10 de agosto de 1809 ¿independencia o autonomía?
El lunes 10 de agosto se conmemorarán 211 años del denominado »Primer Grito de Independencia». Para muchos simplemente será un feriado nacional más, no recuperable. Pero entre otros aún surgen apasionados debates sobre si el 10 de agosto de 1809 significó el punto de partida para la luz de la Independencia de América del Sur, que le dio a Quito el sello de »Luz de América», o solo se trata de un episodio puntual de autonomía, en el que un grupo le juró lealtad a un rey que entonces estaba exiliado por presión de las fuerzas napoleónicas.
Uno de los puntos clave del Acta del 10 de agosto de 1809 indica lo siguiente:
Declaramos que los antedichos individuos unidos con los representantes de los Cabildos de las provincias sujetas actualmente a esta gobernación y las que se unieren voluntariamente a ella en lo sucesivo, como son Guayaquil, Popayán, Pasto, Barbacoas y Panamá, que ahora dependen de los Virreinatos de Lima, y Santa Fe, las cuales se procura atraer compondrán una Junta Suprema que gobierne interinamente a nombre, y como representante de nuestro legítimo soberano, el señor Don Fernando Séptimo, y mientras su Majestad recupere la Península, o viene a imperar». Fragmento del Acta del 10 de agosto de 1809
Quién era Fernando VII
El acta se refiere al rey conservador y absolutista Fernando VII, quien era llamado el Deseado. Este personaje -calificado como »el peor rey de España»- llevó a cabo una conspiración contra su padre aprovechando el descontento alrededor del primer ministro Manuel Godoy, pero en 1807 sus intenciones fueron descubiertas y tras declararle culpable el rey lo absolvió.
Luego, en 1808, Fernando VII lideró el motín de Arajuez, un levantamiento mediante el cual finalmente le arrebató el trono a su padre. Pero en medio de esto se daba la ocupación de las tropa napoleónicas.
Napoleón Bonaparte, el emperador de los franceses, hizo que Fernando VII acudiera a Bayona (Francia) a una entrevista con él y donde su padre Carlos IV se encontraba exiliado.
La intención de Napoleón era que Fernando VII renunciase a la corona española. El mariscal Joaquín Mural al mando de las tropas francesas en España tenía la orden de llevar al resto de la familia real a Francia para así proceder a la sustitución de los Borbones por los Bonaparte.
Napoleón nombró rey de España a su hermano José I Bonaparte, que reinaría en España desde 1808 a 1813.
Exiliado en territorio francés, el monarca sin trono vivía en una especie de cautiverio aunque recibía clases de baile y música, podían montar a caballo y pescar. El rey español siempre mantuvo una actitud servil hacia Napoleón, según relató el emperador francés durante su destierro en la isla de Santa Elena.
Retoma el reinado
A su regreso a España en 1814, Fernando VII recuperó el trono, derogó la Constitución de 1812 -promulgada por las Cortes Generales españolas o Cortes de Cádiz-, y reinstauró el absolutismo.
José Joaquín de Olmedo y Vicente Rocafuerte tuvieron que esconderse y escapar de España debido a la persecución que emprendió Fernando VII sobre los integrantes de la disuelta Cortes de Cádiz, donde participaron tanto el poeta que se convertiría en figura clave en la independencia guayaquileña, así como el expresidente de Ecuador.
El segundo periodo de Fernando VII en el trono terminó el 29 de septiembre de 1833, cuando murió a los 48 años. Para entonces España -salvo por algunas islas en el Caribe- ya había perdido la mayor parte de sus colonias americanas.
- Guayaquil nació en la antigua Riobamba, pero no ocurrió precisamente un 25 de julio
- Hallazgo revive encuentro entre Bolívar y San Martín
¿Independencia o autonomía?
El 10 de agosto de 1809 fue destituido el Presidente de la Real Audiencia de Quito, Manuel Urriés Conde Ruiz de Castilla, instalándose una Junta Soberana de Gobierno, teniendo como autoridades principales a Juan Pío Montúfar, II marqués de Selva Alegre, en el cargo de presidente de la junta; y a José Cuero y Caicedo, obispo de Quito, como vicepresidente.
