Nuevas Apple Vision Pro características precio y ficha técnica
Las Vision Pro son algo nuevo y al mismo tiempo no lo son. Llevamos mucho tiempo viendo cascos de realidad virtual y la realidad aumentada no nos resulta del todo novedosa, pero este tipo de propuesta tampoco termina de parecerse a nada que ya tuviéramos antes de su lanzamiento. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página para poder ayudarte. También puedes participar en el WhatsApp Ecuador.
Ni siquiera sabemos decir con precisión absoluta si son unas gafas (demasiado aparatosas), si es un casco (demasiado parietal al aire) o si es un ordenador espacial (demasiada concesión al marketing de Apple). Es como los silencios ensordecedores o los caos organizados: una paradoja de la vida.
Tras publicar nuestras primeras impresiones hace unas semanas, ahora toca detenerse un poco más en ellas. Este es nuestro análisis de las Apple Vision Pro
Ficha técnica de las Vision Pro
vision pro | |
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peso | 600-650 gramos (en función de la banda y la almohadilla de ajuste) La batería pesa 353 gramos adicionales |
Pantallas | 2 paneles x 11,5 millones de píxeles, micro-OLED Resolución por panel: 3.660 x 3.200 píxeles Sistema de pantalla 3D, píxeles de 7,5 micras 92% DCI-P3 Tasas de refresco de 90, 96 y 100 Hz |
CHIP | Chip M2 de 8 núcleos (4 de rendimiento, 4 de eficiencia) GPU de 10 núcleos Neural Engine de 16 núcleos Chip R1 con ancho de banda de 256 GB/s Latencia fotónica de 12 ms |
Cámaras | Sistema de cámaras 3D estereoscópicas Foto y vídeo espacial 18 mm, apertura f/2.0 6,5 megapíxeles estéreo |
Sensores | 4 cámaras de seguimiento ocular 2 cámaras de seguimiento de alta resolución 6 cámaras de seguimiento frontal Cámara TrueDepth Escáner LiDAR Sensor de luz ambiental Sensor de parpadeo Cuatro unidades de medición inercial (IMU) |
Biometría | Optic ID |
sonido | Audio espacial con seguimiento dinámico de la cabeza Ray tracing de audio Matriz de seis micrófonos con formación de haz direcciona Conexión H2 a H2 de ultra baja latencia con los AirPods Pro de 2ª gen. (con estuche USB-C) |
BATERía | Hasta dos horas de uso general según Apple Hasta dos horas y media de visionado de vídeo según Apple No admite cambio en caliente Permite ser usada conectada a la corriente (adaptador USB-C de 30W) |
almacenamiento | 256 / 512 GB / 1 TB |
Conectividad | Wi-Fi 6 (802.11ax) Bluetooth 5.3 |
Sistema operativo | visionOS |
precio | Desde 3.499 dólares más impuestos (solo disponibles en Estados Unidos) |
Cambio de paradigma
Hay algunos patrones en las aperturas de Apple hacia nuevas categorías de producto. En primer lugar, su papel no suele estar tanto en el lanzamiento de nuevas categorías de mercado como en llegar a lo que ya existe con un enfoque diferente que suele marcar tendencia.
Lo hizo con el iPod, con el iPhone, con el Apple Watch o con los AirPods: había reproductores MP3, móviles, relojes inteligentes y auriculares TWS mucho antes, pero Apple perfeccionó muchos de sus fundamentos. Con los tres últimos incluso definió un estándar físico que sigue vigente.
Las Vision Pro son diferentes. Ya había alternativas, pero no así. Es un mercado en una fase todavía embrionaria en comparación a móviles o relojes inteligentes. Y además, como dispositivo también es otra cosa: mientras que productos anteriores están hechos para usarlos viéndolos, las Vision Pro no se ven cuando las usas: ves a través de ellas. Y todo cambia.
Eso también marca lo difícil que es conseguir trasladar la experiencia de su uso a otras personas. Hasta ahora era fácil mostrar a alguien el funcionamiento de un producto: solían ser pantallas rectangulares con esquinas redondeadas sensibles al tacto. Aquí la interfaz se superpone en nuestro campo de visión, no tiene un espacio físico reservado para ella.
Diseños conocidos y diseños por conocer
Las Vision Pro no tienen antecesoras dentro de Apple, pero algunos de sus rincones resultan muy familiares a quienes vienen de usar productos de la marca. Por ejemplo, sus dos botones son una corona digital y un pulsador oblongo. Idénticos a los que trae el Apple Watch.
Sus rejillas de ventilación y sus altavoces también resultan conocidas para quien viene de un iPad o un MacBook. En general hay familiaridad para quien no es nuevo en la marca, algo que siempre se agradece al saltar a una nueva familia de producto.
Además, el color de acento de las Vision Pro es el naranja. Está presente en algunos lugares de las bandas de sujeción, y es el mismo que tiene el Apple Watch Ultra.
Dicho eso, otros rincones proclaman todo lo contrario: un nuevo lenguaje de diseño por parte de Apple. Desde el material y la forma de la banda de sujeción hasta el conector magnético de la batería, pasando por la malla o por una funda de viaje que parece acuñada por la NASA.
