Crítica: Tras 29 años Spike Lee regresa a Cannes
“Estados Unidos se edificó sobre la sangre de genocidios de los nativos y la esclavitud. ¿La cuna de la democracia contemporánea? Estupideces. Y (Donald) Trump, investigado y, contemporáneamente votado, pero ¿qué diablos tienen en la cabeza los norteamericanos?”. Bienvenido de retorno a la Croisette. Spike Lee, a sus 61 años, sigue siempre talentoso y provocador, porque en esta emergencia mundial de las derechas extremistas, “que no solo es un hecho americano, gente, despierten, ¡despertemos todos!”-, el director afroamericano, radicado en Atlanta, tenía que poner su grano de arena para sacudir a la audiencia con su nueva película, Blackkklansman, recibida ayer con standing ovation en Cannes, en competición.
Lee despierta del letargo y resurge luego de 29 años de ausencia en el festival más prestigioso del mundo, después de la aclamada Do The Right Thing. Abundan los tuits y mensajes en las redes sociales por parte de la crítica internacional solicitando desde ya que se le otorgue Palma de Oro.
Su nueva entrega está ambientada en Colorado Springs, en los años 70. Aunque provocó muchas risas durante la proyección, no se puede definir como comedia, ya que cuenta la historia de un policía negro (Ron Stallworth, realmente existió y es el autor del libro homónimo en el que basa el filme), quien para combatir desde las entrañas al creciente Ku Klux Klan decide infiltrarse, con una estrategia, tanto ingeniosa cuanto demencial, para obviar su color de piel, naturalmente negra. Lo encarna John David Washington (hijo de Denzel y quien fuera “Malcolm x” del propio Lee, en 1992) mientras su alter ego blanco, pero también hebreo, es Adam Driver, compañero de oficio. La trama le permite también al cineasta afianzar sus ideas sobre el “poder negro”, a través de Patricia (Laura Harrier), líder de los estudiantes negros y de quien Ron se enamora, y burlarse de los blancos del Klan, cuyos miembros son una tropa de exaltados y mentecatos.
Como es usual, Lee oscila entre lo didáctico y lo espectacular. Se trata de una obra explosiva, desbordante de ideas y de símbolos icónicos, muy entretenida y hábilmente realizada, que reitera su empeño político y militante en la causa antirracista, pero abierta también a apoyar todos los grupos humanos hostigados. Y es que “el Ku Klux Klan no es solo un asunto entre blancos y negros. Los hebreos, por ejemplo, son los segundos en la lista”, afirmó el cineasta. “¿Queda lugar para la esperanza? Yo creo en la esperanza y quisiera que este filme sea visto así. Pero no soy ni sordo ni ciego, así que creo que puedes tener esperanza y a la vez preocuparte con lo que está sucediendo”.
Lee ya tenía su final rodado, pero al ver en la CNN las impactantes imágenes de lo sucedido en Charlottesville, Virginia, donde Heather Heyer, una mujer de 32 años murió atropellada junto a otros manifestantes contrarios a los supremacistas blancos que protestaban en la ciudad, decidió incluirlas. Para ello, obtuvo el permiso de la madre de la víctima, y esto sirvió como escena de arranque y de cierre del filme, el prólogo perfecto. (I)






