Barcelona vs. Emelec: ¿Tacticismo o simplicidad?

El Clásico del Astillero no solo dejó un resultado favorable y merecido para Barcelona, dejó también un escenario diverso para el análisis; dio mucho que hablar. Y es exactamente sobre eso que quiero dedicar estas líneas.

Podemos gastar muchas palabras para tratar de justipreciar lo que planificó Guillermo Almada y lo que diseñó Alfredo Arias. Para demostrar lo acertado que estuvo el uno y equivocado el otro. Y como el clásico es el partido que más conmina a comentar –por la trascendencia que tiene–, también hace esforzarse al periodismo deportivo para ser convincente, y conseguir que el hincha discierna sobre el análisis hecho.

Los estilos periodísticos sobre análisis de los partidos se han venido modificando con el transcurrir del tiempo. Unos han preferido meterse en la tendencia de que tácticas y estrategias son el resultado en sí. Difieren con el periodismo que estima que el resultado de un juego tiene otros complementos más importantes para conseguir el resultado, más allá del funcionamiento de un sistema, o de la táctica.

Una de las razones de porqué este modernismo ha llegado a tener vigencia se origina en el uso para el comentario de técnicos o exfutbolistas –que tuvieron su vida enmarcada entre pizarras y sistemas para conseguir los objetivos– y no de periodistas preparados para evaluar el escenario tan amplio que ofrece un partido de fútbol.

Desde siempre, diarios, revistas y radios han sido los medios privilegiados para informarse. Se comentaba que la reina de la imaginación siempre fue la radio y el rating se advertía en la comunidad, no por la masividad de la cobertura, sino por la calidad de las palabras escogidas para el comentario. En el uso términos fácilmente entendibles, y no es que hayan faltado tácticas para analizarlas, todo lo contrario. Pienso que la mayor evolución de los sistemas, tácticas y estrategias dieron a partir de la mitad del siglo pasado.

Ya en 1930 se implantaba el sistema de juego que los especialistas conocieron con el WM, por la forma de colocación de defensas y atacantes. Y en 1954 con los cambios realizados por los húngaros, con el 4-2-4, que los brasileños terminaron en popularizar. Y a partir de los años 70 los propios brasileños diseñaron el 4-3-3 y los italianos encontraron en el 1-3-4-2 una fórmula reconocida, puliendo el famoso Catenaccio del austriaco Karl Rappan, y usufructuado al máximo por Helenio Herrera. Ese sistema de juego que consiguió muchos éxitos fue criticada sobre todo por la falta de fútbol. Y no olvidar la revolución táctica del inglés Alf Ramsey, que inventó el 4-4-2; o la de los holandeses con el Fútbol Total, o Arrigo Sacchi con el Milan, y su marcaje en zona.

Sería injusto decir que no sucedió nada más en el siglo XXI, que respondió a las formas para optimizar los sistemas inventados. Por ejemplo la dinámica, lo que hoy se denomina presión o el achique para adelante, o acortar los espacios manteniendo el equipo sólido en apenas 30 metros de la cancha. En conclusión, siempre se pudo hablar o escribir sobre esquemas, sistemas, tácticas, estrategias, yera y es decisión del periodismo convencer a su audiencia. Por eso insisto que no debió ser ajeno al periodismo de épocas pasadas referirse a aquello, y lo puedo confirmar porque crecí escuchando comentarios y leyendo en los diarios a grandes periodistas; usaban esos conceptos solo si servían de complemento y si era necesario.

Hoy la empresa del fútbol, el monstruo de internet, la inmediatez que da voz y pensamiento a gente anónima, y la tecnología de la televisión, han inclinado a que el periodista contemporáneo encuentre la satisfacción del análisis de un partido de fútbol en una tertulia extremadamente táctica, que casi siempre requiere convalidación con registros visuales tecnológicos.

