En Manta siembran plantas por 54 mujeres, víctimas de femicidios en Ecuador
«Basta ya, actúa», «Este cuerpo es mío, no se toca, no se viola, no se mata», «Somos el grito de las que ya no tienen voz» eran parte de las frases que se leían en cartones y cartulinas que se colocaron, el viernes 31 de julio, en los adoquines de la plaza cívica de Manta.
Aquello como parte del programa denominado Plantón con plantas, con el que activistas buscan llamar la atención para que se haga conciencia del problema y se reduzcan los casos de femicidios, que siguen en Ecuador.
Solo hasta el 30 de junio de este año, la Fiscalía General había receptado en Ecuador 29 denuncias por femicidios (se mata a una mujer por el hecho de serlo o por su condición de género), además de 36 asesinatos (se planifica con anterioridad) y 12 homicidios (se mata en el momento, sin planificarlo) contra mujeres.
En Manta se sembrarán 54 plantas porque ese es el número de mujeres que han sido víctimas de femicidio en Ecuador en lo que va del 2020, según los registros que llevan grupos activistas.
El Municipio de Manta, la Comisión Permanente de Igualdad y Género de este cabildo manabita, y la Red de Atención y Prevención de Violencia Intrafamiliar desarrollaron este programa que se ejecuta por primera ocasión.
En cada siembra se inscribirá el nombre de cada una de las 54 mujeres asesinadas por sus parejas, esposos o convivientes.
Jenny Delgado, integrante de la Fundación Río Manta y miembro de la Red de Atención y Prevención de Violencia Intrafamiliar, cuenta que esta actividad busca generar un mensaje a la ciudadanía de que las mujeres son vida y que se las debe tratar con respeto y equidad, sin golpearlas, maltratarlas ni llegar a los femicidios, la expresión más extrema de la violencia contra ellas.
«La iniciativa invita a representantes de instituciones, colectivos y defensores de derechos de mujeres a que siembren una planta o un árbol y que le dé el nombre de una de las 54 mujeres que ya llevamos asesinadas en este 2020, y que este sea el compromiso para erradicar la violencia contra las mujeres y los femicidios en el país», dice Delgado.
De los femicidios, uno se ha registrado en Manta. Ocurrió el viernes 24 de julio en la parroquia Los Esteros, cuando Marjorie Lorena Castro Cedeño fue asesinada por su conviviente en el lugar donde ella trabajaba, dejando en la orfandad a tres menores de edad. Luego la pareja de la mujer decidió suicidarse.
Jefferson Pihuave, concejal de Manta y presidente de la Comisión Permanente de Igualdad y Género de este cabildo, lamenta aquel incidente y dice que lo que se busca es la sensibilización, para que hechos como este no se repitan.
«Es una tarea muy amplia, el reto es titánico a raíz de los eventos recientes (como el femicidio contra Castro). La única finalidad es que la ciudadanía tenga herramientas y esto ya no suceda, y no cobre más vidas», menciona Pihuave.
La Fundación Río Manta también apoya a las mujeres que deciden poner un alto y alejarse de sus victimarios. Así, el año pasado, por ejemplo, presentó el libro Realidades de mujeres que rompieron el silencio de la violencia, en el que se expusieron catorce historias contadas por mujeres que sufrieron distintos maltratos.
Una de esas historias es la de Marisol Zambrano, ahora de 42 años. Ella se unió al padre de sus tres hijos cuando tenía 17 años. Ahí estaba embarazada de su primogénito.
Los primeros días, recuerda, fueron de amor y color de rosa, pero con el paso de las semanas y de los meses su pareja comenzó a gritarle y a minimizarla. Ella dejó de estudiar y de hacer otras actividades.
Se sentía enjaulada, rememora. Su pareja incluso la obligó a abortar a uno de sus hijos, pero las pastillas que tomó en el pasado no surtieron efecto y la niña nació. Se separó de ese hombre, pero luego regresó.
Finalmente, hace quince años decidió separarse por completo de aquel hombre.
«El tema de la violencia contra la mujer es un círculo que se inicia con pequeñas acciones. Se detecta en el noviazgo, cuando el novio le empieza a controlar a la chica, le controla con quién sale, quiénes son sus amigos, quién le llama, qué mensaje tiene en el teléfono, la va alejando poco a poco de su círculo social, esas son señales de que en el matrimonio vamos a vivir una violencia extrema», expone Delgado. (I)