La crisis del diario El Comercio
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La crisis del diario El Comercio, explicada
En junio de 2023, el diario más importante de Quito dejó de circular en formato impreso. La última vez que publicó una nota en la web fue el 9 de agosto. Esta es la historia del fin de un periódico.
Es una tragedia en varios niveles. Un diario tradicional de Quito y del país —fundado en 1906— ya no genera contenido, mientras que algunos de sus empleados y ex empleados no reciben sus sueldos, liquidaciones y jubilaciones. Desde junio de 2023, no hay ediciones impresas. En la web, las publicaciones han sido intermitentes desde julio pasado. Durante semanas no se actualizó nada. Luego se volvió a publicar, y de nuevo se interrumpió.
El 9 de agosto, cuando el candidato presidencial Fernando Villavicencio fue asesinado, hubo otra cobertura. Quizás porque ganó la relevancia del hecho y el compromiso al oficio. “En realidad se cubrió porque pasó cerca de dónde vive uno de los fotoperiodistas del diario”, dice una de las ex trabajadoras de El Comercio que prefirió no dar su nombre.
Hubo videos, cobertura en tiempo real en redes sociales, notas en la plataforma web, videos y fotos sobre el magnicidio del exasambleísta.
Desde ahí, esta vez sí, no hubo nada más. Como si todo se hubiera congelado en el país y en el mundo. Como si una explicación pública desde el medio no fuese necesaria. Más de un mes después no hay certeza de si el diario está “vivo o muerto”. Diario El Comercio está en una nebulosa.
La crisis se hizo pública en abril de 2021, cuando un grupo de empleados reveló algo que hasta el momento sólo se hablaba en espacios cerrados: El Comercio estaba despidiendo a una gran cantidad de empleados y se estaba demorando en pagar sueldos y jubilaciones. Retrasos que empezaron a ser de varias semanas y que con el tiempo se ha convertido en años.
¿Qué está sucediendo con El Comercio?
La versión oficial que el diario ha hecho pública en varias ocasiones —la última en junio de 2023— es que la situación económica generada por la pandemia del covid-19 le ha impedido recuperarse, así como el encarecimiento del precio del papel. Incluso, el diario ha sido demandado por sus proveedores de papel, por falta de pagos en 2022, de acuerdo a un reporte de Primicias.
Y si bien El Comercio ya venía sorteando una crisis importante, desde mayo de 2020 todo fue en caída.
“Este drama no empezó con la pandemia, en la pandemia se agudizó”, dice Marcela Torres, quien durante 21 años —hasta septiembre de 2021— fue asistente de gerencia del área de producción de El Comercio.
Para Torres hay un punto de arranque de esta crisis: la venta, el 15 de enero de 2015, de El Comercio a Telglovisión S.A., de propiedad de Ángel González —el empresario mexicano conocido como El Fantasma, porque casi nunca se lo ve en ningún lado. Fue una venta del 94.4% de las acciones que significó para González la primera incursión en lo que supone el manejo de medios impresos, ya que su experiencia había sido sólo canales de televisión y estaciones de radio.
“Llegó la nueva administración e hizo todo mal. Comenzaron a despedir a gerentes con liquidaciones exorbitantes; también cambiaron a gerentes de un área a otra de la que no tenían conocimiento. Decidieron volcarse más a lo digital que al impreso, y empezaron a mandar a la gente, a despedirla”, recuerda Marcela Torres.
El primer grupo de empleados despedidos —entre personas de la redacción, de distribución, de prensa— salió en junio de 2020. Tres años después, en 2023, el número de empleados despedidos es de 260, según Fundamedios.
Ya no es un secreto. La crisis de El Comercio es real y la falta de pago a ex colaboradores es un asunto que varias veces ha llenado las redes sociales y ha tenido su contraparte en las calles de Quito, sobre todo con plantones. Los exempleados han protestado en los exteriores de las instalaciones del diario, al sur de Quito, y el 11 de junio de 2023 se plantaron en medio de la carrera Últimas Noticias —una de las más importantes del país.
En la carrera, organizada justamente por Diario El Comercio, con carteles y gritos, los extrabajadores denunciaron que los directivos del diario no les pagaban.
En redes, periodistas que trabajaron en el diario, como Mariela Rosero, han reclamado por las liquidaciones que no han recibido ex trabajadores. Ella trabajó 23 años en el medio y fue despedida en septiembre de 2021. Lo ha hecho criticando a González y a Guillermo Lasso por permitirle “pisotear derechos laborales”.
