Es la mpox el nuevo covid 19
La respuesta, por supuesto, no es un sí o un no tajantes. Para responder si la mpox es el nuevo covid-19, debemos hacer algunas precisiones. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página para poder ayudarte. También puedes participar en el WhatsApp Ecuador.
Es la mpox el nuevo covid 19
Ambas infecciones son causadas por virus, pero el SARS-CoV-2, responsable de la pandemia de covid-19, que padecimos con mayor severidad entre 2020 y 2021, se propaga principalmente a través de gotículas respiratorias y aerosoles. Esto facilita una rápida transmisión en espacios cerrados, inclusive si la persona ha dejado de estar en ese lugar.
En cambio, el virus *Orthopoxvirus* Clado I que produce la mpox actual, requiere contacto directo con fluidos corporales, lesiones en la piel o materiales contaminados (como ropa usada, sábanas y toallas), lo que lo hace menos contagioso en situaciones cotidianas. Sin embargo, esta situación podría cambiar conforme avance la epidemia.
Respecto a la gravedad de los síntomas, el covid-19 puede causar enfermedades respiratorias graves y complicaciones sistémicas. La mpox, generalmente, presenta síntomas más leves.
Aún así, la mal llamada “viruela del mono” puede ser dolorosa y desfigurante debido a las lesiones cutáneas que genera, con complicaciones que incluyen ceguera, inflamación del cerebro y muerte.
Otra diferencia es que *Orthopoxvirus* Clado I, el virus que causa la mpox, fue identificado por primera vez en 1958. El SARS-CoV-2, en cambio, era un virus desconocido hasta que se desató la pandemia planeteria en China en 2019.
*Orthopoxvirus* Clado I fue descubierto hace más de sesenta años, en simios de laboratorio, lo que llevó a su denominación original. Por cierto: el término “viruela del mono”, «viruela africana» o “viruela del Congo” es un nombre que, aunque popularmente utilizado, es profundamente erróneo.
Esta denominación ha contribuido a una peligrosa serie de malentendidos y prejuicios globales, incluyendo la matanza innecesaria de animales en ciertos países y la propagación de la xenofobia en otros.
Por eso, la OMS ha establecido el nuevo nombre “mpox”, para evitar los errores de estigmatización vistos durante la pandemia de covid-19. En aquel entonces, se utilizaron letras griegas para evitar la discriminación basada en el origen de las variantes, como la variante “china”, “india”, “brasileña”, “inglesa”, entre otras.
Dicho esto y volviendo a la mpox, los verdaderos portadores y transmisores de esta enfermedad son roedores. Entre ellos, las ratas gigantes de Gambia, los lirones y los perros de las praderas en regiones de África central y occidental.
Aunque tradicionalmente se transmitía de animales a humanos (lo que se conoce técnicamente como zoonosis), ha evolucionado para propagarse de persona a persona. Este cambio alarmante se documentó por primera vez en 1970, en un niño de nueve meses en la República Democrática del Congo.
Desde entonces, la enfermedad ha pasado de ser una infección limitada a ciertas regiones africanas a convertirse en una amenaza global en los últimos años.
Entre mayo de 2022 y la actualidad, el virus ha infectado a decenas de miles de personas en alrededor de 100 países, un crecimiento que llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a declarar el brote como una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII), el 23 de julio de 2022.
Entonces, a pesar de que la mpox no es un nuevo virus, ya que se conoce desde hace más de medio siglo, lo que nos da una ventaja significativa en términos de conocimiento y desarrollo de vacunas, no podemos relajarnos porque el riesgo potencial de una pandemia no debe ser menospreciado.
La mpox presenta dos variantes principales, Clado I y Clado II, que difieren significativamente en su virulencia y distribución geográfica.
La Clado I es endémica en la cuenca del Congo (África central). Es más virulenta, ha causado brotes más severos y tiene una mayor capacidad de propagarse en poblaciones humanas. Esta variante es la que actualmente ha generado la alerta mundial.
La Clado II es endémica en África occidental. Tiene una tasa de mortalidad más baja. Aunque es menos mortal que Clado I, sigue siendo una amenaza significativa, especialmente en áreas con sistemas de salud frágiles.
En la actualidad, la mpox Clado I ha desatado las alarmas mundiales debido a que está provocando más casos de los esperados en las poblaciones africanas donde ya es endémica. Se han registrado más de 16 mil infecciones, y más de 550 muertes en lo que va de esta epidemia, con la mitad de los casos en niños y muertes reportadas en mujeres embarazadas y menores de 5 años.
Además, existen reportes de tasas de letalidad que alcanzan el 10%, mientras que, en la anterior epidemia por mpox Clado II, la probabilidad de morir de una persona infectada era menor al 1%.
En Ecuador, las autoridades sanitarias respondieron rápidamente ante el aumento de casos de mpox en 2022 y . En octubre de 2022, adquirieron 5,800 dosis de vacunas, de las cuales 1,800 fueron distribuidas inmediatamente a grupos de mayor riesgo, como personal de salud y personas en contacto directo con casos confirmados.
