Cómo son las megacárceles y qué se necesita en el país para replicarlas
¿Cómo son las megacárceles y qué se necesita en el país para replicarlas?. Con vigilancia todo el día, retención constante del movimiento de los reos y sin visitas familiares. Expertos opinan sobre lo que podría implementarse. El plan Fénix, la estrategia del Gobierno para hacerle frente a la inseguridad que arropa al país, se conoce a cuentagotas desde que inició en el poder el presidente Daniel Noboa. De lo que el mandatario ha explicado, conservando los detalles, el plan consiste en: control en fronteras; un sistema con drones y radares; escáner y doble pesaje en puertos; equipamiento de última tecnología para las Fuerzas Armadas y policiales; sistemas integrados de inteligencia y la segmentación de cárceles.Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página para poder ayudarte. También puedes participar en el WhatsApp Ecuador.
Para esta última y de la que más ha resaltado el Gobierno, se construirán dos megacárceles, la primera en Pastaza y segunda en Santa Elena. El proyecto de construcción que durará entre 10 a 11 meses, según ha dicho Noboa, iniciará hoy con la ubicación de la primera piedra en la provincia amazónica.
Que estas prisiones serán “iguales” a las cárceles de máxima y supermáxima seguridad que hay en El Salvador y en México, ya que Ecuador contratará a las mismas compañías que construyeron esas prisiones en dichos países, es otro argumento que ha destacado el mandatario.
Pero, ¿cómo son las cárceles de alta seguridad que quiere replicar el presidente? De la mano de Nayib Bukele, presidente de El Salvador, se construyó en ese país el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), en el municipio de Tecoluca. Esta es la prisión de máxima seguridad en ese país.
Esta cárcel, creada en siete meses e inaugurada en febrero de , es considerada la más voluminosa del mundo con una capacidad para 40.000 reos. Es decir, un equivalente a la población de todo el cantón Cotacachi en Imbabura o de siete veces la Penitenciaría del Litoral de Guayaquil, por ejemplo.
Cuenta con 166.000 metros cuadrados; 700 metros de largo y 237 metros de ancho. Con muros de hormigón que se elevan hasta los doce metros de altura y que se extienden por dos kilómetros de largo, coronados con alambradas electrificadas. En su interior cuenta con 23 hectáreas, ocho pabellones sin vista al aire libre y con un techado con tragaluces. Además, hay 19 torres de vigilancia.
Hasta agosto pasado, se reclutaban ahí a 12.000 pandilleros. En cada celda de siete metros de ancho por 12 de largo hay entre 60 a 75 reos, quienes reposan en camarotes de hierro, sin sábanas y se comparten los dos inodoros y las dos piletas de aseo. Una megacárcel custodiada por 600 miembros de las Fuerzas Armadas y 250 guías penitenciarios.
En México, otro país modelo en cuanto a cárceles de máxima y supermáxima seguridad, del que ha indicado Noboa, seguirá sus pasos, está El Altiplano, la prisión mexicana construida entre 1988 a 1990, con la más alta seguridad de ese país, (aunque el narcotraficante Joaquín el ‘Chapo’ Guzmán se escapó de ella en 2014, por un túnel de 1,5 kilómetro que conectaba su celda hacia el exterior).
El Altiplano cuenta con 260.000 mil metros cuadrados, de los que 27. 900 componen las instalaciones de la prisión. Los muros que lo rodean tienen un metro de espesor de concreto reforzado. La prisión cuenta con sensores de movimiento, control de acceso, detectores de drogas, de metal, de explosivos, además de equipos electromecánicos y electrónicos y la señal de telecomunicación restringida a 10 kilómetros a la redonda.
Pero, ¿estos modelos de prisiones garantizarán una reducción considerable del crimen y la inseguridad en Ecuador?, teniendo en cuenta que en el país, de acuerdo a los datos del Ministerio del Interior, hay 40 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Para el general de Policía en servicio pasivo y asesor en temas carcelarios y de seguridad, Abraham Correa, copiar el modelo Bukele o de México para levantar cárceles eficientes no dará resultados positivos si no se toma en cuenta tres aristas importantes, que indica, no se visualizan en el plan de Noboa: la rehabilitación dentro de las prisiones; más distancia de las cárceles con las poblaciones y descontaminar de corrupción al personal de guardianía.
“Cada país tiene un diseño de cárcel de acuerdo a su peligrosidad y necesidades de la población penitenciaria”. Añade que mientras las cárceles están más lejos de la población, es mejor, porque los poblados crecen y pues Noboa ha indicado que las cárceles que se construirán estarán de 20 a 30 minutos en auto desde las poblaciones más cercanas. “Es muy poca distancia”, destaca.
A diferencia de las megacárceles de El Salvador y México, que se dedican a encerrar a los criminales y vigilarlos todo el día, el especialista indica que en Ecuador es necesario que a la población de las nuevas cárceles se la ponga a producir. “Deben aprovechar a los privados de libertad para sembrar, cultivar y criar animales comestibles. Y para que ellos puedan hacer una actividad buena”, ejemplifica.
Asimismo, añade la importancia de usar tecnología de punta y de descontaminar la corrupción entre el personal que vigila a los privados de la libertad, porque, señala, de nada sirve crear cárceles con alta tecnología si el personal de guardianía será fácilmente corrompido.
Por su parte, el sociólogo Andrés Martínez menciona que replicar cárceles de El Salvador y México debería conllevar un cambio a la norma jurídica, ya que el estilo de cárceles de Bukele, por ejemplo, no acepta visitas a los privados de libertad y aquello es un derecho en Ecuador. Además, añade que ese es un modelo carcelario de retención de la delincuencia más no de erradicación, que no soluciona el problema de fondo.
“Un modelo de gestión que sí ha dado resultados, pero que es una olla de presión, porque si después de Bukele llega un presidente sin ese tipo de rigurosidad, llegará alguien permisivo y la delincuencia empezará a filtrase”, añade.
Desde su punto de vista, Martínez explica que si el plan de Noboa no está enfocado en erradicar la inseguridad, sino en contenerla, seguirán sumándose en las calles más delincuentes, “porque el ejército del que se nutre la delincuencia, nunca va a desaparecer” y se seguirán gastando recursos para crear y mantener más cárceles.
Si vamos a cumplir por completo el modelo, tenemos que hacer reformas en el ámbito jurídico.