El uso de ripstop como material base, como el de ropa de montañismo o de tiendas de campaña, le da un aspecto permanentemente arrugado, mucho más vinculado a la exploración y a la aventura (también como el Apple Watch Ultra) que a una vocación más elegante, como la que suele tener Apple con sus accesorios para iPhone o MacBook.
Solo Apple sabe si esta mezcla de diseño industrial y metálico con tintes de aventura y producto de exterior es algo que va a llegar para quedarse en más futuros dispositivos, pero ojalá sea así. Es una propuesta mucho más innovadora, rompedora y divertida que el aluminio y el cristal, ahora junto al titanio, a la que ya estamos acostumbrados.
Sensaciones y comodidad
Las Vision Pro pesan algo más de 600 gramos y todo el peso está en la parte frontal, donde se alojan pantallas, lentes, cámaras, sensores y circuitería. Solo los pequeños altavoces (que no auriculares) quedan en la zona temporal. La parietal se limita a la correa de ajuste.
El resultado de esta suma de peso y distribución de ídems es que es imposible olvidar de alguna forma que las llevas puestas. A veces dejamos de tener en cuenta que llevamos puestos los auriculares, o tenemos que mirar nuestra muñeca para saber si nos hemos puesto el reloj o no. Esto no ocurre con las Vision Pro. No parecía muy probable y definitivamente no sucede. Ese era un factor clave para pensar si sería viable naturalizar su uso. De momento no lo es.
Las Vision Pro tienen dos bandas de sujeción. Por un lado, la que vemos en cualquier imagen promocional, que podríamos considerar la que trae «por defecto» y más estética y aparente resulta. Por otro lado, la que añade una banda que cruza longitudinalmente nuestro cráneo. No es tan chula a la vista pero es bastante más cómoda, aunque un poco más aparatosa. Reparte mejor el peso y será la opción recomendada para usarlas durante sesiones largas.
Por lo demás, el ajuste es bastante personalizado. En el momento de comprarlas, ya sea online (mediante nuestro iPhone) o ya sea presencialmente (mediante el de un empleado de Apple), seguiremos un proceso de configuración en la que sabremos cuáles serán las tallas de almohadillas que mejor encajan con nuestro rostro. Si usamos gafas y no queremos o no podemos utilizar lentillas, podemos comprar unas lentes Zeiss magnéticas, específicas para las Vision Pro, por 99 dólares.
Nuevos gestos
Configurar unas Vision Pro por primera vez es bastante más sencillo de lo que puede parecer. No necesitamos configurar mandos adicionales ni nada más que el propio dispositivo, aunque si tenemos un iPhone será más rápido traspasar cierta información y ajustes, y así evitarnos teclear nuestra cuenta de Apple o la contraseña de la red Wi-Fi.
La calibración de las manos es tan sencilla como alzarlas frente a nosotros. La de los ojos, un seguimiento mientras miramos una serie de puntos en el aire mientras hacemos el gesto de pellizcar con los dedos, el equivalente aquí a algo tan básico como hacer click con el ratón que va a marcar toda nuestra experiencia con esta interfaz.
Una vez se aprende ese gesto, todo lo demás es muy intuitivo. Resulta natural la forma de hacer scroll (sostener el pellizco y mover la mano) o aprovechar la inercia para aumentar su velocidad. Solo se trata de trasladar los gestos táctiles al aire.
No hay momentos futuros en los que uno se pregunte «¿y esto cómo se hace?». El pellizco, estática o en movimiento, y nuestra mirada, son suficientes para cualquier gesto que tengamos que hacer.
Mirar y pellizcar tiene muchas papeletas para ser el nuevo estándar en este tipo de dispositivos. Como lo fue el click y el click secundario con el ratón, como lo fueron los gestos multitáctiles cuando llegó el smartphone.
La calidad de la detección es simplemente espectacular, no creo que nadie en el mercado de consumo tenga algo igual. Apple aquí está muy por delante del resto de la industria al conseguir que el ratón no sea un puntero adicional, sino la mezcla de nuestra mirada y un gesto en el regazo.
Una interfaz superpuesta
La pantalla es una parte crucial de cualquier dispositivo que incluya una. Es lo primero que nos sirve para comprobar la calidad del mismo y lo que determina en buena medida qué tal es la experiencia que ofrece.
En el caso de un dispositivo como las Vision Pro, esa importancia se dispara. Es un producto que recrea nuestro campo de visión convirtiéndolo en píxeles además de ofrecer experiencias inmersivas. Si sus pantallas no son excelentes, la experiencia puede ser mediocre.
No sé si ‘excelentes’ es la palabra, pero sí son fantásticas. Es imposible distinguir su matriz de píxeles y las experiencias inmersivas son alucinantes, aunque esto no significa que sean perfectas.
En algunas situaciones se pueden ver las costuras de estos paneles que nos dejan otra pista: ni siquiera su descomunal densidad de píxeles es del todo suficiente y en algún momento veremos dos paneles ~8K en lugar de ~4K. Y eso que las Vision Pro tienen 34 píxeles por grado, bastante por encima de Meta Quest 3 o PSVR2 (25 y 18 respectivamente), que por otro lado son mucho más baratas.
