Se busca alternativa al plástico de un solo uso, tras ordenanza en Guayaquil

La reutilización de los productos y caminar hacia una economía circular en la que se aprovechen todos los componentes de un proceso de producción, incluidos los desechos, es la tendencia mundial para demandar menos recursos.

De hecho, la ordenanza aprobada por el Concejo Cantonal de Guayaquil, el 6 de septiembre, regula la fabricación, el comercio, distribución y entrega de los productos de plástico de un solo uso, desde sorbetes, removedores y cubiertos hasta tarrinas, tazas y fundas plásticas de tipo camiseta, inclusive las oxo-biodegradables, material que se descompone en pedacitos. La idea es disminuir su consumo tras periodos de gracia en los que los industriales deberán buscar alternativas para acogerse a la normativa.

Ya hay opciones en práctica. En los locales a nivel nacional de Supermaxi y Megamaxi, de la Corporación Favorita, entregan desde este mes fundas de tres colores elaboradas con 50% de material reciclado y además son oxo-biodegradables.

El color diferenciado es para que sean reutilizadas en los hogares para la clasificación de los desechos con el fin de reciclar cierto tipo de basura. Los colores corresponden a las normas INEN. La azul es para los residuos reciclables: papel, cartón, bolsas plásticas, envases y botellas plásticas, de Tetra Pak o de vidrio; la verde para los desechos sólidos orgánicos y la negra para los no reciclables como servilletas, papel higiénico, pañales y otros.

Fundas que se entregan en la Corporación Favorita. Foto: Ángel Aguirre

Rubén Salazar, gerente corporativo de Corporación Favorita, cuenta que fue “complicado” encontrar un proveedor de ese tipo de fundas. “Al colocar mayor porcentaje de material reciclado la funda pierde características de resistencia”, dice.

La respuesta ha sido positiva, añade. “Se ha podido observar a través de nuestros canales de comunicación la aceptación y la importancia que genera el crear consciencia y educación en la sociedad”.

A los industriales del plástico les preocupa los plazos establecidos en la ordenanza que van de 6 a 36 meses, tiempo en el que deben adecuar su producción a lo que determina la normativa que busca la fabricación de productos 100% biodegradables, que sean reutilizables o que contengan al menos un 70% de material reciclado.

La ambientalista y especialista en derecho ambiental, Inés Manzano, indica que el problema con la ordenanza es la falta de consciencia de que es el Municipio la entidad que tiene que procurar el cambio en los ciudadanos a través del reciclaje y la separación en la fuente.

Otro factor, agrega Manzano, es que los productos biodegradables requieren de un proceso de compostaje para su degradación: “Tienen una manera de degradarse biológicamente con hongos, bacterias, enzimas, que son especiales para ese tipo de residuos, entonces si no los separas, el producto 100% biodegradable va al relleno sanitario o al océano, no sirve de nada, pasa exactamente lo mismo, seguirá el mismo curso que siguen todos los plásticos”.

El segundo problema es un dilema mundial. Muchos de los productos biodegradables vienen o incluyen componentes de materia vegetal y de alimentos como el maíz, la papa, el camote, la caña, dice Manzano.

A ello se suman ciertas excepciones como las frutas: moras, frutillas, uvas que filtran jugos y se venden en los supermercados en cajas plásticas transparentes porque no hay otras opciones que garanticen la seguridad alimentaria. “No puedes darles 36 meses cuando el proceso de investigación, desarrollo y de invención tiene un mayor tiempo, tres años es muy poco”.

“El problema de los humanos”, agrega Manzano, “es que de un material tan noble como el plástico que puede durar 500 años y tiene unas aplicaciones increíbles en aviones, carros, en los mismos acueductos, se usa también en la elaboración de productos que duren tan poco, cinco minutos, provocando basura”, dice. (I)