Y nos preguntamos: ¿Cuál es la preferencia del aficionado? ¿La inclinación del periodismo de realizar el comentario sobre una visión analítica, desde lo táctico; o aquella que justifica la explicación desde lo que ofrece el entorno, una jugada en particular, el acierto o error, las cualidades de los jugadores?

Hagamos un ejercicio con la primera, desde lo táctico, con el Clásico del Astillero. Podría ser así: “Emelec apostó por un 4-1-4-1 para poblar el medio sector, intentando cortar los circuitos y controlar el eje del rival. Pero fracasó porque no coordinó ataques que respondan al automatismo”. Además, “Barcelona no modificó el 4-4-2, encontrando respuestas rápidas al bloqueo de sus dos volantes centrales. Y con salidas de sus laterales dieron la progresión que requería la simetría ofensiva. El punto de inflexión a favor del Barcelona se da en la velocidad, en las individualidades y en la falta de respuesta colectiva del rival. Ganó Guillermo Almada porque supo modificar el sistema cuando quiso ralentizar la estrategia. Los errores tácticos del rival se lo permitieron”.

Y desde la otra versión: “Las lesiones, el bajo rendimiento de ciertos jugadores, la presión psicológica que tiene el Emelec de salir de su racha de tantos partidos sin ganar, la mala utilización de futbolistas, los cambios equivocados. Barcelona ganó porque tiene mejor funcionamiento que su rival, supo aprovechar las oportunidades e hizo los goles, con los que se ganan partidos, y no se los dejó hacer, porque el fútbol de hoy se juega con velocidad y al momento Emelec no la tiene”.

En este muestrario diverso sobre el mismo tema divide el favoritismo del aficionado. La respuesta no es fácil. El dicho que reza “entre gustos y colores no discuten los doctores” es lo mismo que “sobre gustos no hay nada escrito”. Cada uno es libre de opinar lo que quiera. El arte de opinar sobre un partido también tiene su especialidad. No es fácil analizar tácticamente el fútbol y hay que apreciarlo en esa magnitud. Pero debo confesar que me quedo en el respeto a mis raíces, en la simplicidad, en algo que alguna vez Ricardo Vasconcellos Rosado explicó refiriéndose al estilo de Manuel Chicken Palacios Offner, quien en la década de los 60 y después, fue uno de los más talentosos periodistas deportivos: “Chicken no hablaba de sistemas ni estrategias geometrizadas, captaba el sentimiento y el deseo del pueblo y los convertía en análisis severo, con palabras fáciles de entendimiento”.

Siendo el fútbol el deporte más imperfecto, exige que lo subjetivo sea la fuente de inspiración. Y no es un patrimonio de pocos, como aseveró Jorge Valdano, en uno de sus pocos desvaríos que he encontrado en él, cuando en 1995 le preguntaron en una rueda de prensa, sobre una decisión de no alinear a un jugador cuando era entrenador del Real Madrid. “No sé lo que dice la calle, pero me da igual. Yo con el carnicero hablo de carne, con el taxista de taxis, y de fútbol hablo yo. Yo sé más de fútbol que todos los carniceros juntos, que todos los taxistas juntos, que todos los guardianes juntos y posiblemente que todos los periodistas juntos”, dijo.

Sea cual sea el estilo del esfuerzo periodístico, al final sirve para que el aficionado encuentre una mejor manera de apreciar el fútbol. También mejorar la manera de verlo y convencerse de que el club de su preferencia podrá ganar, o tal vez empatar o perder, pero al menos podrá entender porqué sucede.

Ese es el universo que crea el mismísimo balompié, porque en él existe el difícil arte de la simplicidad. Así de sencillo, como explicaba el gran Albert Einstein: “Todo tiene que ser tan simple como sea posible, pero no más simple”. O sea, en otros términos, qué bueno es hablarle a las mayorías con el equilibrio de la simplicidad. (O)

No es fácil analizar tácticamente el fútbol y hay que apreciarlo en esa magnitud. Pero debo confesar que me quedo en el respeto a mis raíces, en la simplicidad. ¿Qué prefiere el aficionado?