Pese a estos matices, abruma pensar que estamos ante 23 millones de píxeles, cada uno de solo 7,5 micras, el tamaño de una bacteria o un hongo microscópico. Muchísimos píxeles en poquísimo espacio, un despliegue técnico descomunal que explica buena parte del precio de este producto.
En situaciones de buena luminosidad —natural o artificial—, la calidad del panel, que aquí trabaja en conjunto con las lentes, es estupenda. No es que «no se pueda distinguir entre esa imagen y la del mundo real» como he llegado a leer, ni mucho menos, pero sí es más que notable. En cambio, una estancia algo más oscura llenará nuestro campo de visión de granularidad.
Y si tenemos una ventana con el cielo soleado, mirar hacia ella tendrá un efecto muy extraño, porque se verá un bloque quemado, excesivamente resplandeciente, que no deja ver ni un detalle. El rango dinámico de las lentes tiene mucho margen de mejora y esto se traslada a la sensación que tenemos al ver la pantalla. Igual que el 92% de la gama DCI-P3 que declara Apple: eso significa que podemos ver menos de la mitad de los colores que nuestros ojos pueden ver. Más que suficiente para el uso actual, pero será más difícil distinguir la imagen de la visión real cuando este indicador mejore.
Esto puede no ser un problema, porque las Vision Pro son realidad aumentada en la medida en que queramos que lo sean. Si preferimos que sean más aislantes, activar la oclusión es tan fácil como girar su corona digital mientramos miramos el icono de la oclusión (la alternativa es el del volumen). En ese momento el fondo será reemplazado por unas montañas, la superficie lunar o lo que escojamos.
También hay que hablar del campo de visión, de unos 100º (Apple no ha publicado esta especificación), algo inferior también al de las Meta Quest 3. Esto se traduce en que usar las Vision Pro produce una sensación similar a usar unos prismáticos: la vista periférica no es completa.
Este es un producto en el que Apple ha puesto bastante esfuerzo en recalcar que prima la realidad aumentada, y ha evitado catalogarlo como un casco de realidad virtual. Ciertamente no lo es, pero creo que es más satisfactorio de usar en modo inmersivo, como la realidad virtual, dejando la realidad aumentada para ciertas ocasiones y aplicaciones donde tenga más sentido. Ahora lo veremos más en detalle
En las pantallas hay un cierto desenfoque de movimiento, y creo que Apple difumina deliberadamente los bordes de la imagen a donde nuestra mirada no apunta para camuflar ese efecto. Por eso incluso los pantallazos suelen presentar zonas algo borrosas.
Este es un dispositivo idóneo para usar sentados y en interiores. No tiene tanto sentido usarlo en exteriores y no es una buena idea, de hecho es prácticamente inviable, usarlo en movimiento. Por muchos early adopters que quisieran llamar la atención llevándolas por la calle el día de su lanzamiento.
Las aplicaciones que vamos abriendo en las Vision Pro se quedan fijadas en ese punto del espacio. Si estamos en el salón y abrimos Apple Music dejándola flotando junto al televisor, ahí se quedará. Podemos ir al baño con ellas puestas (no es una recomendación): cuando volvamos al salón, ahí estará la ventana de Apple Music esperándonos. No se moverá con nosotros. Y así con cualquier aplicación que abramos: ocupará un espacio fijo en el aire, no en nuestro campo de visión. Definitivamente, este es un producto que usar de forma estática.
¿Qué sentido tiene entonces usarlas para la realidad aumentada? Bueno, podemos visionar elementos en 360º colocándolos sobre una mesa, y algunas aplicaciones están creadas expresamente para este tipo de usos, pero queda camino por recorrer aquí.
Apple ha puesto mucho empeño en hablar de realidad aumentada como el marco adecuado para este producto, huyendo de la realidad virtual. Lo cierto es que es mucho más profundo lo segundo que lo primero. La mayoría de aplicaciones van más hacia lo virtual, y como mucho, hacia ubicar algún objeto o interfaz sobre el mundo real, pero sin demasiada interacción entre ambos. Los juegos son un ejemplo de esto: los mejores son los de realidad virtual.
A día de hoy tiene mucho más sentido lo virtual por sí mismo que esa realidad aumentada, al menos durante la mayor parte del tiempo. Pero no han pasado ni dos meses desde el lanzamiento. Seguramente los desarrolladores se encargarán de equilibrar la balanza.
Trabajando con las Vision Pro
Este aspecto es especialmente importante. Hablamos de unas gafas que cuestan unos 4.000 euros a falta de que lleguen a España y podamos conocer su precio oficial aquí. Poder usarlas de forma profesional es algo que puede decantar la balanza hacia valorar su compra. No es lo mismo tenerlas solo para el ocio que añadir al plato una mejora en la forma de trabajar.
Esa era de hecho mi gran pregunta: ¿esto sirve para trabajar? La respuesta corta no es una opción.
