecnología de comunicación en tiempo real que usan muchas aplicaciones web de videollamadas o intercambio de datos. WebRTC puede revelar direcciones IP privadas de redes locales y otros detalles de la configuración de red, ofreciendo una identificación muy consistente del dispositivo si no está bien configurado o limitado.
También existe el Audio Context o audio fingerprinting, que se apoya en cómo el dispositivo procesa digitalmente señales de audio. Según la combinación de hardware y software (tarjeta de sonido, controladores, navegador), se producen pequeñas variaciones en el resultado que permiten inferir una huella distintiva, de forma similar a lo que ocurre con el canvas.
En el ámbito de la red, técnicas como el análisis de tráfico, sniffing o el uso de herramientas tipo Wireshark, Ettercap o Nessus permiten estudiar los paquetes que circulan, detectar sistemas operativos, versiones, servicios activos y posibles vulnerabilidades. Aunque muchas de estas herramientas se utilizan con fines legítimos de auditoría de seguridad, también son utilizadas por atacantes para obtener información técnica que encaja dentro del concepto amplio de fingerprinting.
Más allá de lo puramente técnico, se usan técnicas de behavior tracking o seguimiento del comportamiento: cómo mueves el ratón, cuánto tardas en escribir, qué zonas de la página te interesan más, cuánto tiempo pasas viendo un vídeo o leyendo un artículo, en qué orden haces clic en los elementos… Estos patrones, combinados con los datos del dispositivo, refuerzan aún más la unicidad de la huella.
Browser fingerprinting, mobile fingerprinting y variantes especializadas
El tipo más conocido es el browser fingerprinting, centrado en el navegador web. Recoge datos como el user-agent, plugins, extensiones, fuentes, características de la pantalla, idioma, zona horaria, soporte de WebGL, CSS, Canvas, comportamiento del cifrado TLS y un largo etcétera. Esta suma de variables permite reconocer al mismo navegador una y otra vez, aunque haya cambiado la IP o se hayan borrado cookies.
En los últimos años ha ganado peso el cross-browser fingerprinting. Sabiendo que un usuario puede tener varios navegadores instalados en el mismo dispositivo, el objetivo es construir una huella basada más en el hardware (GPU, CPU, sensores, resoluciones disponibles, drivers, dispositivos multimedia) que en el navegador concreto. Así, se pueden relacionar diferentes navegadores o incluso diferentes sistemas operativos corriendo sobre el mismo equipo físico.
En el ámbito de la conexión segura, el TLS fingerprinting analiza el “handshake” del protocolo TLS (Transport Layer Security) cuando tu navegador establece una conexión cifrada con un servidor. El orden de las suites de cifrado compatibles, las versiones de protocolo, las extensiones admitidas y otros parámetros acaban componiendo una firma que identifica al cliente de forma bastante precisa.
La huella también puede basarse en cómo se procesan gráficos en 2D y 3D mediante Canvas y WebGL. Los scripts generan imágenes (en ocasiones 3D) que ni siquiera ves en pantalla, y las diferencias en cómo se renderizan —por GPU, controladores, sistema operativo y navegador— permiten generar un hash único asociado al dispositivo.
Otro frente es el media device fingerprinting, centrado en los dispositivos multimedia conectados: cámaras, micrófonos, tarjetas de sonido, auriculares o reproductores externos. Cuando una web solicita acceso a cámara o micro (por ejemplo, en una videollamada), el conjunto de dispositivos disponibles y su comportamiento puede servir también como indicador distintivo.
En móviles, el mobile device fingerprinting aprovecha datos específicos de smartphones y tablets: modelo exacto del dispositivo, versión de Android o iOS, resolución de pantalla, estado de la batería, tipo de conexión de red, apps de navegador instaladas, sensores disponibles, entre otros. Igual que en escritorio, el resultado suele ser un hash que identifica de manera casi única a ese terminal.
Footprinting vs fingerprinting: dos fases distintas
En ciberseguridad se habla mucho de footprinting y fingerprinting como pasos diferentes dentro del reconocimiento previo a un ataque. Aunque los términos se parezcan, no significan lo mismo ni se usan igual.
