Conducir sin dormir es tan peligroso como hacerlo borracho
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Conducir sin dormir es tan peligroso como hacerlo borracho, y la ciencia lo tiene cada vez más claro
Conducir cansado o con sueño no es una buena idea.
Hasta ahí no hay nada novedoso no sorprendente. Pero, ¿hasta qué punto es peligroso conducir en esas circunstancias? Aproximadamente, tanto como conducir bajo los efectos del alcohol.
Entre dos y 15 veces más probable.
Un estudio realizado por un equipo australiano de investigadores ha calculado este riesgo asociado a conducir tras no haber dormido adecuadamente. Según sus cálculos, dormir entre cuatro y cinco horas en las últimas 24 se asocia a un a probabilidad doble de sufrir un accidente de tráfico con respecto a la media.
Esto es equiparable a conducir por encima del límite legal de consumo de alcohol (que en España es de 0,5 gramos por litro. Como con el alcohol en sangre, el riesgo de no descansar es incremental, es decir, que por cada hora que perdemos de sueño aumenta. A lo largo del rango entre las cuatro horas de sueño y no haber dormido nada, el riesgo puede, según el estudio, multiplicarse por 15.
Una revisión de la literatura. .
Para llegar a esta estimación, el equipo realizó una revisión de la literatura científica acumulada respecto a este tema. Tomaron como referencia aquellos estudios que incluyeran una medida de las horas de sueño de los conductores, así como una medida referida a la calidad de su conducción o al desenlace de esta (es decir, casos de accidentes).
Obtuvieron así un listado de 61 estudios en base a cuyos resultados realizaron sus estimaciones. Observaron que los estudios comenzaban a dibujar un leve aumento (de cerca del 30%) en la probabilidad de accidente cuando los conductores dormían entre 6 y 7 horas, pero que esta probabilidad crecía hasta el 100% de aumento (es decir, se doblaba) cuando se pasaba al intervalo entre 4 y 5 horas de sueño.
Los detalles del estudio se publicaron en forma de artículo en la revista Nature and Science of Sleep.
El peligro con el que convivimos.
Según datos más recientes de la DGT, el cansancio o el sueño están presentes en entre un 7 y un 8% de los accidentes con víctimas y en un 9% de los accidentes mortales en España. Es la cuarta circunstancia presente en accidentes mortales tras las distracciones, la velocidad inadecuada y el consumo de alcohol.
Es lógico por tanto que la seguridad vial se insista en algunas conductas que minimizan el riesgo. El primer consejo, es obvio, es el de no ponerse tras el volante cuando uno no ha reposado lo suficiente y hacer paradas frecuentes (cada dos horas aproximadamente suele ser la recomendación genérica) en los viajes largos.
Además, mantener la cabina del vehículo adecuadamente ventilada y a una temperatura no muy elevada puede ayudar también a reducir el riesgo asociado a cansancio, fatiga y sueño. Por supuesto, el alcohol genera somnolencia, por lo que evitarlo en estos casos es aún más importante.
Una reforma difícil.
Más allá de las decisiones individuales de los conductores, los autores del estudio llaman la atención sobre la necesidad de impulsar políticas que hagan frete a este problema. En un artículo para The Conversation, Madeline Sprajcer y Drew Dawson, dos de los autores del estudio, analizan las dificultades a las que se enfrentarían los legisladores.
Inciden en el hecho de que, si bien las campañas contra otras actitudes de riesgo al volante como conducir bajo los efectos del alcohol han logrado reducir los accidentes causados por conductores borrachos, lo mismo no ha sucedido con el cansancio y sueño al volante.
Introducir medidas legislativas para impedir que los conductores circulen con sueño tiene dos obstáculos principales, señalan. El primero, que el control que podamos tener sobre nuestro sueño es limitado, puede depender de nuestro día a día o de nuestro estado de salud. Además, es imposible medir de manera objetiva cansancio y sueño, a diferencia de la presencia de alcohol en sangre. Mientras no se logren solventar estos problemas, los conductores quedan a expensas de su propia responsabilidad individual y de su propio juicio con respecto a sus capacidades.