En primer lugar, depende de qué necesite cada uno para trabajar. Un iPad es excelente para un ilustrador, mediocre para un contable e inviable para un arquitecto. ¿Qué tal son las Vision Pro? Pues eso: depende.
El punto de partida es que hay dos formas de trabajar con las Vision Pro:
- Usando las aplicaciones nativas
- Conectándolas a un Mac para extender su pantalla
El uso de aplicaciones nativas es mucho mejor, pero al mismo tiempo muy limitante: solo podremos usar aquello que haya sido llevado a visionOS. Y el catálogo de momento es corto. Hay más de mil aplicaciones en su App Store y Microsoft 365 está disponible desde el día 1, pero muchas de ellas son pequeñas curiosidades que aprovechan las capacidades únicas de este dispositivo frente a un iPhone o un iPad.
De hecho hay un cierto fenómeno de fiebre del oro en este ecosistema temprano de aplicaciones: la mayoría son de pago por descarga, una fórmula cada vez menos habitual en iOS. Se normalizará.
Es de esperar que las aplicaciones profesionales que no están presentes aquí vayan llegando en algún momento, pero quien se compra unas Vision Pro ve volar el dinero de su cuenta hoy, así que espera resultados hoy y de poco le sirve hablarle de un mañana mejor. Importante tenerlo en cuenta.
Una alternativa parcial es usar las webapps disponibles a través de Safari, pero es un parche más que una solución. Dependerá de las necesidades de cada uno entender si esto es suficiente o no para su trabajo.
Lo que es seguro es que necesitará un teclado externo, y seguramente también un trackpad, porque pellizcar en el aire y fijar la mirada constantemente no parece lo más apropiado para largas jornadas laborales. Teclear en el aire está conseguido, pero a años a luz de un teclado físico.
La otra forma de trabajar es conectando las Vision Pro a nuestro Mac. Basta con mirarlo si es un MacBook para que aparezca un simple botón de emparejamiento. Un gran ejemplo de la realidad aumentada útil y bien integrada. Si es un sobremesa, se hace desde el Centro de Control. A partir de ese momento, la pantalla del ordenador pasa a negro y se muestra flotando en el aire, tan grande como queramos que sea.
Y a partir de ahí, es como usar un Mac con pantalla gigantesca. Pero solo una. No hay opción para crear múltiples escritorios virtuales, así que todo lo que hagamos será dentro de ese único rectángulo. Hay aplicaciones de terceros que añaden más escritorios, pero la opción nativa solo deja uno.
Lo que sí podemos hacer es tener nuestro escritorio rodeado de las aplicaciones de visionOS. Apple Music, Recordatorios, Mail, Podcasts, Notas… las que queramos, para ellas no hay límite. Otras funciones de ecosistema que aprovechan la vinculación de varios dispositivos, como Continuity, funcionan: es posible copiar un archivo en visionOS y pegarlo en el escritorio de macOS, o mover el cursor entre ambos sistemas.
En la práctica, la pantalla extendida funciona como si hubiésemos conectado un monitor externo 4K, aunque la resolución es como un 2560 x 1440 Retina. No podremos cambiar esa resolución, y por tanto el espacio en píxeles, aunque hagamos más grande esa ventana flotante.
Hay alguna molestia que surge de vez en cuando, como la dificultad para localizar el cursor en alguna ocasión, o el hecho de que aparece un teclado flotante para escribir pese a que estamos usando el integrado en el portátil, pero no es algo demasiado frustrante porque no ocurre demasiado.
Así y todo, sobre esta experiencia he de decir que mis expectativas acabaron siendo superiores a lo que me encontré intentando trabajar con ellas. El texto es bastante nítido, aunque tiene margen de mejora, pero no terminé de valorar este escritorio gigante como asumía.
Seguro que muchos de ustedes recuerdan la primera vez que pasaron de usar un portátil solo con su pantalla a usarlo con un gran monitor externo conectado. Esa sensación de «guau, ahora sí», esa nueva forma de distribuir el software por la pantalla y ver mucho más que antes. Aquí no se produce un salto equiparable. El efecto wow se da por el hecho de ver nuestro Mac habitual en un tamaño descomunal, pero en la práctica, en el trabajo del día a día, no sentimos un salto similar. Y lo dice alguien que pensó «si trabajar con ellas está bien, me plantearía comprarlas». Quizás sea cuestión de afinar el monitor extendido, o de aligerar el producto, o de permitir más escritorios o de mejorar la resolución de los paneles.
Un ordenador o un iPad
Este último punto nos lleva a otro conceptual: qué son estas Vision Pro. Apple habla de ellas como «la primera computadora espacial». También decía algo parecido del iPad hace unos años. Uf.
En cierta forma, lo son. Pero no terminan de ser un ordenador. Ni el iPad ni las Vision Pro tienen un sistema operativo de escritorio, con las posibilidades que estos permiten. macOS, como Windows, nos deja enfocarnos en un trabajo principal, pero también podemos tener muchos recursos en segundo plano, mucha modificación profunda del sistema y mucha versatilidad.
visionOS en ese sentido es muy parecido a iPadOS, no a macOS, y por tanto las Vision Pro son la versión espacial del iPad, no del Mac, con lo bueno y lo malo que eso implica.