Pero incluso con estas medidas, los casos siguieron aumentando hasta alcanzar 441 contagios a finales de ese año, aunque no se reportaron muertes ni hospitalizaciones.
En , la situación mejoró con una segunda fase de vacunación en marzo y la disminución de casos. Hasta agosto del año siguiente, se han reportado alrededor de 700 infecciones pero todas son del anterior brote de mpox Clado II, menos contagiosa y agresiva, por lo que no se han reportado muertes y solo unas pocas hospitalizaciones.
Hasta el momento, en nuestro país no se ha reportado mpox Clado I y, a pesar de haber casos sospechosos en aislamiento, estos no han salido del país ni han tenido contacto con turistas de zonas donde ya se han reportado infecciones del Clado I.
A pesar de esto, siempre es preferible estar preparados para enfrentar a este virus mortal. Se deben activar protocolos de vigilancia para el adecuado cerco epidemiológico, rastreo de casos, vacunación en anillos y aislamiento efectivo de casos sospechosos y confirmados. Debe haber puntos centinela en aeropuertos para control y asistencia sanitaria que también son cruciales.
El monitoreo de aguas residuales ha demostrado ser una herramienta importante para identificar el virus antes de que se reporten contagios y detectar su presencia, lo que permite identificar áreas con potenciales brotes antes de que se propaguen masivamente. En nuestro país, esta estrategia no se ha implementado.
Además, es vital implementar campañas informativas dirigidas a viajeros que puedan estar en riesgo de contraer o diseminar la enfermedad, especialmente aquellos que provienen o se dirigen a zonas endémicas.
Es necesario ampliar la campaña de vacunación para incluir no solo a los profesionales de salud, sino también a otros grupos vulnerables, como personas con sistemas inmunológicos comprometidos y aquellos en contacto cercano con personas infectadas.
Más allá del manejo científico y sanitario de la crisis actual por mpox, la pandemia de covid-19 y el brote de mpox han dejado al descubierto las graves deficiencias en los sistemas de salud, especialmente en América Latina y el Caribe.
Estos sistemas, subfinanciados y mal equipados, no están preparados para enfrentar crisis de gran magnitud, lo que resalta la urgencia de fortalecer los sistemas sanitarios locales, promoviendo la investigación y el desarrollo de tecnologías propias. La dependencia de otros países para obtener vacunas e insumos críticos pone en riesgo la capacidad de respuesta y expone a nuestras poblaciones a vulnerabilidades evitables.
Las pandemias no solo exponen las debilidades de nuestros sistemas de salud, sino también la fragilidad de nuestra preparación colectiva ante lo inesperado.
En 2020, sufrimos la incertidumbre de lo que podría pasar mientras algunos tenían la convicción errada de que a Ecuador jamás llegaría el covid-19.
Lamentablemente, la pandemia llegó. Se llevó a más de 100 mil muertos en exceso, según cifras del Registro Civil ecuatoriano, ubicando a Ecuador como uno de los peores países en manejar la pandemia, con excepción de la vacunación que, aunque tardía, salvó muchas vidas.
La dependencia de otros países para el suministro de vacunas, medicamentos e insumos médicos pone de manifiesto la falta de inversión en adquirir y desarrollar conocimiento, junto a la incapacidad de la región para generar ciencia y tecnologías sanitarias propias.
Esta dependencia limita la capacidad de respuesta y aumenta la vulnerabilidad ante futuras crisis de salud.
Hoy enfrentamos un desafío planetario de dimensiones desconocidas. Nos enfrentamos a una transmisión viral intercontinental, una infección que ha resurgido inesperadamente, con fuerza y sin clemencia en países donde los virus siempre hacen presa de la inequidad en salud y de la pobreza.
La falta de compromiso mundial en esta ocasión ha cobrado la vida de alrededor de 600 personas, la mitad niños y mujeres embarazadas.
Una vez más, las inequidades sociales y económicas hacen que la peor pandemia sea la moral, y no la biológica. Corremos el riesgo de que países con mayores recursos puedan combatirla con facilidad. En otros, incluido el nuestro, estamos cruzando los dedos para que no arribe y tener que contar y lamentar las muertes evitables en nuestra población.
La radiografía de la mal llamada viruela del mono es, sin duda, una muestra más de que una infección prevenible y controlable, sin el apoyo mundial y sin un enfoque de salud planetaria, puede desencadenar una nueva pandemia.
Por tanto, es imperativo que aprendamos de nuestras fallas recientes y tomemos medidas preventivas decisivas antes de que el costo humano y social sea irreparable.
Esas son las diferencias biológicas y las similitudes reales y pragmáticas que uno encuentra cuando quiere responder con seriedad, sin alarmismo pero con claridad, la pregunta de si la mpox es el nuevo covid-19. En todo caso y en definitiva, debemos prepararnos para el peor escenario, sin dejar de mantener la esperanza de que el desenlace sea favorable.
Médico epidemiólogo, experto en Salud Pública. Profesor universitario por más de 15 años y director del Centro de Investigación en Salud Pública y Epidemiología CISPEC. Exdecano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad UTE y miembro de la Red Cochrane Iberoamericana.