Todo empezó en marzo de 1998, con una pasantía. Y aunque mi vida se alteró el 3 de septiembre del 2021, con el despido, mi historia con #ElComercio no ha terminado. Soy #Periodista y trabajé con dedicación y sin horario; fue mi escuela y también el lugar en donde di la pelea 🧶 pic.twitter.com/odZTtxuq0c
— Mariela Rosero Ch. (@marielaroseroch) September 3, 2023
Marcela Torres, que también salió en septiembre de 2021 —como parte del segundo grupo de despedidos— recuerda con estupefacción cómo la administración fue “desmembrando” a la redacción comercial. Esta área era la encargada de hacer productos comunicacionales para empresas. Es decir, una operación que generaba ingresos a El Comercio, y era parte de su modelo de negocio, porque el diario no sólo vivía de la publicidad.
Para ella, estos despidos en un área clave, acompañada del reclamo de trabajadores y jubilados del medio, en abril de 2021, hizo que los clientes dejaran de usar los servicios de El Comercio para crear productos como revistas institucionales o suplementos.
“Es una mala administración. No llegas y de una te pones a despedir a la gente a lo loco”, dice Torres. Para explicarlo, cita un ejemplo. “Hay dos compañeros del área de producción que despidieron en 2021, y como luego vieron que se quedaron sin gente, los volvieron a contratar, pero con menor sueldo. En junio de 2023 los volvieron a despedir, y son compañeros a los que la empresa les debe pagar una doble liquidación”, dice.
Al menos a uno de estos dos ex trabajadores le deben una liquidación por 23 años de trabajo.
Para Torres, la base del reclamo de los ex trabajadores es el mal uso del dinero en los últimos 8 años, hasta para imprimir el diario. Mientras El Comercio se seguía imprimiendo en 2022, por ejemplo, no se compraba el papel que debía usarse por tamaño y peso y a veces había que cortarlo para que se lo pueda utilizar en la imprenta.
Los ex empleados están desesperados de que les paguen. Han agotado varias instancias, entre ellas unas tutelas a la Defensoría del Pueblo —que les permitió obtener actas de mediación, que tienen la fuerza de una “sentencia ejecutoriada”, como lo dijo el ministro de Trabajo, Patricio Donoso, en Teleamazonas. Pero estas sentencias no sirvieron para nada. Los extrabajadores también pidieron una acción de protección a un juez en diciembre de 2022 —que fue rechazada—. En el Ministerio de Trabajo, Torres dice que alguna vez les dijeron que “no podían hacer nada” por ellos porque ya no eran trabajadores, sino extrabajadores.
Los tres exempleados consultados para esta nota dicen que no ha habido forma para presionar a la empresa para que paguen lo que les adeuda.
Que son a veces 4 o 5 meses de sueldos retrasado, y hasta más meses de atraso para las liquidaciones y las jubilaciones.
La respuesta que han recibido de Diario El Comercio, según al menos dos extrabajadores, es “no tenemos plata, no podemos pagar”.
El diario, simplemente, dejó de pagar, sin importar lo que eso hacía a la gente que esperaba sus liquidaciones y sueldos.
La periodista Ana Cristina Alvarado es otra de las ex empleadas que ha usado redes sociales para exponer la situación de los trabajadores del medio.
Me da angustia e impotencia la situación en la que nos ha puesto @elcomerciocom. Hay gente con enfermedades, con deudas, gente que ha tenido que hacer préstamos. Todo porque NO nos pagan las liquidaciones. Hoy, nuevamente, extrabajadores de EL COMERCIO, protestan en San Bartolo. pic.twitter.com/VV1rP23d0E
— AnaCristina Alvarado 💜 (@ana1alvarado) December 2, 2022
Los exempleados perjudicados incluso consiguieron reunirse en Carondelet, en enero de 2022, con el presidente Guillermo Lasso, el ministro de Trabajo, Patricio Donoso, y el entonces asambleísta de CREO, Diego Ordóñez. Le expusieron el caso y el Presidente se comprometió a ayudarlos.
Torres dice que Lasso preguntó a sus asesores si había forma de presionar a Ángel González para que pague, incluso amenazándolo con el retiro de las frecuencias que están a su nombre o al de empresas suyas. González es la cabeza de uno de los más grandes monopolios de medios de radio y televisión del país.
“El Presidente nos dijo que las actas de finiquito con imposiciones [como las que los ex empleados firmaron al momento de despido, para cobrar las liquidaciones de forma mensualizada] son prácticas extorsivas”, recuerda Torres.
