Hay un invitado a comer: el cerebro
La textura de la comida también afecta, pues la dura es menos beneficiosa para la memoria que la blanda, apunta Marín, quien afirma que la explicación podría estar en que masticar mucho podría aumentar el estrés que a su vez inhibe la proliferaciónneuronal.
Según la científica, adquiriendo los alimentos que el cerebro necesita y eliminando de la dieta los que son nocivos, se fomenta el rendimiento cerebral tanto en la actividad intelectual como en la estabilidad emocional “ahora y siempre”.
El agua, unos dos litros y medio al día de forma genérica para una persona adulta, es una de las bebidas esenciales para disfrutar de un cerebro saludable, aunque también se puede tomar zumos naturales con moderación, no más de dos tazas de café al día sin azúcar y un máximo de siete copas de vino o nueve cervezas a la semana, añade.
No decir nunca adiós a la grasa, importante para mantener la actividad funcional del cerebro, es otra de sus recomendaciones, pues hay diferentes tipos de grasas y no todas son malas para el organismo.
Numerosos estudios han demostrado las bondades del omega-9 como cardioprotector, en particular, el aceite de oliva representa el estandarte por excelencia de la dieta mediterránea, resalta Marín, quien, de forma anecdótica, recuerda que su padre, a quien dedica el libro, solía decir “¡El aceite de oliva es oro líquido!”.
Partidaria, sin lugar a dudas, de la dieta mediterráneacombinada, cada cierto tiempo con un ayuno que reduce el estrésoxidativo y protege frente a enfermedadesneurodegenerativas, la neurocientífica no solo aboga por una buena alimentación.
Ser valiente, tener una actitud positiva ante la vida, reírse lo más que se pueda, comer de todo pero en pequeña cantidad, cultivar el intelecto, tener vida espiritual y dormir bien, son otras de las recomendaciones que hace para gozar de un cerebro joven toda la vida.