Desplome petrolero: causas y geopolítica (II)

El próximo 22 de noviembre se realizará la 166ª reunión de la OPEP. Ahora no se podrá decir lo mismo que en la víspera de la sesión del pasado junio, pues ahora el mercado está agitado, no estable, se demanda menos mundialmente, hay más oferta. De todas las informaciones puede inferirse que habrá países que desearían reconducir el tope actual de producción (30 millones de barriles diarios; se dice que hay 1 millón de más), incluso hay quienes desearían aumentarlo, y habrá quienes buscarán reducir el susodicho tope para disminuir la oferta y adaptarla al nivel de la demanda. Pero el petróleo es un producto estratégico que no se comercializa como cualquier otro bien, puesto que influyen variables geopolíticas, mejor dicho: no se trata únicamente de oferta y demanda en cuanto a la energía, hay intereses en las relaciones internacionales, en las estrategias y políticas internacionales que se mezclan en la comercialización de la vital materia prima petrolera para determinar correlaciones de fuerza que luego subyacen en la conducta de los actores en la escena mundial, es decir, de Estados, naciones, empresas, conglomerados.

Por ejemplo: ¿si Libia, Irak, Irán y Siria llegaren a producir sus niveles normales se inundaría el mercado y se reducirían los precios o bajarían otros miembros la producción para abrirle paso a la de aquellos países? Aquí es donde entran los intereses nacionales, las estrategias, máxime cuando se trata de acercarse al precio óptimo, que varía de acuerdo con cada país, para financiar los presupuestos respectivos. Importante a considerar es la producción no-OPEP que es 2 tercios de la mundial. La OPEP produce un tercio, esto es, 30 millones de barriles diarios, bien que se ha detectado un exceso. En todo caso, esta reunión debería tratar el problema de la producción de aquellas naciones y las perspectivas del mercado mundial energético dados los recién llegados con otra fuente de aceites más económicos; aquí se plantea un interrogante muy serio: ¿comercializará Estados Unidos sus exportaciones a los precios internacionales actuales, lo cual posiblemente incremente sus ganancias, o lo hará en proporción próxima a sus costos de producción acarreando un descalabro en el mercado mundial? ¿Si Estados Unidos vende a precios actuales, quiere decir que busca una parcela en el mercado de 90 millones de barriles diarios y que dada la situación actual algunos tendrían que reducir su producción? ¿O es que busca desplazar productores bajando los precios, haciendo inviables ciertas producciones nacionales? He aquí donde también se inmiscuye la cuestión geopolítica, los intereses y estrategias de una gran potencia en el líquido vital para el funcionamiento de la maquinaria universal de la civilización. Parte, entonces, de la reunión de la OPEP debería dedicarse a tratar de imaginar el curso que seguirá Estados Unidos y, por consiguiente, qué hacer frente a ello. Además de meditar acerca de los impactos negativos internos. Venezuela debería elaborar su posición en la OPEP relacionada con este y otros aspectos, siempre geopolíticamente.

Si Occidente levanta las sanciones a Irán, dice su ministro de petróleo que podría llegar a producir 4 millones de barriles diarios (en lugar de 2,7) en un lapso de 4 meses. Esto parece más una declaración politiquera. Irak busca producir 3,6 a 3,7 millones de barriles diarios, pero se duda, puesto que está envuelto en una ola de violencia incontrolable. Igual Libia y Siria. La International Energy Agency duda mucho de que Irán pueda llegar a ese nivel antes de 2035. En efecto, veamos este cuadro de producciones proyectadas en millones de barriles diarios para Oriente Medio:

1990 2012 2020 2025 2030 2035

Medio Oriente….16,4 26,7 27,3 29,2 31,1 33,6

Irán……………..3,1 3,5 3,3 3,6 3,8 4,2

Irak……………..2,0 3,0 5,8 6,7 7,3 7,9

Kuwait…………1,3 3,0 2,4 2,5 2,7 2,9

Qatar …………0,4 2,0 2,0 2,2 2,4 2,6

Arabia Saudita. 7,1 11,7 10,6 10,9 11,4 12,2

Emiratos Árabes 2,4 3,5 3,3 3,3 3,5 3,7

Fuente: International Energy Agency.

Se nota que la producción de Irán progresa muy lentamente a causa del descuido y deterioro que sufrió el sistema petrolero durante la presidencia del demagogo Mahmoud Ahmadinejad. Es casi el mismo daño que ha sucedido en Venezuela, donde por primera vez en 100 años de la industria se importa petróleo. Se añade ahora el efecto de las sanciones a Irán, por lo cual tomará mucho tiempo para actualizar el funcionamiento de las instalaciones iraníes, si se hacen las inversiones indispensables que escasearían con los bajos precios. De todas maneras, Arabia Saudita se declara lista para suplir lo que falte en el mercado. Estados Unidos seguirá exportando selectivamente de acuerdo con su estrategia de debilitar productores que a su juicio juegan un papel desestabilizador, dificultan la paz y la democracia en el mundo globalizado. Exportará hacia Europa para disminuir la amenaza, el chantaje ruso, y aumentar así la seguridad energética del viejo continente.