El footprinting se refiere a la recopilación de información general sobre una organización o sistema: rangos de direcciones IP, nombres de dominio, servidores visibles hacia Internet, estructura de red, tecnologías usadas, proveedores de hosting, etc. Es como “mirar desde lejos” para entender el terreno.
El fingerprinting, en cambio, se centra en identificar con precisión componentes concretos: qué sistema operativo corre en una máquina, qué versión exacta de un servicio está expuesta, qué navegador usa un usuario, qué tipo de hardware tiene un equipo, y así sucesivamente. Es la fase de afinado donde se busca detalle máximo sobre un objetivo concreto.
Si lo trasladamos al mundo físico, el footprinting sería como investigar una empresa en un directorio (dirección, teléfonos, número de empleados), mientras que el fingerprinting equivaldría a estudiar la cerradura de la puerta principal, su material, sus holguras y sus puntos débiles para decidir cómo forzarla.
Usos legítimos del fingerprinting y cuándo se vuelve un problema
El fingerprinting no es malo por definición. De hecho, muchas organizaciones lo usan con fines de seguridad y mejora de servicios, siempre que se haga cumpliendo la normativa de protección de datos.
En el sector financiero, por ejemplo, los bancos pueden utilizar la huella del dispositivo como factor adicional de autenticación. Si alguien intenta entrar en tu cuenta desde un equipo, navegador o ubicación muy distintos a los habituales, el sistema puede pedir pasos extra (un código por SMS, una verificación en la app, etc.) o bloquear el acceso por precaución.
En la detección de fraude, el fingerprinting ayuda a identificar dispositivos usados de forma sospechosa: resoluciones de ventana poco habituales, múltiples pestañas abiertas con patrones extraños, uso de navegadores antiguos y vulnerables, presencia de determinadas extensiones o configuraciones que suelen asociarse a actividades ilícitas.
En marketing digital, las empresas de analítica y publicidad aprovechan la huella para construir perfiles de comportamiento y personalizar recomendaciones, anuncios o contenidos. A partir de la ubicación aproximada, la configuración del equipo y los intereses deducidos de la navegación, pueden ajustar mejor sus campañas por zona, poder adquisitivo u otras variables.
En ciberseguridad profesional, una consultora puede usar el fingerprinting para inventariar y proteger la red de un cliente: detectar qué versiones de software corren en cada servidor, qué dispositivos se conectan a la red corporativa, identificar intrusos o accesos no autorizados, realizar análisis forense tras un incidente y evaluar vulnerabilidades antes de que sean explotadas.
El problema aparece cuando se rastrea a los usuarios sin transparencia ni límites. Si se construyen perfiles muy detallados sin consentimiento, se comparten esas huellas con terceros sin garantías o se utilizan para discriminar (por ejemplo, variando precios en función del dispositivo o la zona), el fingerprinting se convierte en una práctica claramente abusiva y jurídicamente arriesgada.
¿Es posible evitar el fingerprinting por completo?
La respuesta honesta es que evitar totalmente el fingerprinting es prácticamente imposible. Gran parte de la información que se utiliza para crear la huella es imprescindible para que las webs funcionen correctamente, de modo que siempre habrá un mínimo rastro técnico asociado a tu dispositivo.
Aun así, sí es factible reducir de forma notable la precisión de esa huella y complicar el rastreo. Una de las herramientas más conocidas es la VPN, que cifra tu tráfico y oculta tu dirección IP real detrás de la IP del servidor VPN. Esto no te vuelve anónimo, pero añade una capa adicional de dificultad para quienes intentan seguir tus pasos.
Los navegadores centrados en la privacidad como Firefox, Brave o Tor también incluyen protecciones específicas contra el fingerprinting: bloquean ciertos scripts, limitan la información que revelan las APIs, homogenizan configuraciones como la resolución o la zona horaria y aplican bloqueadores de trackers integrados o fáciles de instalar.