Frente a esto, las autoridades españolas dispusieron eliminar la junta movilizando tropas desde Guayaquil, Popayán y Pasto con la misión de tomar Quito; al ser apresados y condenados, el pueblo de Quito emprendió en acciones para rescatar a los patriotas encarcelados en el Cuartel Real de Lima, hecho que terminó en la masacre de los próceres el 2 de agosto de 1810.
Junta fiel al rey
El acta de 1809 detalla que la Junta Suprema tendrá ministros o secretarios de Estado. Se estipuló que la junta como representante del monarca tendrá el tratamiento de majestad: su presidente de alteza serenísima, y sus vocales el de excelencia, menos el secretario particular, a quien se le dará el de señoría. Además, tanto el presidente, los vocales y el secretario particular tenían asignado un sueldo.
(El presidente) prestará juramento solemne, de obediencia y fidelidad al Rey en la Catedral inmediatamente y lo hará prestar a todos los cuerpos constituidos, así eclesiásticos como seculares. Sostendrá la pureza de la Religión, los Derechos del Rey, los de la Patria, y hará guerra mortal a todos sus enemigos, y principalmente franceses valiéndose de cuantos medios y arbitrios honestos le sugieran el valor y la prudencia para lograr el triunfo».Fragmento del Acta del 10 de agosto de 1809
El historiador y catedrático Jaime E. Rodríguez, en su obra Los Orígenes de la Revolución de Quito en 1809, recalca que la revolución de Quito de 1809 no fue un movimiento por la independencia, sino que se trató de una reacción local ante la crisis de la monarquía española.
»A lo largo del siglo XVIII, el Reino de Quito experimentó un declive económico, político y jurídico. Supeditado a las capitales de dos virreinatos –Lima y Santa Fe–, Quito buscaba el estatus de una capitanía general independiente con el fin de liberarse del dominio de Nueva Granada y Perú», indica Rodríguez.
Indica que un grupo de quiteños, convencido de que España estaba perdida y de que los españoles en Quito traicionarían al reino y aceptarían el gobierno francés, decidieron tomar el control del gobierno y poner en práctica un programa que garantizara la autonomía y que promoviera sus intereses económicos. No obstante, otras provincias del reino, cuyos intereses se vieron amenazados, se opusieron a Quito y unieron fuerzas con los virreyes de Perú y Nueva Granada para extinguir el levantamiento que duró unos tres meses.
El historiador Juan J. Paz y Miño, en el boletín Significado histórico del bicentenario del 10 de agosto de 1809, indica que »si se examina con objetividad y lucidez históricas, se comprenderá que la revolución del 10 de agosto de 1809 no produjo la Independencia». Sin embargo considera que la fecha fue el »punto de partida» del proceso que llevó a la independencia de lo que hoy es Ecuador, que inició el 9 de octubre de 1820 en Guayaquily se concretó en la Batalla del Pichincha, el 24 de mayo de 1822.
- Jaime E. Rodríguez: ‘La revolución fue política’
- Guayaquil le causó una gran molestia a Simón Bolívar por los planes de su independencia
‘Luz de América’ y otros levantamientos iberoamericanos
El levantamiento del 10 de agosto fue sellado con el calificativo de ‘Primer Grito de Independencia‘ y así la ciudad de Quito fue conocida como ‘Luz de América‘ gracias al fraile chileno Camilo Henríquez, por ser la ciudad donde -según algunos historiadores- se dio inicio al proceso de independencia de las colonias españolas.
No obstante en otras regiones iberoamericanas ya se habían dado acciones similares en contra del régimen colonial.
Revolución de Chuquisaca
El 25 de mayo de 1809 se produjo un levantamiento popular contra las autoridades de la Real Audiencia de Charcas, en la ciudad de Chuquisaca -actualmente Sucre (Bolivia)- a favor de Fernando VII. Este hecho es conocido por la historiografía independentista iberoamericana como el »Primer Grito Libertario de América».
La caída Fernando VII provocó una crisis política en las colonias iberoamericanas. Los insurgentes bolivianos se levantaron ante los españoles y entre ellos destacó Bernardo de Monteagudo, quién manifestó su desacuerdo con José I Bonaparte.
El movimiento popular encabezado por Bernardo de Monteagudo y otros seguidores, fieles al rey Fernando, fue justificado por las sospechas de que la Real Audiencia de Charcas, dirigida por Ramón García de León y Pizarro, planeaba entregar el país a la infanta Carlota Joaquina de Borbón.
