Cada cierto tiempo, el mundo de las criptomonedas sorprende con alguna idea para ‘innovar’ este polémico mercado, que ha sufrido bochornosas bancarrotas y hasta escándalos financieros, como la condena del niño prodigio de FTX, Sam Bankman-Fried en Estados Unidos.
Es así que a Ecuador aterrizó hace poco la cripto ‘Worldcoin’, perteneciente a una empresa del mismo nombre, y que inicialmente había sido fundada por el creador del ChatGPT, Sam Altman.
Aunque hoy Altman está desligado de esta empresa, la plataforma ha revolucionado la moda de las criptos y de quienes aspiran a ganar algo de dinero de manera ‘fácil’.
En esencia, la plataforma propone un ‘orb’ u orbe, una especie de esfera que escanea el iris de los ojos del ser humano, a cambio de unas 25 criptomonedas, que técnicamente luego podrían ser intercambiadas por dinero real.
¿Es el inicio de una renta universal para los amantes de las criptos y de otros necesitados de dinero? Martín Mazza, el gerente regional para Latinoamérica de ‘Tools For Humanity’, responde que Worldcoin no plantea una renta básica universal.
«Pero sí está desarrollando un protocolo y una tecnología que puede ser que sirva en un futuro para eso. Posiblemente no la única herramienta», agrega Mazza.
A través de esta empresa, la criptomoneda ha llegado a varios países de la región como Argentina, Chile y Colombia.
Precisamente en Argentina, ya hay usuarios que escanean su iris a cambio de criptomonedas, en el marco de una pronunciada crisis económica y desempleo.
«Lo hago porque no tengo un peso, no hay otra razón (…) Por mi edad nadie me da trabajo, y necesito la plata», dijo un argentino a la agencia AFP en abril de 2024.
Curiosamente, Argentina ya vivió una feroz corrida de las criptomonedas cuando el algoritmo de la plataforma Luna simplemente ‘falló’ en 2022, dejando a miles en la ruina.
Pero, ¿qué es exactamente este ‘orb’? Esto es lo que debería saber para tener cuidado con esta tecnología ante de recurrir a ella:
La clave está en el iris
Worldcoin, cofundada en por el impulsor de OpenAI, Sam Altman, es una criptomoneda dotada de un sistema de verificación de identidad a partir del iris.
Una vez que el usuario hace el escaneo y completa así la validación de su identidad, puede disponer de los bonos en criptomonedas que otorga la aplicación.
El usuario básicamente se para unos segundos frente a una esfera plateada con cámara incorporada, que parece sacada de una vieja película de ciencia ficción.
Tras un breve resplandor circular, la máquina detecta que es un humano verdadero y no un robot, y luego le entrega en su billetera digital una transferencia de tokens.
Y esta entrega de monedas digitales se hace por el simple hecho de ser humanos «verificados».
Según quienes están detrás de esta tecnología, que prefieren llamar ‘proyecto’, el orb fue creado como una herramienta que pueda identificar a los humanos reales y a los ‘bots’, en tiempos en que la inteligencia artificial está ganando terreno.
Vigilada en varios países
La empresa es estrechamente vigilada por reguladores en varios países, la gran mayoría en Europa. España y luego Portugal ordenaron sucesivamente a Worldcoin suspender la recolección de datos biométricos hasta completar sus investigaciones.
Para Worldcoin, no se trata de una «transacción» de iris por dinero, sino de los primeros pasos hacia la construcción de «la red financiera y de identificación más grande del mundo».
Aseguran que es una suerte de pasaporte digital que funcionaría gracias al blockchain, permitiendo a los usuarios demostrar su identidad en línea sin compartir otros datos personales.
El blockchain tiene sus detractores y fanáticos: esta tecnología es una cadena de datos que construyen los usuarios dedicados a minar criptomonedas, y que aspira a estar fuera de las regulaciones de la banca formal.
Precisamente, esa falta de regulación ha hecho que el mercado de las criptos sea una especie de ‘viejo oeste’, y se den paso a estafas financieras como las de FTX, o la volatilidad de la bitcoin.
Además, para minar bitcoins se necesitan grandes cantidades de energía eléctrica, debido a los servidores utilizados, lo que en tiempos del cambio climático no resulta una buena idea.
Ojo con la protección de datos
Una vez que el orb lee y construye el código del iris, elimina la imagen, asegura el representante de Tools for Humanity, Martin Mazza.
Según Mazza, la privacidad de los datos es uno de los pilares de la plataforma, pero restan dudas sobre el poder que tiene la empresa sobre la información del iris de una persona, y más aún qué puede hacer con esta data.
«Creamos un protocolo con el que podemos saber que las personas que forman parte de esta red son humanos, no queremos saber su identidad», dice Mazza.
Durante el proceso de escaneo del iris, la plataforma no acumula el nombre, carnet de identidad, fecha de nacimiento o sexto del usuario, indican sus creadores.
Además, prometen que la información del iris se almacena en una especie de bóveda, que solo puede abrir el usuario usando su código personal.
Por qué los riesgos están en el iris
El iris de un ser humano contiene información muy sensible, unívoca y que se mantiene inalterable a lo largo del tiempo.
Es un dato biométrico único y en teoría seguro, puesto que una contraseña o clave se puede vulnerar, pero no así el ojo de un ser humano.
Por ello, los expertos advierten de los riesgos de la tecnología, porque si los datos numéricos del iris se comprometen o comercializan, el mundo entero se enfrenta a un dilema ético y financiero.
«Si los sistemas que almacenan la información codificada (del iris) son vulnerables y los ciberdelincuentes llegan a tener acceso a los datos, tendrían la capacidad de suplantar la identidad de una persona si pueden relacionar los datos con las personas reales», alertó el profesor de la Universidad Oberta de Catalunya , Eduard Blasi, en una entrevista con el medio Expansión en febrero de 2024.
Código abierto pendiente
Cuando Worlcoin arrancó, se anunció que la plataforma sería de código abierto, es decir, para que cualquiera pueda ver cómo funciona.
En eso se incluye al software del orb, una de las partes más polémicas, pero en la página oficial aparece que el proceso para abrir el código del orb sigue «en curso».
Sobre esto, Mazza dice que no puede dar una fecha para conocer cuándo la plataforma en su totalidad estará abierta a desarrolladores, programadores o curiosos.
Aunque, señala que ya existe «una página con un mapa que te muestra qué componentes ya son ‘open source’ y cuales no».
Segun Mazza, la información sobre el orb ya es gran medida de código abierto: «Por ejemplo, lo son los materiales para ensamblar el ‘hardware’, y el 99% del código, que utiliza el orb, es de acceso público».