No es que sea algo bueno o malo per se, simplemente ocurre, pero creo que es importante tenerlo en cuenta y no perderlo de vista. Si alguien se plantea que las Vision Pro sean su próximo ordenador, creo que debería hacer la comparación con la tablet: ¿podría reemplazar el iPad a su ordenador? Si la respuesta es afirmativa, será bastante factible que las Vision Pro también lo hagan. Si no, como suele ocurrir, la idea se complica.
Así y todo, estamos en el mes II de su vida como producto. Mucho de lo que llegue en el futuro está todavía por ver y serán los desarrolladores, el mercado y la propia evolución tecnológica quienes decidan hacia dónde se dirige este dispositivo. Pero hoy por hoy se parece mucho más a un iPad espacial que a otra cosa
Grandeza multimedia
Usarlas para trabajar tiene un punto agridulce, pero utilizarlas para el entretenimiento es un placer sin vuelta atrás. El efecto wow es permanente cuando las empezamos a usar para los contenidos multimedia, pero sobre todo para las experiencias inmersivas.
Quien nunca ha experimentado la realidad virtual simplemente alucina la primera vez que accede a este tipo de experiencias en unas Vision Pro. Quien sí lo ha hecho ya sabe lo que es cambiar el entorno, y en su caso puede valorar más la mejora técnica que plantea este producto, tanto a nivel de calidad de imagen como de latencia prácticamente nula como de sonido excelso.
En este tipo de ocasiones es donde se lucen las Vision Pro. Apple TV+ incluye algunos contenidos grabados con el dispositivo en mente. Una sala de ensayo en la que canta Alicia Keys, una alpinista escalando una montaña, unos animales prehistóricos o un entorno con fauna silvestre es lo que podemos encontrar en ellos. Son grabaciones 3D en 180º y resolución 8K con sonido espacial.
Todos son disfrutables, pero sin duda recomiendo que el primero que alguien vea sea el clip que recopila todos estos y más vídeos inmersivos en uno solo. La especialidad de Apple por encima de cualquier otra no es el iPhone ni el diseño, es la capacidad de contar historias y de hacer que sus productos brillen, y eso se refleja a la perfección en ese clip que dura algo más de un minuto.
La combinación visual y acústica que consiguen con él es algo que deja con ganas de más e incluso deja sin aliento a quien nunca antes había visto algo así. Es espectacular, nos toca por dentro y nos hace entender que en este dispositivo hay algo que en otros no. Uno de los momentos del clip es un gol del Inter de Miami (Apple tiene los derechos de la MLS) visto desde la grada, a media altura sobre la portería. Desde que lo vi por primera vez he pensado en varias ocasiones que ojalá pudiera ver así el fútbol. Luego detallaré este apartado.
La mala noticia es que llevar a este formato los contenidos cotidianos (partidos de fútbol, películas, grabaciones callejeras…) de forma más o menos masiva va a llevar bastante tiempo. Aquí tenemos una forma estupenda de asomarnos a ese futuro.
Contenido inmersivo al margen, tenemos la posibilidad de ver series y películas en el equivalente a una pantalla de cine, eligiendo incluso la zona del cine en la que queremos estar sentados (el ser humano está lleno de manías).
Esto es posible con los servicios de vídeo bajo demanda que han llevado su aplicación a visionOS, como Disney+ o, evidentemente, Apple TV+. Otros como Netflix no lo han hecho, y podremos acceder a su catálogo mediante el navegador, pero sin las posibilidades que le da una aplicación nativa más allá de verlo a lo grande.
Disculpen que no mostremos capturas de una de estas reproducciones usando estos escenarios, pero al ser contenido protegido por derechos de autor, el sistema lo pinta de negro cuando hacemos un pantallazo.
Algunos títulos de estos catálogos están en 3D y añaden efectos de profundidad sobre esa pantalla de cine, pero no son demasiado espectaculares. No hay nada de malo en ellos, pero no recomiendo a nadie obsesionarse con ellos o tomarlos como un argumento de compra. Los vídeos inmersivos son un punto de inflexión, las películas en 3D no.
Mi duda es si las ganas de ver películas así se mantendrán a lo largo del tiempo. Es decir, si serán fruto de la curiosidad inicial o si realmente nos va a compensar a largo plazo. Quien tenga un buen televisor quizás prefiere esa comodidad y naturalidad, sin tener que pegarse 600 gramos a la cara, sacrificando el extra obtenido en campo de visión. Quien no, posiblemente valore mucho el salto que ofrecen las Vision Pro.
La cuestión de ver esos contenidos acompañado la dejo para más adelante, porque merece su propia historia.
El deporte en directo
Para cualquiera que suela ver deportes en directo es fácil entender el valor de las Vision Pro en cuanto ve los clips de fútbol o béisbol en la demo inmersiva. No se tarda ni un segundo en entender el valor añadido que aporta verlos así.
