El músculo del trabajo
La mayoría de nosotros buscamos carreras profesionales a prueba de fallos. Solemos primar la estabilidad y la previsibilidad, se elogia a quien consigue perdurar en un mismo sitio y vivimos en una cultura en la que el funcionariado se anhela por la seguridad que lleva implícita. Pero en un mundo cada vez más volátil, ese enfoque podría ser lo que nos hace más vulnerables. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página para poder ayudarte. También puedes participar en el WhatsApp Ecuador.
O eso es lo que explica Nassim Taleb en sus libros ‘El cisne negro’ y ‘Antifrágil’. Hay sistemas que no solo resisten al caos, sino que mejoran con él. Como el músculo que se fortalece tras someterlo al estrés adecuado. ¿Cómo podemos aplicar esto a nuestra vida laboral?.
La trampa de la seguridad
Cuando optimizamos todo para un escenario «normal», nos volvemos muy frágiles ante cualquier desviación. Es el caso de quien…
- Depende de un único empleador.
- Tiene una única habilidad.
- Vive evitando el cambio.
- Se aferra a métodos obsoletos.
Según los planteamientos de Taleb, podemos escapar de esa inercia por nosotros mismos. ¿De qué forma?
- Aumenta tus fuentes de valor. Desarrollando más habilidades y especialidades, cultivando proyectos paralelos e invirtiendo en distintos tipos de activos. La idea es no poner todos los huevos en la misma cesta. No se trata de dispersarse, sino de crear una red de seguridad flexible.
- Búscate problemas (controlados). El crecimiento viene del estrés positivo. Acepta proyectos que te hagan aumentar la tensión, mantente al día con nuevas herramientas o habilidades. Sentirse tonto no es algo de lo que huir, sino en lo que profundizar hasta dejar de sentirse así. Como en el gimnasio: sin tensión no hay progreso.
- Mantén las puertas abiertas. Una situación cómoda puede, nunca mejor dicho, acomodarnos. Sin embargo, puede llegar el día en que eso termine, y será mejor estar preparados. Y para eso podemos cultivar relaciones profesionales más allá de las de nuestra empresa, guardando un colchón de seguridad y estando al día en nuestro campo laboral.
Los cisnes negros como oportunidad
El concepto ‘cisne negro’ hace referencia a un evento imprevisible de alto impacto, cuyas consecuencias pueden ser devastadoras… o transformadoras. Por ejemplo, el 11-S, la pandemia de 2020 o el repentino auge de la IA generativa.
La diferencia la marca cómo de preparados nos pillan esos sucesos repentinos.
Algunas ideas prácticas para estar mejor preparados:
- Mantén bajos tus gastos fijos. Cada euro que comprometemos mensualmente es un grillete en los tobillos cuando necesitamos movernos rápido. Vivir sin apenas margen financiero nos puede suponer tener que renunciar a las grandes oportunidades que lleguen, o quedarnos fuera de juego cuando vengan mal dadas.
- Aprende habilidades transferibles. Son las que «viajan bien» de una industria a otra. Y funcionan como un seguro de vida profesional. La capacidad de gestionar proyectos, manejar equipos, escribir bien o saber analizar datos tiene valor en cualquier área. Especializarse demasiado nos deja en riesgo de ser dinosaurios cuando cambie el viento.
- Experimenta inteligentemente. Por ejemplo, lanzando pequeños proyectos que puedan crecer. Un blog, un canal de YouTube, una newsletter… Son proyectos con un coste de entrada muy bajo que se pueden convertir en activos valiosos. Y si no llegan muy lejos, siempre nos habrán supuesto nuevas habilidades: una mejor escritura, capacidad de hablar a cámara, nociones de edición de vídeo, transmisión eficaz de ideas…
- Diversifica ingresos, no solo gastos. Tan simple como invertir pequeñas cantidades al mes en fondos indexados o tan complejo como montar un negocio en paralelo. Lo importante es no dejar que nuestros ingresos vengan de una sola fuente. Por si llega el día en que esa fuente se seca.
La paradoja final es que la verdadera seguridad profesional viene de abrazar cierta inseguridad controlada. Una vez más: como el estrés al que sometemos al músculo en el gimnasio para asegurarnos su crecimiento.
No se trata de ser un imprudente, sino de cierto arrojo o valentía estratégica. En un mundo tan cambiante como el de este siglo, poder beneficiarse de la incertidumbre y llegar preparado a ella es una ventaja. Incluso una necesidad para sobrevivir.