Celso de Oliveira: “Venezuela es mi vida”

Si Celso de Oliveira caminara al lado del papa, la gente preguntaría: “¿Quién va al lado de Celso?”, le bromean los amigos aludiendo a la popularidad del brasileño.

Su pasión por el fútbol comenzó en las playas de la ciudad de Río de Janeiro, donde jugaba descalzo y hacía caimaneras todos los días después de la escuela. Formó parte, entre otros, del Club Fluminense, la Selección Militar de Brasil y el Pelé Soccer Camps, donde forjó una gran amistad con el astro brasileño.

Llegó a Venezuela por primera vez en el año 1962 para jugar durante siete meses un campeonato en la Universidad Central de Venezuela. Regresó a su natal Río de Janeiro, pero, asegura, no eran pocos los jugadores que querían venir al país, atraídos por el auge del balompié venezolano y la bonanza económica.

Ya siendo miembro del Vasco da Gama, le ofrecieron participar en otro campeonato en Venezuela. “Voy una sola temporada y regreso”, afirmó De Oliveira, sin saber que no cumpliría. “Es muy similar la forma de ser del venezolano y del brasileño. Las comidas tampoco difieren; allá se come la feijoada con caraotas y arroz; aquí se come lo mismo. La gente es muy cordial y amistosa, igual que el brasileño. Venezuela es mi vida”, asegura el exfutbolista profesional.

Al tiempo es buscado por el Galicia F. C. con el que firmó un contrato. En sus frecuentes visitas a la Hermandad Gallega conoce a su esposa Mary Carmen, con quien, afirma, se entendió muy bien. “En 46 años no tuvimos ningún problema, eso es otro récord mundial”, señala aludiendo al histórico gol que anotó a los cuatro segundos en el partido Deportivo Italia contra Deportivo Zulia en 1969 en el estadio Pachencho Romero, en Maracaibo. En Venezuela tuvo tres hijos, uno de ellos, Daniel de Oliveira, dedicado al deporte como instructor de la FIFA.

Desde 1966 se dedica a la enseñanza del fútbol infantil en el país. Durante 34 años fue instructor de esa disciplina en el Colegio Claret, luego profesor de Educación Física y coordinador de otros deportes, y logró varios campeonatos en el estado Miranda. Desde 2001 se dedica a la Escuela de Fútbol Todos Estrellas, donde comparte con los alumnos su experiencia. “Los niños venezolanos son muy educados y buenos. He hecho una linda amistad con ellos y sus padres”.

«Me siento muy venezolano. Aquí hice mi vida, mis hijos, mis amigos. Venezuela es un pueblo alegre»