Se realizaron protestas populares en las calles de Chuquisaca bajo el lema ‘Muera el mal gobierno, viva el Rey Fernando VII’. Como llamada al pueblo, se hizo sonar una de las campanas de la iglesia de San Francisco hasta rajarse. La campana ahora es llamada ‘La campana de la libertad‘ y se toca cada 25 de mayo en honor a la ‘Chispa de la Liberación Americana‘.
El arzobispo Moxó y Francolí, acosado por la multitud y por pedido de algunos miembros de la Audiencia, inició gestiones ante García de León y Pizarro de para que pusiera en libertad a Zudañe, un juez que fue arrestado anteriormente durante la revuelta. Al no tener respuesta, se presentó ante él una delegación solicitando el retiro de la artillería desplegada por el gobernador.
García de León y Pizarro aceptó, pero una vez que entraron los delegados populares en el palacio, los oficiales leales al gobernador rechazaron las exigencias y abrieron fuego sobre la multitud matando a algunos de ellos.
El pueblo reaccionó apoderándose de la artillería y municiones, exigiendo el arresto del gobernador. Como consecuencia, García de León y Pizarro dimitió y la Audiencia asumió el mando político y militar de la zona, nombrando a Álvarez de Arenales como comandante general del ejército.
La Revolución de Chuquisaca es considerada por los historiadores como el primer movimiento independentista en Iberoamérica. Sin embargo, existe una reciente corriente revisionista que denomina a este evento simplemente como una revolución monárquica por sus expresiones iniciales de lealtad a Fernando VII, afirmando que en realidad fue una revuelta entre fernandistas y carlotistas en un contexto alejado de intenciones independentistas.
Revolución de La Paz
La Revolución de La Paz, el 16 de julio de 1809, está considerada como el »primer levantamiento independentista de Iberoamérica». Este hecho también provocó la creación de la Junta Tuitiva de La Paz, uno de los primeros gobiernos libres de Iberoamérica.
Tras la Revolución de Chuquisaca el 25 de mayo de 1809, varios de los líderes de este levantamiento partieron desde Chuquisaca a otras ciudades para propagar la idea independentista. Uno de estos líderes fue Mariano Michel Mercado, quién jugó un papel clave en La Paz. La influencia de Mercado en la ciudad fue decisiva para que Pedro Domingo Murillo se decidiera a organizar un levantamiento y derrocar a los dirigentes españoles.
El 16 de julio de 1809, Domingo Murillo decidió usar las fiestas de la Virgen del Carmen para tomar el cuartel real español, coger las armas y expulsar al gobernador Tadeo Dávila. El 27 de julio organizaron la denominada ‘Junta Tuitiva‘, cuya presidencia y jefatura de las tropas se encomendó a Domingo Murillo.
Las autoridades españolas y el virrey del Perú, José Abascal, no veían con buenos ojos la Junta Tuitiva y el levantamiento de La Paz. Abascal ordenó al militar Manuel de Goyeneche que acabase con la insurrección. Goyeneche puso rumbo, junto con 5000 hombres, a La Paz donde capturó a Domingo Murillo y a todos los revolucionarios.
Los presos fueron condenados a morir en la horca. Antes de ser ejecutado, Domingo Murillo pronunció las siguientes palabras: «Compatriotas, yo muero, pero la tea que dejo encendida nadie la podrá apagar, ¡Viva la libertad!». La revolución no consiguió triunfar y Goyeneche restableció el orden en La Paz.
La Revolución del 16 de julio en La Paz, bajo la dirección de Pedro Domingo Murillo, es considerada por muchos expertos como una revolución abiertamente independentista -a diferencia de la ocurrida en Chuquisaca- y señalan a la Junta Tuitiva como el primer gobierno libre de la historia de Iberoamérica.
El Gobierno Autónomo Municipal de La Paz recuerda este hecho y organiza anualmente cada 16 de julio una ofrenda floral al monumento de Domingo Murillo, se izan las banderas y se enciende la ‘Tea de la Libertad’. Posteriormente se saca en procesión a la Virgen del Carmen y se hace un acto en honor de las Fuerzas Armadas, además de una sesión del Consejo Municipal para honrar la figura de Murillo. (I)
Fuentes: nationalgeographic.com.es/nuevatribuna.es/europapress.es/culturaypatrimonio.gob.ec/the.pazymino.com//repositorio.uasb.edu.ec/Archivo