La Trinitaria dejó el ‘peloteo’ por escuchar a la sinfónica
“No me sé muchas de Jaramillo, pero ya mismo cuando tome, más noche, ahí me pregunta”, dijo Corozo y sacó un puñado de servilletas para retirarse el sudor.
Atrás, nuevamente desde la ‘tribuna’ de Francel, estuvo casi todo el tiempo como colega de cancha, Roberto Casquete, quien da guardianía al área inaugurada en marzo del 2016.
El plus del lugar que cuida es que ahí tienen césped sintético. Esta vez como hay concierto nadie puede mover el balón, pero los niños le han sacado ventaja. Casquete sigue asombrado igual.
“Este tipo de conciertos no se ha dado; si han venido a presentarse, pero tipo dramas, como teatro de los evangélicos”, contó.
Uno de los arcos de la cancha no fue retirado y sobre él se armó el parque de diversiones para cinco niños. Todos se balancearon. Los que prefirieron el césped solo corrían libres y sin adultos. Los ‘grandes’ estaban de concierto.
Afuera de la cancha ubicada en la Coop. Desarrollo Comunal I igual hubo oyentes. Bacilia Oleas salió con su familia —siete hijos y un montón de nietos— a escuchar. No pudo estar todo el tiempo porque tenía pendientes con la cocina. Una de sus hijas estuvo, pero lo que oía desde las rejas de la cancha no era de su agrado: “En mi casa lo que se escucha es reguetón, salsa choque, cumbia, merengue”.
Al salir de la Trinitaria, donde la Espol y su Centro de Estadísticas, calculó en su momento se concentraban 75 605 habitantes, llegaron los ritmos preferidos del sector: reguetón desde las tricimotos y rap desde una casa donde horas antes hubo bautizo.