José Delgado: “¡Visité la tierra de los ‘zombis’!”
Al llegar alguien me ofreció ‘el tiquete para mi viaje’, la dosis. Mi identidad la protegía una chompa con capucha, gafas, gorra y la determinación de saber de que tenía que regresar con el deber cumplido. Informar lo humano de lo inhumano.
-“Ñañito, ¿qué necesitas?¿‘Lo tuyo’? El sujeto se acercó y con familiaridad me ofreció lo que sé, sin duda, ha matado a millones alrededor del mundo. No daba para hablar del pánico. El hombre me ofreció un ‘coctel’.
-¡Dios mío! ¿Dónde me metí? Pensé que como cronista callejero he sido avezado, pero que esta vez sí necesitaba más que de la buena suerte… ¡De la mano de Dios!
“Pana, soy el propio, lo que tengo te va a poner bonito. Dime si quieres una porción o te hago un combinado como si fuera un ‘banderazo’. Habla, tú decides qué deseas”, dijo.
No supe qué contestarle. Seguía preso de los nervios. Sentí pesar por las decenas de personas que vi allí y no pueden decir un “No” . Al mismo tiempo pensé que podrían descubrirme. Mis pensamientos se confundían. Pero, era tarde, las cartas ya estaban echadas. Le dije que tenía un par de dólares.
“Mi brother, ponte una lata más y te traigo un poco de ‘variedad’’ para que veas que aquí se te trata bien”. Ante la afirmación miré a lo lejos para situar el carro en el que se encontraban mis compañeros. La realidad me era molesta y buscaba un ‘Plan B’, es decir, si me tocaba abortar el cubrimiento lo haría…
Sin pensarlo mucho me dispuse a dar por terminada mi visita ‘a la tierra de los zombis’ . Se me antojó que el asunto podría tornarse de vida o de muerte… Confieso que tenía un miedo colosal pero -decidido- no di marcha atrás. La inmersión periodística había perdido ‘la retro’. ¡Para adelante!
Tres minutos después el mismo sujeto regresó. Como si nada, sacó el ‘asunto’. Le afirmé: “No, pana, solo tengo lo que te dije”. No me dijo nada y se fue. Descansé.
Siguió la experiencia que me llevaría a conocer a otro ‘contacto’, quien se puso a las órdenes, según él, para darme “la mejor del mercado, la que acaba de llegarme”. “Mi yunta, no te habrás dejado cuentear por mi amigo, es buen dato, pero lo que te trajo es ‘basura’. Te puedo hacer un combo buenísimo”.
Me pidió plata para ir a ver la mercadería. Todo esto se daba en una especie de canchón donde se distribuye y consumen estupefacientes a diestra y siniestra. Todo repleto de gente.
“¿Cómo llega la ‘merca’ a este lugar?”, me pregunté. Aún es una incógnita para muchos, entre ellos, los habitantes del sitio quienes hasta hace apenas 5 años vivían pacíficamente. Sin embargo, hoy por hoy puede decirse que ‘zombilandia’ colonizó todos los espacios.
Dolorosa realidad