Se ha constatado que en las principales empresas petroleras prevalece mucha prudencia en cuanto al crecimiento de sus inversiones que, en exploración y producción, deberían situarse, para 2014, en un nuevo récord de 733 billones de dólares (5% más que en 2013); se espera que serán de 762 billones en 2015 (+4%), según un estudio publicado el pasado 2 de octubre por el Institut Français du Pétrol Energies Nouvelles (IFPEN). Pero las grandes empresas (Exxon-Mobil, Shell, British Petroleum, Total) disminuirán en 8%, para 2015, tal como lo han anunciado, después de inversiones masivas. Su lugar lo ocuparán las compañías nacionales de los países productores (Arabia Saudita, Kuwait, Rusia) que las aumentarán en 10%, y por sociedades petroleras independientes de segundo rango (+7,5%), mayormente en Estados Unidos donde participan en el “boom” de aceites de esquisto (oil shale).

Algunos proyectos requieren mucho financiamiento y parecen poco rentables. Ciertas regiones del mundo son más dinámicas que otras. En 2014, los montos aumentaron 10% en el Medio Oriente; 8% en América del Norte motivados por el halagador esquisto; en cambio, dicho crecimiento en las inversiones solo llegará a 3% en Europa, Asia y África; en América Latina será de 1%. Si el precio del barril continúa bajando, como durante los últimos tres meses y medio, estas inversiones estarían amenazadas seriamente. Si por esta razón no se concretan las nuevas inversiones en 2015, entonces disminuiría la oferta de crudo a corto y a mediano plazo, lo cual crea presiones alcistas nuevamente temporales en los precios de comercialización. Pero, ahí estaría Arabia Saudita con su capacidad de producción para compensar cualquier deficiencia en el mercado y estabilizarlo.

Es indudable que al estudiar las series cronológicas de los precios petroleros se observan cada cierto tiempo altibajos que llevan a inferir la existencia de ciclos bien delineados en los movimientos de los susodichos, por razones económicas de la oferta y la demanda, pero con un análisis más sutil que incluya las de tipo geopolítico, podría deducirse que estas privan las más de las veces en las oscilaciones mercantiles del mercado mundial de hidrocarburos. Todo lo cual significa que para aproximarse a un estudio previo a la definición de políticas, de diplomacia petrolera, y de posiciones en organismos colegiados de productores, es indispensable abordar los temas en su complejidad sistémica, sin vacilaciones metafísicas en el anhelo de saber y buscando abandonar el abismo de una barbarie ideológica que lo aniquilará todo. ¿Por qué no intentar seguir el camino de las ciencias en que el conocimiento avanza en un terreno firme en el área energética y no el sendero por el que se ha movido impregnado de un socialismo que ahora no significa nada, que desemboca en desbarajuste administrativo. Conviene preguntar ahora: ¿cuáles son las condiciones de posibilidad de que se tome la senda correcta? He aquí la cuestión política.

Ahora bien, llegando a nuestro país, un aspecto desgarrador de la situación venezolana es la reciente importación de crudo desde Argelia. ¿Por qué? No es preciso investigar mucho para intuir que se debe a la baja producción, a los compromisos de “cooperación”, pero, sobre todo, a las bajas inversiones no solo para mantener el nivel de producción sino además para aumentarlo. No hay financiamiento de nuevas inversiones por el despilfarro y corrupción de los recursos obtenidos mediante las exportaciones, aunado a la ineficacia interna de la empresa con burocracia parasitaria y atribuciones reñidas con su papel fundamental, todo lo cual se agrava con el ausentismo inversionista foráneo, máxime en un ambiente de perspectivas negativas de los negocios con los litigios y arbitrajes internacionales.

No hay recursos para las nuevas inversiones, pues, además, la banca internacional duda mucho en acopiar y prestar fondos teniendo como telón de fondo la vacua retórica socialista. Importar petróleo es lo más simbólico de la destrucción económica instrumentada desde 1999. Es lo más triste y emblemático de la postración originada por el tal socialismo del siglo XXI. Parte de la solución comienza por borrar en el futuro inmediato la palabra “socialismo” del vocabulario y acción político-económica, como se lo he sugerido cordialmente en sucesivos artículos de opinión al presidente Maduro desde que comenzó su mandato. No esperamos que haga una declaración formal de abandono de la vía equivocada, algo así como una admonición regia, sino una política integral que permita salir del precipicio por donde resbala el país.

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