Una red de respuesta rápida ayuda a las especies silvestres afectadas por actividades humanas en Galápagos

Lobos marinos con anzuelos en la trompa o con redes de pescar alrededor del cuello, iguanas o tortugas atropelladas y aves que sufren golpes por la desorientación que experimentan debido a la luz que emiten los postes eléctricos son algunos de los casos que ha atendido, desde 2013, la Red de Respuesta Rápida (RRR) del Parque Nacional Galápagos (PNG) en varias de las islas del archipiélago.

Esta unidad, conformada por varios especialistas, atiende las amenazas antrópicas (producidas o modificadas por la actividad humana) que sufren las especies silvestres icónicas del área protegida.

En muchos de los casos, los animales afectados son endémicos de las islas y tienen un nivel de amenaza alto.

Las tortugas gigantes que sufren lesiones en el caparazón por atropellamientos (Cortesía Parque Nacional Galápagos)

El 97 % del archipiélago es área protegida y apenas el 3 % está habitado por humanos. Esto conlleva que las especies estén libres por todo el archipiélago y eso sube la interacción con el hombre.

Este estado natural hace que los animales caminen por las calles que realmente son su casa. Por ejemplo, hay carros, bicicletas y otro tipo de vehículos que pueden atropellar a las iguanas o tortugas. Claro, primero hay medidas de prevención para que esto no pase y luego de sanción, pero también se debe atender cuando se registran los accidentes”, señala Eduardo Espinosa, director de Ecosistemas del PNG.

De hecho, el pasado 29 de noviembre el conductor de un bus de transporte turístico que atropelló y causó la destrucción parcial del caparazón de una tortuga gigante hembra, de la especie Chelonoidis porteri, fue multado con 16 remuneraciones básicas unificadas de Galápagos ($11 347,2).

La RRR también realiza campañas educativas para que la ciudadanía esté consciente de que viven en un ambiente natural donde a los animales no se los puede tocar, alimentar y peor herir.

Además, Espinosa recalca que la intervención médica a cualquier especie se realiza solo cuando la herida o golpe fue provocada por actividades realizadas por el hombre.

En las primeras semanas de este mes circularon, en redes sociales, fotos y videos de un lobo marino que presentaba una herida grande a la altura de la cola y las personas solicitaban la intervención de los especialistas de la RRR.

Sin embargo, se determinó que la herida fue provocada por la mordedura de un tiburón y lo correcto era no intervenir, dice Espinosa: “Todas las especies cumplen un rol dentro de la cadena alimentaria. En ese caso, los lobos son parte de la dieta de los tiburones. Nosotros no podemos intervenir en el ciclo ecológico. En la naturaleza la lucha es por la sobrevivencia y sobrevive el más fuerte”. Aunque monitorearon al animal.

El funcionario también ubica el ejemplo de las crías de tortugas marinas que salen de sus huevos y atraviesan la playa para llegar al mar. En este camino algunas son comidas por fragatas o cangrejos y los expertos de la RRR no pueden ni deben intervenir.

Pero si es un gato o un perro (que se come o hiere a las tortugas), intervenimos porque eso ya no es un proceso natural, pues esto se deriva de un proceso del hombre que no cuidó a su mascota”, indica.

En 2018 la RRR atendió 108 animales por causas antropogénicas y en 2019 intervino en 90 casos.

Una de las especies más afectadas por eventos antrópicos son las iguanas marinas. En la temporada de anidación las crías de estos reptiles salen a las calles y la posibilidad de atropellamiento sube.

“No porque la gente quiera atropellarlas sino que por ser ectotermos (no son capaces de generar su propio calor interno) y cuando está muy soleado, se ubican abajo de los carros”, dice Espinosa.

A esto se suman los golpes que reciben tortugas marinas o lobos por embarcaciones y al atropellamiento de aves en las carreteras. La mayoría de incidentes se coordinan a través del ECU911. (I)