Otras medidas útiles son el uso de bloqueadores de anuncios y rastreadores (uBlock Origin, Privacy Badger u otros), la desactivación selectiva de JavaScript mediante complementos como NoScript, la revisión de permisos de cámara, micrófono, sensores o ubicación, y la separación de perfiles o navegadores distintos para actividades sensibles como banca online, trabajo y ocio.
Eso sí, hay que tener claro que cuanto más radicales sean las medidas de protección (bloquear JavaScript por defecto, aislar totalmente el navegador, usar Tor para todo, etc.), más probable es que algunas webs dejen de funcionar o lo hagan de manera limitada. La propia Agencia Española de Protección de Datos recomienda encontrar un punto de equilibrio entre seguridad, privacidad y comodidad en el uso diario de Internet.
Recomendaciones para usuarios, desarrolladores y empresas
Desde el punto de vista del usuario, organismos como la AEPD aconsejan activar opciones como “Do Not Track” (aunque su eficacia práctica es limitada), instalar bloqueadores, deshabilitar o restringir JavaScript, alternar distintos navegadores y emplear la navegación privada cuando tenga sentido.
Para los desarrolladores web, la recomendación es aplicar el principio de privacidad por defecto: ofrecer siempre al usuario la posibilidad de aceptar o rechazar métodos de seguimiento avanzados, habilitar por defecto el mayor nivel razonable de protección, documentar claramente qué datos se recogen y con qué fines, y diseñar las aplicaciones de forma que funcionen con la mínima información necesaria.
En el caso de las entidades que explotan huellas digitales con fines comerciales o de seguridad, se insiste en proporcionar información clara y completa sobre el tratamiento de datos, obtener el consentimiento cuando sea necesario (especialmente en marketing y analítica avanzada), permitir el ejercicio de derechos (acceso, rectificación, oposición, supresión), llevar un registro de actividades de tratamiento y realizar análisis de riesgos y evaluaciones de impacto sobre la protección de datos.
También resulta clave que las organizaciones establezcan políticas internas de seguridad sólidas: actualización constante del software, autenticación multifactor, segmentación de redes, registro detallado de accesos, uso de firewalls bien configurados y, cuando proceda, realización de pruebas de penetración y auditorías periódicas para detectar posibles debilidades antes de que lo hagan los atacantes.
Marco legal y futuro del fingerprinting
En Europa, la huella digital del navegador se considera un dato personal a efectos del RGPD, ya que permite identificar directa o indirectamente a una persona. Por tanto, su uso está sometido a los principios de transparencia, minimización de datos, limitación de finalidad, seguridad y responsabilidad proactiva.
En general, se entiende que es aceptable usar técnicas de fingerprinting sin un consentimiento explícito cuando la finalidad es garantizar la seguridad, evitar fraudes o asegurar el correcto funcionamiento de un servicio, siempre que se haga de forma proporcional y se informe de ello. En cambio, para actividades como la publicidad personalizada o el perfilado comercial avanzado, suele exigirse una base jurídica más sólida, normalmente el consentimiento informado.
Los riesgos legales aparecen cuando se rastrea a las personas a escondidas, sin informar de esto en la política de privacidad, o cuando se crean perfiles extensos que se comparten con terceros sin garantías adecuadas de protección. En esos casos, las autoridades de control pueden imponer sanciones importantes y obligar a modificar o detener el tratamiento.
Mirando hacia adelante, todo apunta a que el fingerprinting seguirá evolucionando impulsado por la inteligencia artificial, extendiéndose a entornos como el Internet de las Cosas y dispositivos conectados. Al mismo tiempo, los navegadores y las normas de privacidad avanzan en sentido contrario, dificultando cada vez más estas técnicas y obligando a las empresas a replantear sus modelos de seguimiento.
Con este panorama, entender cómo funciona la huella digital de los dispositivos, qué información revela y qué opciones tenemos para limitarla se vuelve fundamental para navegar con algo más de control, exigir prácticas responsables a las organizaciones y tomar decisiones informadas sobre nuestra propia privacidad en la red.