Todos los partidos (todos-los-partidos) de fútbol que he visto tras probar las Vision Pro me han hecho pensar «ojalá pudiera verlo en modo inmersivo». No tengo nada claro que el trabajo con ellas en la cabeza sea mejor que usando mi monitor habitual, y dejo abierta una puerta a la duda de si realmente va a ser cotidiano ver películas con ellas para sus dueños. Lo que tengo claro es que ver deportes en directo con ellas es un antes y un después por la experiencia inmersiva que permiten.
Hay alguna propuesta que trabaja en ello usando la realidad aumentada. La imagen del partido o la carrera en 2D, flotando en el aire, y a su alrededor paneles de información dinámica o incluso una recreación del circuito sobre una mesa para ver los avances en vista cenital.
No están mal, pero no es comparable al fragmento en el que nos sentamos en uno de los fondos del estadio para ver una jugada en ese área que acaba en gol. Verlo así es meterte en la atmósfera del partido y del campo, es simplemente impresionante y estaría dispuesto a pagar bastante dinero por poder ver el fútbol así cada fin de semana.
Quizás sea algo que veamos antes en torneos cortos ocasionales (un Mundial, una Eurocopa) que en temporadas regulares, donde tardará en llegar. Por lo pronto, Apple tiene un acuerdo a largo plazo con la MLS que seguramente se traducirá en la grabación de estos partidos en este formato, y más adelante la emisión en directo. Es un campo de pruebas perfecto. Si entra en otros deportes, más de lo mismo.
Este es otro de los usos de las Vision Pro que es un «sí» rotundo, pero no será sencillo verlo extendido.
Una cápsula del tiempo
Otro elemento de grandeza de las Vision Pro también es multimedia, pero no viene de la mano de aplicaciones de terceros ni de rodajes ajenos: son los vídeos espaciales que podemos grabar con los iPhone 15 Pro. No son vídeos inmersivos ni en 3D, simplemente añaden una cierta profundidad a la imagen cuando los vemos en unas Vision Pro. También pueden ser grabados desde el propio dispositivo.
Y merecen muchísimo la pena. Tanto, que ya estoy grabando vídeos de momentos familiares en este formato, aunque no tengo unas Vision Pro y no sé cuándo las tendré. Lo que es seguro es que el día que tenga unas también tendré este tipo de vídeos grabados durante años.
Son vídeos que ayudan a rescatar recuerdos como ningún otro, al menos hasta que tengamos una forma de grabar los inmersivos en nuestro bolsillo. Ver estos clips ocupando toda la pantalla con sus bordes difuminados, que le dan un toque onírico, es lo más parecido que he experimentado a revivir un recuerdo.
En los días previos a probar las Vision Pro disfruté de un día fantástico a nivel familiar, de esos que se recuerdan durante muchos años con una sonrisa en la cara. Grabé varios vídeos espaciales, espontáneos, sin más pretensión que congelar esos momentos para reencontrarlos en un futuro.
Volver a asomarme a ellos a través de unas Vision Pro fue impresionante apenas unos días más tarde. No quiero ni pensar en cómo será hacerlo dentro de diez o veinte años, cuando todo haya cambiado y haya gente de ese vídeo que ya no esté. Ahora mismo ese es uno de los usos de las Vision Pro por el que estaría dispuesto a pagar bastante dinero: si uno graba vídeos espaciales en entornos cotidianos con un mínimo de habilidad, esto es lo más parecido a una cápsula del tiempo.
Por cierto, estos vídeos son grabados en resolución 1080p, a 30 fps y en SDR. Ocupan el doble que lo que suelen ocupar los vídeos 1080p a 30 fps, unos 130 MB frente a unos 65 MB por minuto. En ocasiones quizás sea más interesante grabarlos en modo no-espacial pero en 4K y a 60 fps HDR, será cuestión de cada uno qué priorizar. Y será cuestión de Apple equiparar la calidad de los espaciales en algún momento.
Dispositivo solitario
Todas las bondades de este dispositivo tienen un «pero» bastante considerable para quien viva acompañado, porque las Vision Pro, por mucha realidad aumentada que incluyan, es un dispositivo para ser usado en soledad. Con un televisor, una consola o una tablet podemos compartir experiencias, con las Vision Pro no. Su uso termina en quien las lleva puestas.
Para largos trayectos en avión de alguien que viaje solo por su trabajo, esto no es un problema. Para quien vive solo (o acompañado pero de forma muy independiente), tampoco. Para quien comparte hogar con su familia puede ser complicado aislarse así con frecuencia.
Una cosa es que alguien recurra a un dispositivo así en momentos puntuales, pero es complejo pensar en que alguien con pareja e hijos va a utilizar las Vision Pro de forma cotidiana con el resto de la familia en casa, sobre todo para usos prolongados como ver una película.
Esto es algo que cada cliente potencial tendrá que manejar, pero las Vision Pro son un dispositivo para una sola persona. Y por su precio, se hace difícil pensar en tener varias en casa, además de que siguen siendo más aislantes que cualquier otro dispositivo.
Lo único compartible es poder enviar su señal por AirPlay (a 720p) a pantallas compatibles, pero sabe a muy poco. Además, no deja enviar material protegido por derechos de autor, como las películas de las plataformas VoD. La naturaleza de las Vision Pro es individual y eso tendrá que tener en cuenta quien se plantee su compra.
