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Google ha matado al Chromecast Adiós a un producto amigable y asequible

Google nos tiene hartos ya con tanto matar buenos productos y servicios. Lleva haciéndolo tanto tiempo que su cementerio está de lo más poblado. Estábamos acostumbrados a que lo que matara fueran sobre todo buenos servicios como Google Reader (qué gran pérdida), pero su último movimiento en este sentido es una verdadera tragedia. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página para poder ayudarte. También puedes participar en el WhatsApp Ecuador.

Y lo es porque Google acaba de matar el Chromecast. El lanzamiento de los nuevos Google TV Streamer (4K) marca un antes y un después en la estrategia hardware de la compañía, que sustituye completamente la familia Chromecast con este dispositivo que es bastante más caro pero que a priori no parece bastante mejor. Es, una vez más, la mierdificación de la tecnología.

 

Amábamos los Chromecast

En 2013 Google lanzaba al mercado su Chromecast de primera generación, un dongle HDMI que nos permitía ver en la tele contenidos que lanzábamos desde nuestro smartphone.

Era el inicio de una familia fantástica de dispositivos que convertían la experiencia televisiva en algo mejor. Aquellas soluciones fueron evolucionando, aunque los primeros años lo hicieron de forma tímida con los Chromecast de segunda generación (2015) y los Chromecast de tercera generación (2018).

Sin embargo las cosas cambiaron radicalmente en 2020. Fue entonces cuando llegó un producto que en mi opinión era casi perfecto: el Chromecast con Google TV (4K). Añadir un mando a distancia e independizar el dispositivo del móvil fue un acierto absoluto, y esta solución pronto se convirtió en uno de los accesorios perfectos para disfrutar más de todo tipo de contenidos en nuestras Smart TVs.

Es cierto que el Chromecast con Google TV (4K) no era del todo barato. Su precio de lanzamiento era de 69,99 euros, pero con el tiempo fue posible encontrarlo bastante rebajado en momentos puntuales. A pesar de todo, a partir de ese momento en Google parecieron decidir que aquello ya no daba para mucho más.

De hecho, jamás hubo un verdadero sucesor de ese producto, y en lugar de eso vimos una variante degradada, el Chromecast con Google TV (HD) que simplemente eliminaba el soporte 4K y permitía así contar con una opción más asequible y que se lanzó a un precio de 39,99 euros.

Con todo y con eso, el Chromecast con Google TV en cualquiera de sus variantes seguía siendo una opción perfecta para disfrutar de una experiencia televisiva fantástica. La versión de Google TV disponible en estos dispositivos planteaba y plantea una de las mejores interfaces de uso de este tipo de productos, y la sencillez y prestaciones del dispositivo y su mando eran ejemplares.

Amábamos los Chromecast y Google lo tenía fácil. El lanzamiento de los nuevos Google TV Streamer (4K) podía haber sido simplemente un elemento más ambicioso de esa propuesta, pero no. Google decidió que ya era hora de matar al Chromecast, y aunque mantendrá el soporte de los dispositivos actuales, no fabricará más y solo seguirá vendiéndolos hasta que agote las existencias.

Y eso es una tragedia.

 

La mierdificación de la tecnología

Ya hablamos en el pasado de la mierdificación. El término es una traducción libre de ‘enshittification’, acuñado por el escritor Cory Doctorow, que lleva denunciando este tipo de fenómeno desde hace tiempo.

Él aplica ese término sobre todo a la evolución de las plataformas sociales como Facebook o Twitter, y de ellas dice lo siguiente:

«Así es como mueren las plataformas: primero, son buenas para sus usuarios; luego, abusan de sus usuarios para mejorar las cosas para sus clientes empresariales; finalmente, abusan de esos clientes empresariales para recuperar todo el valor para sí mismas. Entonces, mueren.

Yo llamo a esto enshittificación, y es una consecuencia aparentemente inevitable que surge de la combinación de la facilidad de cambiar la forma en que una plataforma asigna valor, combinada con la naturaleza de un «mercado de dos lados», donde una plataforma se sitúa entre compradores y vendedores, manteniendo a cada uno como rehén del otro, rastrillando una parte cada vez mayor del valor que pasa entre ellos».

