El antiparasitario Ivermectina aún no cuenta con estudios concluyentes que demuestre su eficacia contra el COVID-19

Los últimos días de diciembre del 2020 y los primeros días de enero de 2021 se intensificó el debate entre varios ciudadanos y especialistas acerca del uso de la ivermectina para combatir el COVID-19.

Esto tras el anuncio del Municipio de Guayaquil de comenzar una campaña de desparasitación con el fármaco a partir de este mes. Si no combate el COVID-19, “al menos desparasitamos a dos millones de personas”, señaló la alcaldesa Cynthia Viteri.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha indicado que no se recomienda «ningún medicamento específico para prevenir o tratar la infección por el nuevo coronavirus (2019-nCoV)». De igual manera, la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) y la Agencia Europea de Medicinas (EMA) no la han incluido en los medicamentos destinados para el tratamiento de la enfermedad.

Durante los meses de marzo y abril se utilizó este medicamento en la ciudad en los casos positivos de COVID-19.

«Lo que se sabe de la ivermectina es que baja la carga viral, se lo utiliza más en tratamiento cuando usted ya sabe que tiene un COVID positivo y necesita bajarle la carga viral durante los primeros días, pero sabemos que hay cepas que se replican más rápidos que otras y por lo tanto no a todos les sirve la ivermectina de la misma manera», explica el médico Alberto Campodónico.

Uno de los estudios en que se fundamentan varios especialistas para promover su uso se trata del realizado por investigadores australianos, quienes identificaron que el fármaco en grandes cantidades pudo neutralizar el virus en una prueba de cultivo celular.

En el portal Clinic Trials se encuentran 49 ensayos clínicos que se desarrollan o se han propuesto con el fármaco para conocer los efectos que podría tener ante el COVID-19. Sin embargo, tan solo seis han presentado resultados en el sitio web. Justamente una de las últimas entidades que lo ha hecho y publicó una preimpresión (que no tiene respaldo para guiar en la práctica clínica) fue la Clínica Universidad de Navarra y el Instituto de Salud Global de Barcelona. En el mismo se buscaba determinar si la eficacia del medicamento para reducir el transporte viral nasal luego de siete días del tratamiento.

En el documento se señala que los 24 pacientes que participaron en el estudio fueron divididos, uno en un grupo que recibió un placebo y otro que sí recibió el fármaco en una sola dosis. De acuerdo a la información preliminar, en el grupo de ivermectina se tuvo una mediana de cargas virales más bajas en los días 4 y 7 del tratamiento, así como la tos, hiposmia y anosmia fueron menos frecuentes en este grupo. Sin embargo, se aclara que si bien hay una señal positiva en el mismo se justifica la realización de ensayos más grandes con el fármaco para el tratamiento temprano de COVID-19, donde se incluyan pacientes con factores de riesgos de enfermedad grave.

Desde el Instituto de Salud Global de Barcelona se explicó a este Diario que la preimpresión ha tenido modificaciones tras el proceso de revisión de pares.

Otro de los estudios que también se ha conocido es el realizado por el Centro de Estudios en Infectologí­a Pediátrica de Cali que buscaba determinar si el medicamento disminuía el número de días de los síntomas relacionados a la enfermedad. A través de medios colombianos, los organizadores señalaron que no hubo diferencia entra el grupo de personas que recibieron un placebo y la ivermectina.

En total participaron alrededor de 400 personas que tuvieron un diagnóstico confirmado de COVID-19 y tuvieron síntomas en la primera semana de la enfermedad. En este caso se dieron gotas orales del medicamento de acuerdo a los kilos de los participantes durante cinco días.

Basarse en evidencia científica

La docente e investigadora de la Pontifica Universidad Católica del Ecuador, Ruth Jimbo, asegura que para tomar una decisión clínica es necesario basarse en la mejor evidencia científica que se encuentre disponible. En el caso de los fármacos, que se demuestre la eficacia y seguridad del mismo con metodología adecuada.

Además que los estudios están disponibles son retrospectivos, con muestras pequeñas, que no tienen datos confiables y son observacionales abiertos y tiene un elevado sesgo. Sin embargo, no se puede descartar que en los próximos meses pueda presentarse evidencia que el fármaco también puede servir en el tratamiento del COVID-19.

«Es decir, en la actualidad no hay certeza ni evidencia que sustente la eficacia y la seguridad del uso de la ivermectina para dos cosas: tanto para prevención como para tratamiento del COVID-19″, indicó.

Además advirtió que la automedicación o la mala prescripción médica puede ser riesgosa, debido a que médicos han reportado casos de hepatitis tóxica por haber tomado altas dosis.

Explicó que dentro de un ensayo clínico un fármaco puede mostrar eficacia, pero cuando ya se expande a la población no demuestre tanta efectividad como ha pasado con fármacos. Consideró que la decisión del Municipio de Guayaquil no es una decisión informada ni está basada en evidencias.

«Lamentablemente no hay estudios experimentales que demuestren que en realidad la ivermectina funciona. Hay estudios observacionales, hay estudios en los que yo puedo tener un número de pacientes, les doy el fármaco y, claro, veo que les va bien, pero hay muchísimas variables confusoras en ese tipo de estudio porque además de la ivermectina usa otros fármacos, además de la ivermectina, su misma inmunidad y el curso natural de su enfermedad es la que realiza el efecto que le vaya bien a ese paciente. Entonces no se puede concluir que la ivermectina ha sanado, ha curado, ha prevenido al paciente. Eso se tiene que analizar en estudios clínicos con adecuado rigor metodológico«, resaltó Jimbo.

Varios especialistas han señalado que se deben mantener las medidas de bioseguridad como el distanciamiento físico, uso de mascarillas y el lavado de manos. (I)