Otros detalles
Un aspecto que merece la pena comentar es el sonido. Antes dije que resulta excelso, pero es justo detenerse un poco más aquí. Los altavoces son unas pequeñas rejillas asomando por las protuberancias de la correa apuntando hacia nuestras orejas. Es sorprendente, visto su tamaño, lo bien que suenan y lo convincente que resulta el sonido espacial en ellos.
Apple lanzó el audio espacial hace casi cinco años en sus AirPods Pro, y es evidente que ese desarrollo se logró como parte de los esfuerzos en este producto. Recrea perfectamente la experiencia de tener el sonido a nuestro alrededor, fijado en un espacio físico (como las ventanas de las apps de visionOS) y no fijado en un auricular que nos sigue allá donde vamos.
Eso sí: estos altavoces tienen muchas cualidades, pero la intimidad no es una de ellas. Como decía al principio, son auriculares, no altavoces, y eso hará que quien esté cerca de nosotros pueda escuchar lo mismo que nosotros, aunque a volumen inferior, o sentir una molestia. Para usos acompañado, especialmente fuera de casa (como en un avión), los auriculares son imperativos.
Funciona cualquier modelo Bluetooth, pero los idóneos, por latencia, por calidad y por integración de funciones (integran el mismo chip H2 a 5 GHz que las Vision Pro), son los AirPods Pro de 2ª generación con estuche USB-C. Otros 279 euros.
Y luego está la batería. Primero pensé que ojalá la hubiesen integrado en el casco. Luego entendí que hubiese empeorado mucho el producto, al menos con las capacidades actuales: las Vision Pro consumen hasta 40W de energía durante el uso, más que algunos MacBook. Eso les hace coger calor que tiene que disipar por las rejillas. Si añadimos la batería a la ecuación… ni el calor ni el peso extra parecen una buena idea.
Así que tenemos una batería colgante que da para entre dos y tres horas y media de uso. Pesa 353 gramos y la mejor idea suele ser guardarla en un bolsillo o algo similar para evitar tirones o movimientos forzosos. No puede ser cambiada en caliente (apaga las Vision Pro) y comprar otra unidad suelta cuesta 199 dólares.
Ver vídeo de forma continuada alarga la autonomía frente a un uso activo, con constantes gestos y cambios de pantalla, pues esto provoca un mayor esfuerzo de chips y sensores.
La duración de la batería típica se mantuvo en torno a las dos horas y media, y cargarla por completo solía llevar unos 90 minutos con una velocidad de carga bastante lineal: no hay carga rápida aquí.
Más cosas: Persona. Es la palabra (también en inglés) que Apple ha escogido para llamar a los avatares que podemos crear con las Vision Pro, que utiliza para recrear nuestra cara durante las videollamadas.
Mediante sus cámaras va siguiendo nuestros movimientos para renderizar un vídeo en tiempo real. Es una virguería técnica importante, aunque el resultado sigue metido en el valle inquietante. Aunque es justo reconocer que ha mejorado bastante respecto a lo que podía hacer antes de su primera actualización. Juzguen ustedes. Dudo que estuviese cómodo usándolo en una reunión del trabajo, de ninguna forma lo haría con alguien que me va a poner cara por primera vez. Quizás solo necesite tiempo hasta que nos acostumbremos.
Y alguna otra consideración: antes decía que las Vision Pro son un dispositivo para usar sentado y en interiores. Una prueba de esto, más allá de las posiciones fijas de las ventanas en el espacio, es que Apple no ha incluido una aplicación como Fitness+.
El riesgo de que se caigan al hacer movimientos bruscos es alto, aunque suene tentador llevar el entrenamiento a una experiencia inmersiva. Apple Maps, más de lo mismo: sí está, pero es una vista 2D. Sonaría ideal caminar por la ciudad viendo superpuesta en el asfalto la ruta a seguir, pero este dispositivo todavía no está ahí.
Fuera de casa tiene sentido usarlas sobre todo en entornos como una oficina… o en el transporte, sobre todo en desplazamientos muy largos. Para esos momentos Apple ha habilitado un ‘modo viaje’ que ayuda a que el movimiento del tren o el avión no deje atrás las ventanas, ya que apaga algunos sensores de seguimiento.
Un detalle más: comprarlas en Estados Unidos tiene consecuencias. Por ejemplo, solo podemos usar un Apple ID de Estados Unidos, con un método de pago apto allí. Y varios servicios de Apple como TV+ o Music, usan esa cuenta. Podemos crear una con ciertas complicaciones para salir del paso, pero no será algo tan transparente como si pudiéramos usar nuestro Apple ID habitual y de nada nos servirán las compras y suscripciones que hayamos hecho con él.
Las costuras de las Vision Pro
Las Vision Pro son el resultado de muchos años de trabajo por parte de Apple (repasando el historial de contrataciones, al menos nueve), posiblemente teniendo como objetivo ir logrando que en muchos aspectos del dispositivo la experiencia fuese lo suficientemente buena como para comercializarla. Pantallas, sonido, autonomía, eficiencia energética, latencia, peso… Y son un logro técnico.
