Las 7 playas más exóticas del mundo
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Navegar el mapa global en busca de paisajes inéditos conduce a siete rincones donde la playa y el mar se combinan de formas poco convencionales. Colores imposibles, leyendas y formas de vida extraordinarias inspiran la selección de estas costas. Más allá de su belleza, cada una expresa la singularidad de los ecosistemas y el modo en que las culturas locales han aprendido a convivir y preservar estos entornos.
Creadas por la naturaleza, o remodeladas por la mano del hombre, estas siete playas devuelven la sensación de que aún quedan lugares donde lo extraordinario es cotidiano y la sorpresa, inevitable.
1 – Holbox
Al norte de la península de Yucatán, México, Holbox parece mantenerse al margen del tiempo y del turismo masivo. Forma parte de la Reserva de la Biosfera Yum Balam, donde la protección de la naturaleza es norma y los visitantes se mueven en carritos de golf o bicicleta, evitando el impacto de los vehículos de motor.
La bioluminiscencia transforma el mar en un espectáculo de destellos azules entre junio y noviembre, gracias a una concentración inusual de microorganismos que laten de luz con el movimiento de las olas.
Pero Holbox no sorprende solo de noche; durante el día se convierte en refugio de tiburones ballena, flamencos y tortugas marinas. Hay una vitalidad serena en sus calles de arena y en el ritmo lento del pueblo, que contrasta con la efervescencia de su mar iluminado.
2 – Papakolea
En la isla grande de Hawái, Papakolea —más conocida como Green Sand Beach— desafía la lógica de los colores costeros. Su arena, de un verde intenso, se compone principalmente de olivino, un mineral producto de antiguas erupciones volcánicas que el mar ha pulido por milenios.
Para llegar se requiere una caminata exigente, pero la recompensa es una ensenada única abrazada por acantilados y barrida por olas frescas y potentes. Las autoridades vigilan estrictamente el acceso y prohíben sustraer arena o rocas.
3 -Playa Roja de Panjin
Hay paisajes en China que parecen pinturas abstractas, y la playa roja de Panjin encabeza esa lista cuando termina el verano. No se trata de arena, sino de una marisma que en otoño se cubre por completo de Suaeda salsa, una planta que enrojece de manera espectacular y convierte la costa en un manto púrpura y carmesí.
Pasarelas cuidadosamente ubicadas permiten observar esta transformación sin dañar el frágil ecosistema ni perturbar el paso de aves migratorias emblemáticas como la grulla de corona roja. El sitio es vital para la biodiversidad regional y para economías locales que dependen de la pesca de camarón y cangrejo.
4 – Vik
En Islandia, la playa de Vik parece una extensión de los antiguos cuentos nórdicos. Todo ahí es oscuro y poderoso: la arena completamente negra, los acantilados de basalto y las formaciones rocosas de Reynisdrangar que, según la tradición, fueron trolls petrificados por el sol.
El sitio impone respeto, con olas impredecibles y climas cambiantes incluso en verano, cuando los frailecillos hacen de los acantilados su hogar temporal y añaden vida y color al negro absoluto que domina el paisaje.
5 – Zipolite
En la costa de Oaxaca se extiende Zipolite, célebre por una energía libre y contracultural que perdura desde los años setenta. Es la playa nudista reconocida por excelencia en México desde 2016, pero su magnetismo comienza mucho antes, cuando viajeros, hippies y bohemios inauguraron una convivencia donde la diversidad se celebra sin etiquetas.
Cada enero, miles se reúnen para el Festival Nudista Internacional, una experiencia de apertura impulsada por el entorno: mar abierto, arenas amplias y los atardeceres más intensos del Pacífico. El oleaje, vigoroso y cristalino, convoca a surfistas expertos y añade un toque de adrenalina a la atmósfera pacífica de los cafés y posadas locales.
6 – Harbour Island
En Bahamas, Harbour Island ostenta una de las playas más etéreas del Caribe. Acá la arena es rosa gracias a la abundancia de foraminíferos, pequeños organismos con conchas rojas que se mezclan con el coral y la arena blanca tras ser arrastrados por las olas.
La Pink Sands Beach se extiende por cinco kilómetros junto al Atlántico y seduce tanto a turistas como a aficionados al buceo y al snorkel. El clima templado y la infraestructura cuidada invitan a recorrer sus calles a bordo de carritos de golf o perderse entre casas de estilos coloniales. El efecto rosado es aún más notable con la arena humedecida por las olas o la lluvia.
7 – Glass Beach
En Fort Bragg, California, la playa Glass Beach surgió de un proceso accidentado entre la negligencia y la capacidad de la naturaleza para reformular lo humano. A lo largo de gran parte del siglo XX, el lugar sirvió como basurero costero.
Con el tiempo, las olas trituraron y pulieron millones de fragmentos de vidrio y cerámica, transformándolos en diminutas piezas translúcidas. Hoy, la playa se cubre de colores y brillos inusuales, es refugio de vida intermareal y una lección en recuperación ambiental. La recolección de los fragmentos está prohibida para garantizar que este museo a cielo abierto permanezca intacto.