Hasta el momento, el compromiso del Presidente no se ha cumplido.
A Marcela Torres dejaron de pagarle su liquidación mensualizada en noviembre de 2022.
Los problemas, ¿son sólo económicos?
El 25 de mayo de 2023, Fundamedios publicó un informe en el que revela que Ángel González consiguió “autoprestarse” —usar dinero de sus otras empresas— 8 millones y medio de dólares para eliminar una hipoteca que tenía de El Comercio con Banco del Pacífico. Esto, de acuerdo a un reporte de la Superintendencia de Compañías de fines de 2022.
Según el mismo reporte, en liquidaciones el medio debía hasta fines del 2022 casi 3 millones de dólares. Y en efectivo y equivalentes (caja y dinero en varios bancos), en 2021 El Comercio tuvo un poco menos de 62 mil dólares. En 2022, un aproximado de 90 mil dólares, según información de la Superintendencia de Compañías, citado por Fundamedios.
“Hay una indolencia”, asegura Marcela Torres al hablar sobre El Fantasma González. “Se dice que él no vende ni una sola propiedad. Prefiere que la gente se muera de hambre”.
Patricia Armijos es una joven periodista que trabajó en El Comercio de marzo de 2022 hasta abril de 2023. Entró en plena época de problemas. Y se lo hicieron saber de entrada.
“La primera persona con la que me entrevisté me lo dejó claro”, cuenta. “Me dijo ‘tú sabes, la situación está complicada. Puede ser que exista un retraso en el sueldo. ¿Tendrías problemas?”. Patricia Armijos preguntó de cuánto era el retraso, le dijeron que de 15 días a un mes. Pensó que lo podría soportar.
En su segunda entrevista, ya con Recursos Humanos, pasó lo mismo, le dijeron casi las mismas palabras. Salvo con una pregunta adicional: ¿Tienes cómo sustentar tus gastos si hay retrasos? En ese tiempo había cómo. Ella y su familia tenían una licorería.
El primer retraso fue al primer mes: se le pagó el sueldo a los 15 días. En el segundo mes, su sueldo llegó casi al siguiente mes.
El retraso fue constante, lo que iba generando preocupación tras preocupación.
Para Armijos —que vio cómo se iba deteriorando todo, hasta que decidió salir—, El Comercio era el lugar en el que quería trabajar cuando terminara su carrera en la Universidad de Las Américas. Como estudiante fue de visita varias veces a la redacción, ubicada al sur de Quito, y estaba maravillada con lo que veía.
“Era como conocer el paraíso, lo que siempre había soñado toda mi vida. Estar ahí, en esos jardines, esa redacción abierta y grande, hacer periodismo. Era preciosísimo. Me decía que iba a trabajar ahí, y se dio”, recuerda.
Ese sueño, dice, se cumplió de alguna forma, pero no como ella quería: “Terminó siendo una pesadilla”.
Era un momento de rumores entre pasillos, de gente que tuvo que salir de las casas que alquilaban, de colegas que se tuvieron que dedicar a manejar Uber. También era un ambiente de comentarios que aseguraban que González no iba a dejar caer al diario, que tiene costumbre de “salvar al peor”. Pero al parecer siempre había un medio peor dentro de la larga lista de medios de los que El Fantasma es dueño —de acuerdo a Fundamedios, en Ecuador, él tiene 35 medios.
Fueron semanas entre 2022 y 2023 en las que conductores de las camionetas del diario, que cobraban con facturas, simplemente dejaron de hacer coberturas porque preferían hacer otros trabajos del día en el que sí les pagaban.
“Desde ahora puedo ver lo que aprendí y la experiencia periodística que conseguí, pero lo hice a costa una terrible ansiedad, de problemas de salud mental. Fue muy duro, fue poner la vida en riesgo”, dice Armijos.
Todavía hay gente que está “trabajando” en El Comercio tanto en las instalaciones al sur de Quito, en la calle El Tablón, como en las oficinas del edificio Aragonés, al norte de la ciudad. Varias áreas, como producción, siguen en funciones. No hay certeza de qué es lo que están haciendo en este momento.
Pero la redacción sigue de “brazos caídos”. El medio que por 117 años publicó noticias del Ecuador no lo hace más. Mientras, el tiempo pasa y el medio tradicional de Quito que se convirtió en sinónimo de la palabra periódico, parece que respira sin estar respirando.