Ecuadólares

Los ecuadólares y por qué es peligroso tener una moneda paralela

La economía ecuatoriana está marcada por la dolarización desde el año 2000, un proceso que se implementó para estabilizar un sistema monetario que había enfrentado crisis severas, incluyendo una inflación que llegó al 96%. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página para poder ayudarte. También puedes participar en el WhatsApp Ecuador.

Desde la adopción del dólar estadounidense como única moneda en enero de 2000, Ecuador logró estabilizar su economía.

La dolarización redujo significativamente la inflación, que desde entonces promedia entre el 3% y 4% anual, y permitió un crecimiento económico promedio del 4% en los años siguientes.

Con una moneda estable, se ha eliminado el riesgo de devaluación, mientras que las reservas internacionales alcanzaron los 6.900 millones al cierre de 2024.

Veinticinco años después, en medio de la actual campaña presidencial, la idea de introducir una moneda paralela, conocida como ecuadólares, vuelve al centro del debate en un país donde el 70% de las transacciones se realizan en efectivo, evidenciando una fuerte dependencia del dólar físico, según un informe de la consultora estadounidense McKinsey y Company.

Esta propuesta, impulsada principalmente por sectores del correísmo, busca crear una moneda digital para transacciones internas, mientras que el dólar físico se utilizaría para pagos internacionales. Esto significa emitir una moneda sin contar con los activos necesarios que aseguren su valor.

Aquí te explico las implicaciones de tener una moneda paralela, los riesgos asociados, lo que dicen los expertos y los posibles escenarios en caso de su aplicación.

 

La propuesta y los riesgos para la economía

En un decreto firmado por el presidente Daniel Noboa el 18 de marzo de 2025, se ratificó al dólar estadounidense como la única moneda de curso legal en Ecuador.

Noboa justificó su decreto alegando que afirmaciones de actores políticos sobre posibles modificaciones a la dolarización generan incertidumbre y podrían desestabilizar la economía ecuatoriana.

El decreto prohíbe al Banco Central de Ecuador (BCE) emitir cualquier otra moneda o proporcionar financiamiento al sector público. Además, insta a la Asamblea Nacional a reformar la Constitución para blindar la dolarización.

Actualmente, el BCE no tiene la capacidad de financiar al sector público ni al privado. Tampoco puede ejercer políticas monetarias tradicionales, como la emisión de moneda propia para controlar la inflación o estimular la economía.

La conversación sobre los ecuadólares ha sido defendida por varias figuras del correísmo. El ex candidato presidencial y secretario de la Revolución Ciudadana, Andrés Arauz, dijo que la dolarización limita la soberanía económica del país. Diego Borja, binomio de Luisa González, y el ex presidente Rafael Correa han dicho que la dolarización fue una mala decisión, aunque Correa matizó que sería muy difícil salir de ella.

Recientemente, en el programa Políticamente correcto, que se transmite en Ecuavisa, las asambleístas del correísmo Paola Cabezas y Gisela Garzón, argumentaron que la dolarización debe adaptarse a las necesidades productivas del país y para eso es necesaria la creación de una moneda electrónica que funcione en paralelo al dólar estadounidense.

Esta era su solución para aliviar la crisis económica sin comprometer la dolarización.

La candidata presidencial Luisa González respondió a las declaraciones de Cabezas y Garzón, y dijo que sus coidearias se enredaron en un tema que claramente no dominan. En una entrevista con el medio digital La Contra, dijo que tanto Cabezas como Garzón expresaron opiniones desde sus posturas personales, pero enfatizó que “quien va a gobernar es Luisa González”.

 

Riesgos de una moneda paralela

Los ecuadólares podrían ser una forma de emitir dinero sin respaldo adecuado, lo que generaría una falsa liquidez en la economía nacional.

El “respaldo adecuado” es tener reservas de divisas, activos tangibles o una economía sólida que garantice la estabilidad y confianza en la moneda emitida, evitando así el colapso económico. En el caso del Ecuador, es tener dólares físicos que respalden a los dólares que se transaccionan digitalmente, como se hace en transferencias o aplicaciones móviles.

Sin embargo, una moneda electrónica paralela que se emita localmente podría superar el respaldo físico de los dólares estadounidenses, generando incertidumbre y desencadenando una devaluación.

Esto implica la creación de una moneda sin los activos suficientes que garanticen su valor. Sin respaldo, la confianza en la moneda se ve comprometida, lo que puede llevar a la inflación descontrolada y a la devaluación del dinero.

La falta de respaldo adecuado podría llevar a una crisis de confianza, similar a la que enfrentó Ecuador antes de la dolarización —es decir, en el feriado bancario.

Los economistas Alberto Acosta Burneo y Francisco Briones están preocupados por las implicaciones de modificar el sistema dolarizado.

Coinciden en que cualquier intento de cambiar este sistema podría desatar una crisis de liquidez, y poner a Ecuador en una situación similar a la hiperinflación que vivió antes del año 2000.

Briones recuerda que, en la década de 1990, el dinero perdía valor de una semana a otra, y que un sistema monetario propio podría generar una crisis de confianza en la economía y llevar a la quiebra del sistema financiero, lo que desencadena, a su vez, una terrible crisis social y humanitaria.

 

¿Qué dicen los expertos?

La estabilidad económica de Ecuador depende en gran medida de la dolarización. Cualquier intento de modificar este sistema podría tener consecuencias devastadoras.