Y eso es justamente lo que está ocurriendo con los Chromecast. Primero fueron buenos para los usuarios, luego para los clientes empresariales (que han acabado logrando meter publicidad y empeorar la experiencia), y por último solo están siendo buenos para la propia Google.

Con el lanzamiento de los Google TV Streamer (4K) tiene ante sí un producto que básicamente permite ampliar margen de beneficio perjudicando a los usuarios. Era muy fácil seguir ofreciendo la opción más asequible con los Chromecast con Google TV (4K)/(HD), pero eso no ocurrirá. Esos productos, sencillamente, mueren.

Google probablemente intuyó que de haber mantenido esos dispositivos, las ventas de los nuevos productos serían marginales. ¿La solución? Erradicarlos y ofrecer únicamente la opción más cara y ligeramente superior en prestaciones.

 

Un producto discutible

El nuevo Google TV Streamer (4K) llega con formato set-top-box. Deja de ser un producto escondido detrás del televisor para querer estar bien a la vista, al estilo de otros productos en esta versión como el Apple TV 4K o el Amazon Fire TV Cube, que son propuestas más ambiciosas, más potentes y más caras que las que encontrábamos en los dongles HDMI como el Chromecast o los Fire TV Stick.

El nuevo dispositivo es también algo más potente: incluye el doble de RAM (4 GB) y cuatro veces el almacenamiento (32 GB), buena noticia para poder instalar más aplicaciones.

También presume de un procesador que según Google es un 22% más rápido que el anterior, una cifra muy poco llamativa teniendo en cuenta que han pasado cuatro años desde el lanzamiento del Chromecast con Google TV (4K) original. No parece por tanto que podamos usarlo como consola de videojuegos ocasional, algo que por ejemplo hubiera tenido sentido y que hubiera potenciado aquella otra plataforma que Google mató, Stadia. El procesador, como indican en Android Authority, es un Mediatek MT8696, el mismo que se usa en los Amazon Fire TV Stick 4K Max.

La conectividad por cable gana enteros con su puerto HDMI 2.1 y con un interesante puerto Ethernet, pero no hay cable HDMI incluido en la caja. El nuevo set-top-box de Google ofrece soporte 4K HDR con Dolby Vision y Dolby Atmos. No lo hace tanto la conectividad inalámbrica: es 2024 y este producto cuenta solo con soporte Wi-Fi 5, probablemente para recortar gastos. El Fire TV Stick 4K Max de Amazon, que se vende casi a la mitad de precio que este nuevo dispositivo de Google, cuenta con Wi-Fi 6.

Pero en Google recurren al argumento de ventas de este 2024 para tratar de llamar nuestra atención. El Google TV Streamer (4K) ofrece opciones de inteligencia artificial gracias a la inclusión de algunas funciones de Gemini.

Eso permite por ejemplo obtener resúmenes de episodios de series o incluso de temporadas completas, o también contar con recomendaciones personalizadas que teóricamente serán mejores a las que ya se ofrecían de serie en el sistema operativo Google TV/Android TV. Poder usarlo además como centro de control de la domótica del hogar —soporta los protocolos Thread y Matter— es otra de sus teóricas ventajas.

Aquí sugen varias preguntas. La primera, si esas prestaciones son suficientes para el precio que tiene el dispositivo. La diferencia es notable respecto a su predecesor 4K (119 euros frente a 69,99), y aunque las prestaciones mejoran, a en ese rango de precios hay productos muy competitivos como los mencionados Apple TV 4K (más caro, sí, pero con un potentísimo A15 Bionic) o los Fire TV Cube.

De hecho y como comentaba mi compañero Antonio Sabán en Twitter, puede que el Apple TV 4K sea caro, pero tiene un chip mucho más potente y más capacidad de almacenamiento, algo que parece buena idea para un dispositivo que tendrás en tu casa muchos años. El Google TV Streamer (4K) es mucho más modesto en su chip e incluso en su memoria, sobre todo si quieren potenciar el uso de funciones de IA. Como inversión a largo plazo, el producto de Google no parece tan atractivo.

La segunda pregunta, ya mencionada en el texto, es más obvia y tenemos la respuesta. ¿Por qué matar a los Chromecast? ¿Por qué no seguir fabricándolos y vendiéndolos para quienes quieran esa otra opción?