Bicentenario de la independencia de Guayaquil rebelde y pujante

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El hemiciclo de La Rotonda, en el malecón, es un ícono en sus 200 años de celebración.

Punto Noticias.-Hoy se conmemoran 200 años de la Revolución del 9 de Octubre de 1820, la cual fue posible por la reacción popular afectada con la administración de la Corona española, que gracias al liderazgo de políticos y militares que lucharon por la independencia de Guayaquil.

El 9 de octubre es la conmemoración “patria” de los guayaquileños (en 1820, la patria era Guayaquil, pues el Ecuador no existía). La principal fiesta cívica se celebró desde 1821, cuando José Joaquín de Olmedo decretó que se levantase un obelisco, en recordación del triunfo de los independentistas, que decía: “Aurora del 9 de octubre de 1820”. Sin embargo, pasó 180 años para que el sueño del “Cantor de Junín” fuese realidad.

Pasaron 200 años de ese evento y es importante comprender el significado histórico de la Revolución de Guayaquil. Primero, el 9 de octubre fue la culminación de un proceso que se inició en Quito, el 10 de agosto de 1809, momento en que se declaró la autonomía de la capital de la Audiencia, en relación a Bogotá y Lima. Pero, en sí mismo, con la gesta de Guayaquil inició otro proceso: la intervención armada que generó la independencia de los territorios del actual Ecuador y terminó con la batalla final el 24 de mayo de 1822, en las faldas del Pichincha.

Es falso lo que a muchos les contaron en la Escuela, que la Revolución de Guayaquil fue pacífica, al punto que no se derramó una gota de sangre. Es absurdo creer que una movilización política de esa naturaleza, que involucró un golpe de Estado, sea sin la mayor resistencia de los realistas.

Según el historiador Enrique Muñoz Larrea, basado en un documento de un archivo histórico de la ciudad de Segovia (España), confirmó la sospecha de muchos: que para tomar Guayaquil, debieron enfrentarse con ferocidad. Efectivamente, el relato del militar español Ramón Martínez de Campos, como testigo de los hechos del 8 y el 9 de octubre de 1820, lo reconoce: en las calles de Guayaquil se dio un enfrentamiento popular con un saldo de quince muertos, luego de tres horas de intenso combate entre realistas y revolucionarios.

La independencia de Guayaquil no fue tan fácil -con baile y flirteo incluidos, en casa de Isabelita Morlás-, tampoco, una reunión secreta de masones, quienes “convencieron” pacíficamente a los otros para que apoyen el movimiento. Fue realmente una conspiración contra el poder establecido que fue repelido y zanjado a sangre y fuego. Pero, lo importante es conocer las razones que tuvieron los “patriotas” del 9 de octubre de 1820. Su respuesta es que la Revolución de Guayaquil se desencadenó por motivos políticos y económicos.

Desde lo político, es porque la guerra contra los realistas y el proceso independentista que se había iniciado en otras regiones del continente, eran irreversibles, ya que Venezuela, parte de Nueva Granada (Colombia) y el cono sur rompieron con la monarquía española. Coyunturalmente era el momento preciso de la acción, lo que ocurrió cuando Simón Bolívar y José de San Martín avanzaban con sus tropas, por el norte y el sur, respectivamente.

En relación a lo económico, deben saber que los porteños resentían de las exacciones y los gravámenes que el Consulado de Comercio de Lima imponía al cacao guayaquileño, lo mismo que del centralismo político-administrativo de Santa Fe de Bogotá. Ante ello, la alternativa era la independencia, enfrentando los riesgos propios de un territorio pequeño, se puede recordar la célebre frase de Bolívar que decía “una ciudad y un río” no puede ser una república, eso era cierto, porque incluso no tenía un ejército numeroso y podía quedarse aislado.

Sin la menor duda el ejército realista era más experimentado y organizado que las milicias revolucionarias que se constituyeron luego del 9 de octubre para liberar a la Sierra, razones por las que se necesitaba pactar con las potencias vecinas (Nueva Granada y Perú), pese a que sus líderes tenían agendas propias.

La anexión de Bolívar a Guayaquil, dos años después, se debe entenderla en ese contexto, los dirigentes guayaquileños, encabezados por Olmedo, fueron los que pidieron apoyo al Libertador y al Protector del Perú para liberar a Quito. Fue evidente que Simón Bolívar demostró ser más astuto y temerario que San Martín, pues ocupó Guayaquil algunos días antes de la famosa entrevista. De esta manera aseguró para la naciente Colombia, el puerto que le dio el control del principal granero del Pacífico Sur: la cuenca del río Guayas. La existencia de Guayaquil como Estado independiente duró solo dos años, entre 1820 y 1822. No obstante, el balance del triunvirato de Olmedo, Ximena y Roca, fue positivo. Allí se implementó el libre comercio, según el “reglamento” o Constitución política: “el comercio será libre, por mar y tierra, con todos los pueblos que no se opongan a la forma libre de nuestro gobierno”. Es evidentemente, cual fue la principal razón de los guayaquileños para independizarse de España.

Una medida clave del gobierno independiente, era la creación de la figura de los “Electores de los Pueblos”, pionera institución en el sistema democrático representativo, que designaba a los integrantes del gobierno por medio de procesos electorales verificados entre los “padres de familia” o “cabezas de casa”.

El 9 de octubre de 1820, es un hito dentro del proceso independentista de las naciones hispanoamericanas. Fue una iniciativa democrática y republicana que abjuró de la tradición monárquica de las sociedades de “antiguo régimen” y elevó enérgicamente, su espíritu revolucionario, entregando a las siguientes generaciones un legado de libertad y soberanía que debe enorgullecer tanto a guayaquileños como a todos los ecuatorianos.

En el año del Bicentenario, aún se siente el dolor y la muerte de la pandemia y con la amenaza aún latente del covid-19, la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, señala que la lucha actual en la que son otros los héroes y el enemigo a vencer. “Hace 200 años nos tocó defender la libertad, ahora nos toca defender la vida”.

Fuente: El Telégrafo y El Comercio

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