La idea de una “dolarización ecuatoriana” ajustada a las necesidades del país es cuestionada por Acosta Burneo y Briones. Ambos dicen que lo que Ecuador realmente necesita es mantener la dolarización y trabajar en mejorar la producción, atraer inversión y fortalecer la competitividad.

Alberto Acosta Espinosa, ex presidente de la Asamblea Constituyente de 2007 y principal ideólogo de la Constitución que se promulgó al año siguiente, argumenta que los ecuadólares podrían ser una solución para aliviar la crisis económica, pero con la condición de que se maneje de manera responsable.

Sin embargo, sus opiniones son desafiadas por expertos que ven la creación de una moneda paralela como un “engaño peligroso”.

Acosta Burneo y Briones enfatizan que la emisión de una moneda paralela o ecuadólares sería una solución ilusoria a corto plazo, pero que a largo plazo debilitaría la economía.

La hiperinflación que Ecuador experimentó antes de la dolarización es un recordatorio de los peligros que conlleva un sistema monetario inestable.

La creación de una moneda paralela podría abrir la puerta a una nueva era de inestabilidad económica, en la que la confianza en la moneda se erosione y la economía se sumerja en la incertidumbre.

 

Posibles escenarios en caso de su aplicabilidad

Si se llegara a implementar la propuesta de los ecuadólares, podrían surgir varios escenarios.

En el mejor de los casos, si la moneda digital estuviera respaldada adecuadamente, podría facilitar transacciones internas y modernizar el sistema financiero.

Sin embargo, este escenario es poco probable dado el contexto actual de desconfianza en los políticos y las instituciones ecuatorianas.

Por otra parte, muchas transacciones en Ecuador ya se hacen mediante medios digitales, como transferencias y aplicaciones móviles, pero con el respaldo en dólares físicos, pues los bancos privados y el Estado no pueden emitir moneda —lo que sí sucedería con el ecuadólar.

Si la moneda digital estuviera respaldada por reservas en dólares y se gestionara de manera transparente, podría convertirse en una herramienta valiosa para facilitar transacciones entre ciudadanos y empresas.

En Ecuador, los intentos de implementar sistemas de “billetera digital” estatal y de BIMO, un servicio de la red interbancaria Banred que permitía pagar y solicitar cobros a otros usuarios mediante una aplicación, no lograron captar la atención del público.

A pesar de su funcionalidad, los ecuatorianos no confiaron en este sistema, lo que impidió que tenga tracción. En contraste, la billetera digital del Banco Pichincha De Una ha ganado gran popularidad, ya que los usuarios sienten mayor seguridad al utilizar un servicio respaldado por una institución bancaria de renombre.

Sin embargo, en un escenario mucho más probable, la introducción de ecuadólares sin el respaldo necesario podría llevar a una crisis de confianza en la economía.

La población podría comenzar a percibir que los ecuadólares no tienen el mismo valor que el dólar físico, lo que generaría una fuga masiva de capitales y una crisis de liquidez.

Esto podría resultar en un aumento de la inflación y en la desestabilización de la economía, afectando a los ciudadanos más vulnerables.

La emisión de ecuadólares sin un respaldo adecuado podría convertirse en una puerta abierta a una catástrofe económica por la falta de activos suficientes que garanticen su valor.

Por ejemplo, en situaciones como la hiperinflación de Zimbabue, que comenzó en el año 2000, o la crisis del peso argentino, la falta de respaldo en la emisión monetaria provocó una pérdida dramática del poder adquisitivo y una inestabilidad económica generalizada.

Si el gobierno decide utilizar reservas internacionales para respaldar la emisión de ecuadólares, podría comprometer la estabilidad del sistema financiero y otros rubros como presupuesto de los gobiernos autónomos descentralizados, como municipios y prefecturas, entre otros.

La historia de Ecuador está llena de ejemplos de cómo la falta de confianza en el sistema monetario puede llevar a crisis económicas devastadoras, en especial en gobiernos adeptos al alto gasto público.

 

Lecciones de otros países

La experiencia de otros países que han introducido monedas digitales sin un respaldo adecuado también sirve como advertencia.

En Nigeria, la introducción del e-Naira fue recibida con escepticismo, y muchos ciudadanos optaron por utilizar criptomonedas o efectivo en lugar de confiar en la moneda digital del gobierno.

Esto resalta la importancia de la confianza pública en el sistema monetario, un factor que podría comprometerse si se introduce una moneda paralela sin el respaldo adecuado.

En Bahamas, el Sand Dollar fue lanzado en 2020 con el objetivo de brindar acceso financiero a comunidades aisladas y reducir la necesidad de efectivo. Aunque ha sido adoptado en algunos comercios, la integración con el sistema bancario ha sido lenta y muchos ciudadanos siguen prefiriendo el dinero físico.

Por otro lado, el caso de China con el yuan digital muestra un enfoque más ambicioso, pero también plantea preocupaciones sobre la privacidad y el control estatal.

La implementación de una moneda digital en un país donde la confianza en las instituciones es frágil podría resultar en problemas significativos, como la desconfianza pública y la falta de adopción.

La propuesta de introducir una moneda paralela en Ecuador, como los ecuadólares, plantea riesgos desproporcionados para la estabilidad económica del país.

La experiencia de otros países y las advertencias de analistas económicos sugieren que cualquier modificación al sistema dolarizado podría desatar una crisis de liquidez y erosionar la confianza en el sistema financiero.