Caminar cambia las reglas del alzhéimer
Caminar cambia las reglas del alzhéimer unos pasos al día bastan para frenar la chispa que enciende la enfermedad. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página para poder ayudarte. También puedes participar en el WhatsApp Ecuador.
La regla de los 10.000 pasos es realmente clásica, y se ha convertido en el objetivo por defecto de los smartwatches y las pulseras de actividad. Y aunque intuimos que caminar es bueno, la ciencia sigue dándonos la razones para ir a dar un paseo, y sobre todo cuánto tiempo hay que invertir en esto. El último hallazgo ya apunta a que andar puede tener una conexión sorprendente con un declive cognitivo más lento y las proteínas del alzhéimer.
Por qué es importante
El alzhéimer es una enfermedad que sin duda es devastadora por los síntomas que va generando tanto en el paciente y la afectación a los familiares. A día de hoy todavía se sigue investigando el origen de la enfermedad, y sobre todo buscando dianas terapéuticas que nos permita crear un tratamiento que cure la enfermedad, ya que a día de hoy solo tenemos medicamentos para paliar algún síntoma y tratar de frenar un poco la enfermedad. Pero nada milagroso.
Pero otro punto de la investigación también se centra en la prevención. El problema de no entender perfectamente por qué se origina la enfermedad, hace que haya que buscar remedios de prevención, como por ejemplo andar, tal y como ha demostrado este estudio, pero que se suma a otros que ya se han visto como por ejemplo la educación.
La clave
El estudio, realizado por investigadores del Harvard Aging Brain Study (HABS), siguió a 296 adultos mayores cognitivamente sanos durante un largo período, con un seguimiento de hasta 14 años en algunos casos. A diferencia de muchos estudios que se basan en la memoria de los participantes (que son poco objetivos), este utilizó rastreadores objetivos (podómetros) para medir el número real de pasos diarios.
Paralelamente, escanearon sus cerebros buscando las dos proteínas «villanas» del alzhéimer: el beta-amiloide (Aβ) y la tau. El amiloide forma placas fuera de las neuronas, mientras que la tau forma ovillos dentro de ellas, matándolas. Es literalmente la basura que no se puede eliminar del cerebro y que se comienza a acumular en las neuronas y el espacio que hay entre ellas. Esto hace que literalmente se mueran por acumulación de basura en su interior y comience a generar los síntomas clásicos.
Los resultados
La primera noticia que nos encontramos es que caminar no permite tener ‘limpias’ las neuronas de la palca amiloide.
Pero lo importante en este caso es que las personas que ya tenían niveles elevados de amiloide, la actividad física estaba asociada a una acumulación más lenta de proteína tau en una región clave del cerebro: la corteza temporal inferior. Y esto ha sido fundamental para ver que el declive cognitivo era mucho menor.
En resumen: el amiloide puede ser el fósforo, pero la tau es la gasolina. La actividad física no apaga el fósforo, pero parece que dificulta que la gasolina se prenda dentro de nuestra neurona. Es una nueva forma de frenar el alzhéimer.
Un número mágico
La pregunta que nos podemos hacer en este caso es clara: ¿cuántos hay que andar para conseguir este efecto protector en tau? Los investigadores, tras dividir a los participantes en diferentes grupos según su actividad física viendo una ‘relación curvilínea’.
Esto significa que los beneficios no aumentan infinitamente. El salto más grande en la protección (ralentización de la acumulación de tau y del declive cognitivo) se vio al pasar del grupo ‘inactivo’ al de ‘actividad baja’.
Sobre los datos, hacer entre 5.000 y 7.500 pasos ya ofrece un beneficio significativo, haciendo que pasar de los 7.500 pasos no ofrezca un beneficio añadido o una protección adicional. Y es por ello que ya tenemos el número mágico que deberíamos hacer a diario en nuestros paseos.
Un objetivo más realista
Esta es una noticia fantástica. Para muchas personas mayores o sedentarias, la meta de 10.000 pasos puede parecer desalentadora e inalcanzable. Este estudio da un pequeño respiro y rebaja este objetivo (siempre hablando de la protección neurológica) hasta los 5.000-7.500 pasos. Aunque esto no se correlaciona con los pasos recomendados para tener una cardioprotección.
Los autores concluyen que dirigirse a la inactividad física es una estrategia clave para futuras intervenciones. Y para los ensayos clínicos, sugieren que lo más eficaz sería inscribir preferentemente a individuos sedentarios que ya muestren amiloide elevado en sus cerebros, ya que son el grupo que más se beneficiaría.