Dicho eso, hay aspectos en los que se ven las costuras de las Vision Pro. No son nada grave, sino algo que suele ocurrir en las primeras generaciones de un producto, pero que deberían ir siendo subsanadas más pronto que tarde.
Una de estas costuras está en la interfaz de visionOS. La pantalla de inicio desaprovecha bastante espacio y apenas muestra unos pocos iconos (trece) cuya jerarquía ni siquiera podemos personalizar: van en orden alfabético, primero los nativos y luego los de terceros. Tampoco podemos crear carpetas con ellos ni tener un dock como el de iOS, iPadOS y macOS en el que fijar las aplicaciones más utilizadas.
Algo que encuentro especialmente molesto y que debería ser corregido en alguna actualización de software es que no almacena las calibraciones de otros usuarios, así que compartirlas es bastante tedioso.
Puedo entender que no admitan perfiles de usuario completos, como los de un ordenador (aunque creo que deberían hacerlo, habida cuenta de su precio). Pero no puedo entender que ni siquiera almacenen unas pocas calibraciones para que personas muy cercanas puedan usarlas sin tener que recalibrarlas cada vez que se las quieran poner.
Esto no ocurre por un impedimento técnico, sino que es una decisión de mercado: nada impide a Apple darnos tres perfiles de invitados con los que dejarlas listas para que las usen nuestra pareja, nuestro hijo o nuestro hermano, incluso fijando a qué puede tener acceso cada uno y a qué no.
El modo invitado se queda escaso, ya que cada vez que se las dejemos a alguien tendrá que hacer la calibración ocular y tendremos que decidir qué aplicaciones le restringimos. Eso sí, el ajuste de las lentes es automático, detectando la posición de los ojos del invitado, y está motorizado, mucho mejor que andar enroscando diales.
Otra costura: la pantalla exterior. Cualquier cosa se ve bastante mal en ella. El logo de Apple cuando las estamos encendiendo, las ondas de colores durante el uso y sobre todo los ojos, que según el marketing de Apple iban a ser poco menos que una mirada transparente.
El aspecto es mucho más pobre de lo que Apple nos mostró. Es un aspecto secundario y casi intrascendente, pero cuesta encajar tanta diferencia entre lo que se nos enseñó y lo que obtenemos. Tal vez mejore con alguna futura actualización de software, pero eso no anula la diferencia entre una cosa y otra.
Además, se suponía que estos ojos en la pantalla externa tenían como intención naturalizar las conversaciones con alguien que lleva puestas las Vision Pro. No creo que sea algo que se haya conseguido, siguen siendo una barrera física entre interlocutores y la recreación ocular distrae y extraña, no naturaliza nada.
Vision Pro, la opinión de elyex
Las Vision Pro son un producto espectacular a nivel de ingeniería, aunque con alguna carencia típica de un primer modelo. Su uso enamora, pero su precio disuade. Es más fácil hablar de ellas en clave de futuro que de presente, sobre todo por la falta de un catálogo de contenido profundo que permita exprimir sus posibilidades. Pero es lo que hay. Sin un dispositivo compatible en el mercado, nadie se anima a invertir en esos contenidos, así que había que sacarlo para ir haciendo camino.
Seguramente Apple ya contaba con eso. Una primera generación con una base de ventas discretas sobre la que ir mejorando en cada iteración. Mejor producto, más contenidos de terceros, más ventas. El círculo virtuoso.
A fecha de hoy, comprar unas Vision Pro al precio que valen es café para cafeteros: o para quien sabe que va a encontrar en ellas justo lo que necesita, o para quien tiene una fe inquebrantable en un producto que quiere poseer desde el principio. Dicho de otro modo: early adopters.
Las Vision Pro son, ante todo, un lienzo. Pintar en él obras de arte que enamoren tanto como para gastar miles de dólares en ellas será trabajo de desarrolladores y productoras audiovisuales. Si se dan las condiciones, el horizonte de este dispositivo, no como producto, sino como concepto, tiene papeletas para ser muy relevante en la tecnología de consumo. Si no al nivel del smartphone, al menos sí al nivel de las tablets venidas a más.
He disfrutado mucho usando las Vision Pro, que son un derroche de ingeniería para alcanzar lo máximo alcanzable por Apple ahora mismo, y por supuesto preferiría tenerlas a no tenerlas, pero los 4.000 euros (aproximados) que cuestan son algo que no podría justificarme de ninguna forma a día de hoy.
Tal vez si viviera solo, si cogiese vuelos transoceánicos todos los meses, si me resultase satisfactorio trabajar con ellas todo el día o si simplemente costasen mucho menos, aunque fuese a costa de algunos sacrificios, la respuesta sería positiva. Cada uno sabrá en qué le encaja este producto.
Son una primera versión y los contenidos adaptados que más sentido le darán irán llegando, además de una deseable rebaja de precio en modelos posteriores. Si se alinean esos astros, estamos ante «lo próximo» de la tecnología de consumo. Sobre todo si Apple culmina su empeño en no hacerlas tan aislantes.