‘Barrieron’ con fumones y rescataron el barrio

Jugaba con una pelota en media calle. Era Félix Santiago, un niño de 8 años y de contextura delgada. Junto a él estaban cinco pequeños de su misma edad.

Desde hace muchos años, en el bloque 4 de la cooperativa Unión de Bananeros, en el Guasmosur de Guayaquil, los chicos no podían salir a la calle por el peligro que representaba el sector, al que se lo denominó ‘callejón de la muerte’.

Precisamente porque cada mañana, cuando los moradores abrían las puertas de sus hogares para ir a sus trabajos, se topaban con un cadáver frente a sus casas, “por lo que surgió ese nombre”, dicen los moradores.

El sector se constituyó hace 39 años y por tres décadas vivieron con ese problema, pero hace cinco meses un grupo de dirigentes, apoyados por moradores del sector y la policía, lograron rescatar el barrio y ahora se llama ‘callejón de la vida’, sostuvo Daniel Cruz, presidente del comité barrial.

Ellos pintaron los bordillos de las aceras, sembraron plantas en maceteros hechos de llantas por ellos mismos, ‘barrieron’ con quienes vendían y fumabandroga, tienen una cámara de seguridad instalada por el ECU-911 que vigila al barrio y hasta hicieron un nacimiento y festejaron la Navidad, lo que antes no ocurría.

“Sacamos a los vendedores de droga, a los hacheros, limpiamos el sector y hoy se respira un poco de tranquilidad”, dijo el dirigente, quien es un pastorevangélico.

En agosto pasado, la policía hizo un operativo en ese lugar y desde allí se inició el rescate del ‘barrio caliente’, en el que ya se puede caminar sin temor, indicaron Alba Solís y Azucena González, quienes viven por más de 30 años en esa barriada.

“Esto era un infierno, nadie salía, teníamos las puertas cerradas, daba miedo, pero ahora cambió gracias al apoyo de todos y rescatamos este espacio perdido”, argumentó González, sentada sobre una vereda.

Según Daniel Cruz, el bloque 4 lo conforman 12 callejones. “Hemos embellecido tres por ahora, pero poco a poco iremos rescatando los demás con el apoyo de toda la comunidad, aquí viven unas 800 personas (300 familias)”, refirió el evangélico.

“Esto era terrible, ni la policía entraba”, señaló el dirigente, quien además dijo que los moradores se quedaban hasta la madrugaba haciendo guardia para sacar a quienes expendían y fumaban droga.

“Sacábamos a los ‘clientes’, entonces quienes traficaban ya no tenían a quién vender, lo tenemos saneado, aquí no hay fumones y si alguien viene a consumir, la gente reacciona porque ha visto esa transformación en su sector”, sostuvo el pastor.

Para Nancy Lencina, quien forma parte del comité y del cambio, el espíritu navideño se fue perdiendo por el temor y el miedo. “La gente quemaba sus años viejos e ingresaban a sus hogares, ya no salían, pero eso quedó atrás, hoy luchamos por nuestros hijos y por la tranquilidad del sector”, argumentó.