Baterías de estado sólido, coche eléctrico apuesta por ellas
Baterías de estado sólido, coche eléctrico apuesta por ellas. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace.
Una de las técnicas por las que más se direcciona al coche eléctrico del presente y del futuro son las baterías de estado sólido. Una tecnología de las que el sector al completo se está movilizando para que en pocos años podamos tener con ellas las mejores disposiciones, también económicas, que se antojan como mejor solución que las de litio actuales. Pero, ¿qué son y de qué tratan estas unidades de almacenamiento?
Las marcas se dirigen a las baterías de estado sólido
El futuro del coche eléctrico está inevitablemente unido al desarrollo de las tecnologías involucradas en la puesta a punto de las baterías. Y es que este componente, además de condicionar indirectamente las prestaciones de los vehículos, y de una manera directa y rotunda su autonomía y la experiencia que nos proponen a los usuarios, acapara aproximadamente el 40% de su coste.
Y ahí, las baterías de estado sólido se hacen ver como las más propicias. Lo están haciendo las grandes marcas de automóviles, que están invirtiendo en empresas que llevan años de investigación a sus espaldas. Es verdad que le queda algún tiempo más de desarrollo, pero ya son varias las marcas que han hecho por dirigirse directamente a ellas.
De hecho, firmas como Kia o Hyundai ya tienen su propio desarrollo de este tipo de baterías de forma conjunta con la empresa norteamericana Factorial Energy, las cuales, como Toyota, se posicionan bien para la intención de crear un coche eléctrico hecho con este tipo de baterías en años cercanos. Una tecnología que es más fiable y duradera que la de iones de litio que ya conocemos, pero de la que tiene otros varios pros.
De qué tratan
Como hemos dicho, fabricantes como Toyota, por ejemplo, creen que antes de 2025 podrían lanzar al mercado un coche eléctrico equipado con baterías de estado sólido (después de su primer 100% eléctrico para este verano, el bZ4X). Es más; es en este tipo de países asiáticos como los de Japón o Corea del Sur donde ya se comercializan algunos pocos smartphones con este tipo de tecnología, como Samsung.
Con el objetivo de conseguir baterías mejores que las actuales de litio y a menor coste, estas vienen a sustituir un tipo unidades que han conseguido un buen nivel tecnológico, con ya importantes autonomías. Pero para conocer las nuevas tenemos que entender las anteriores.
Como tal, estas de litio están fabricadas a base de celdas de almacenamiento de energía llenas de electrolito, un líquido que conduce de manera eficiente los iones entre los polos positivos y negativos de la batería. Esta es la solución más extendida en la actualidad, pero el electrolito es altamente inflamable y supone un riesgo tanto en un accidente o durante una carga rápida, ya que las baterías se calientan sobremanera a altas potencias de carga. Para su solución se centran las de estado sólido, baterías con electrolito sólido que eliminan ese riesgo y, por tanto, son un componente más adecuado para la movilidad.
Entre sus grandes aportes, en ella destaca muy mucho la de la reducción de costes, que permitirá abaratar el precio de los coches eléctricos, rebajando un 40% de los costes de las que cuestan las actuales. Otra de sus promesas se centra en su mayor densidad energética, donde estas permiten ofrecer hasta un 70% más de energía por unidad de volumen en comparación con las ya existentes de electrolito líquido.
¿Son algo nuevo? No del todo
Por su parte, y como algo a tener en cuenta, es que estas baterías de estado sólido no son algo nuevo, sino que han sido utilizadas para fines comerciales desde los años 70. Sin embargo, actualmente se plantean como una interesante alternativa a las baterías de iones de litio líquidas convencionales.
Esto es, además, por su tamaño, del que es otro aspecto que ganan notablemente. Y es que, gracias a que serán más pequeñas y ligeras, se calcula que aumentarán la autonomía en un mínimo del 30%. Por otro lado, las recargas serán más rápidas para reducir considerablemente los tiempos necesarios.
Por otra parte, como es lógico con la situación actual de esta tecnología, lo que deben resolver las marcas involucradas en su desarrollo es la necesidad de poner a punto una química relativamente nueva que haga posibles las mejoras anteriores, todo sin comprometer la estabilidad y la longevidad de las mismas. Con todo, y siempre que se pongan a punto, estas pueden ser la última de las piezas que hagan firme al coche eléctrico en nuestras calles.