Bikes vs Cars ¿confrontación o reflexión?
Bicicletas contra coches ¿Quién ganará la batalla?
Continua mi aventura en la península escandinava y finalmente se me hizo ver uno de los documentales más cacareados dentro del Festival Tempo de Estocolmo: Bikes vs Cars.
Por mucho, es la película de la que más se en Suecia e incluso se proyectó en el parlamento de Estocolmo como una iniciativa del Partido Verde; el de Suecia claro, no de la mamarrachada de Partido Verde que conocemos en nuestro país.
Pero Bikes vs Cars, o coches contra bicicletas, no es sólo un documental dirigido por el activista sueco Fredrik Gertten sino se trata también de uno de los proyectos más exitosos financiados recientemente a través Kickstarter.
Es mi tercer dia de pláticas y conferencias en Tempo Festival y si hay una palabra que se repite con frecuencia todas las charlas, es la «narrativa», y no se refiere únicamente a la que vemos en pantalla, o a la manera en la que podemos contar una historia, sino a la narrativa de nuestras vidas. ¿Cómo es que nos enseñaron a percibir el mundo? ¿Por qué seguimos adoptando patrones y conductas sin cuestionarnos más allá del «por que así se acostumbra»? y sobre todo, ¿por cuanto tiempo podremos seguir pretendiendo ignorar los radicales cambios que están ocurriendo en el mundo?
Migración, racismo y discriminación no son problemas exclusivos de México ni de Suecia; lo mismo ocurre con la movilidad, un tema que solemos menospreciar sin darnos cuenta del gran efecto que tiene en nuestras vidas. Peor aún, ver como para beneplácito de muchos intereses, la discusión se termina atascando en una terrible confrontación entre coches y bicicletas; automotores contra ciclistas. Accidentes, golpes, amenazas y mentadas de madre son cosas de todos los dias, pero ¿acaso la confrontación no tendría que ser contra los gobiernos y los responsables de planear ciudades poco prácticas para la movilización de sus ciudadanos? ¿Contra aquellos delegados que siguen expidiendo permisos para construir torres y multifamiliares en zonas que no están habilitadas para recibir dicho impacto demográfico?
Está claro que la confrontación entre coches y bicicletas no ha servido para solucionar el problema, sino para reforzar los estereotipos: «Los ciclistas son un peligro», «las calles están hechas para los coches», «los ciclistas no tienen la prisa que tengo yo», «los conductores son unos salvajes», «la bicicleta es para pasear en la alameda», etc.
Como bien señalan especialistas, al día de hoy ninguna ciudad ha logrado resolver sus problemas de movilidad a través de los autos particulares; por el contrario, se siguen construyendo calles, avenidas, puentes y segundos pisos para agilizar el tránsito, cuando el paso de los años nos ha mostrado que a más caminos, carreteras, puentes y segundos pisos, también hay un mayor volumen de autos, más zonas de congestionamiento vial y por consecuencia mayor contaminación.
Lo más deprimente, son los esfuerzos estériles que se realizan por parte de los gobiernos. Por ejemplo, ¿no es irónico que cuando aumentan los índices de contaminación en nuestro país, lo primero que se nos prohibe son las actividades al aire libre, antes que prohibir el uso del auto?
La noticia en China esta semana es la prohibición del gobierno, para que se proyectara el documental «Bajo la Cúpula» o «Under The Dome» que retrata el grave problema de contaminación por el que atraviesa la nación asiática es otra señal de que algo estamos haciendo muy mal, no por manejar un auto o una bicicleta, sino por seguir permitiendo que estas discusiones lejos de unirnos en busca del bien común nos terminen dividiendo sin una solución.
Insisto en que el tema va mucho más allá de ciclistas contra automovilistas o viceversa, y si hay una reflexión que nos debe dejar este ejercicio, es justamente pensar ¿cuál es el mundo y la vida que queremos tener en dos, cinco, diez o treinta años?