Apple MacBook Air

Apple MacBook Air (2022), análisis: el mayor rediseño en años no es la única sorpresa del nuevo Air

Tenemos nuevos MacBook Air. Pero nuevos de verdad. Tras el lanzamiento de los modelos basados en el chip Apple M1 en noviembre de 2020, la firma ha querido dar un nuevo y aún más potente puñetazo en la mesa con los MacBook Air M2 (2022). Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram  ingresa al siguiente enlace.

La pregunta, claro, es si lo consigue. Las intenciones aquí son buenas e incluso valientes: Apple renuncia al diseño cuña y convierte este Macbook Air casi en un MacBook Pro ‘Lite’ en el que la delgadez es —junto a un chip M2 con luces y sombras— protagonista. El problema es que aunque lo es en el buen sentido, también lo es en el malo. Veamos por qué.

Adiós, formato cuña: fue bonito conocerte de una Apple MacBook Air

En noviembre de 2020 Apple planteaba su particular revolución en el mundo de los microprocesadores. Presentaba su familia de chips Apple Silicon y su primer integrante, el Apple M1.

formato cuna

Aquel chip debutó en los MacBook Air M1 y los Mac mini M1, pero al hacerlo Apple tomó una decisión singular: los diseños de esas máquinas eran prácticamente idénticos a los que tenían las versiones anteriores basadas en chips de Intel. Los cambios en el diseño externo tendrían que esperar.

Esos cambios llegan ahora. Lo hacen en primer lugar con este MacBook Air M2 que desde luego plantea un cambio importante respecto a un diseño que llevaba con nosotros más de una década.

El formato cuña —que luego vimos cómo otros fabricantes también usaban en sus modelos— desaparece definitivamente y los nuevos MacBook Air tienen un diseño mucho más homogéneo en grosor, quizás menos reconocible.

Eso choca, porque uno podría confundir estos equipos con los MacBook Pro. Estos últimos son más gruesos y desde luego algo más grandes por sus diagonales, pero uno podría pensar tranquilamente que estos MacBook Air M2 son en realidad algo así como unos MacBook Pro ‘Lite’.

Eso es especialmente cierto con el MacBook Pro de 14″ (2021), que si uno observa de frente y cerrado es prácticamente idéntico a este nuevo MacBook Air M2 (2022). Es cuando uno empieza a mirar sus laterales cuando las cosas cambian: mientras que el modelo Pro ofrece una amplia variedad de puertos, el MacBook Air se queda —como antaño— algo corto.

Así, en estos modelos Apple vuelve a centrarse en la conectividad USB-C con dos puertos con interfaz Thunderbolt/USB 4 en el lateral izquierdo y un puerto de auriculares —con soporte de cascos de alta impedancia— en el lateral derecho. Aquí nos hubiera gustado ver al menos un puerto USB-C en cada lateral (o un tercer puerto en el lateral derecho), pero Apple no da opciones aquí. Como siempre, son lentejas.

La buena noticia nos la da el retorno del conector MagSafe, una tecnología que jamás debería haber dejado de estar ahí y que desde luego aporta mucha comodidad y tranquilidad a la hora de cargar el portátil. Esa forma casi mágica en la que el conector se acopla al puerto sigue maravillando como el primer día, y es una gran noticia que Apple nos haya devuelto esta opción.

La mala es que solo tenemos esos puertos. La alegría que nos llevábamos con la vuelta de un buen conjunto de puertos en los MacBook Pro de 14 y 16 pulgadas desaparece aquí, y por no tener no tenemos ni la útil —para muchos— ranura para el lector de tarjetas SD y micro SD.

Una vez abrimos el portátil —la bisagra sigue siendo igual de efectiva que siempre y permite abrir la tapa hasta unos 130º con un solo dedo— nos encontramos con esa nueva pantalla Liquid Retina —hablamos de ella más adelante— y también un teclado de tamaño completo que parece exactamente el mismo que el del MacBook Pro de 14 pulgadas.

Hay una pequeña diferencia, no osbtante: entre las teclas el color no es negro, sino es el color del chasis elegido por el usuario. La retroiluminación sigue siendo —como era ya la norma en anteriores MacBook— excelente, y el sensor que determina la intensidad de ese apartado se comporta a la perfección.

Atrás quedaron afortunadamente los problemáticos teclados de mariposa, y aquí estamos ante un teclado funcional y con una respuesta estupenda. Las teclas son generosas incluso en la fila superior de teclas de función, y destaca también esa tecla de encendido que dobla su función para convertirse también en un versátil lector de huella dactilar con tecnología Touch ID.

En trackpads hay pocas sorpresas: Apple lleva tiempo siendo referente en este apartado y el del MacBook Air M2 no es una excepción. El tamaño es estupendo, pero también lo son el tacto y respuesta, y aquí la empresa no necesita hacer florituras. Si funciona, ya se sabe, no lo toques.

Nuevos colores y un peso que engaña – Apple MacBook Air

Además de los dos colores ya tradicionales —plata y gris espacial— es posible encontrar el macBook Air en color medianoche y «blanco estrella». Este último es el que hemos probado nosotros, y la verdad, tiene poco de blanco y mucho más de color dorado o champán pálido. Esconde bien las huellas y probablemente también los potenciales arañazos al ser un color claro, pero resulta —a nuestro parecer— menos vistoso que el resto de opciones.

En las dimensiones Apple ha logrado hacer una compactación destacable: es algo un poco más profundo que sus predecesores, pero aquí a Apple parecía interesarle especialmente hacerlo más delgado y ligero.

Los 11,3 mm de grosor hablan por sí solos: este MacBook Air es desde luego más grueso que un iPad Pro (el de 12,9 tiene un grosor de 6,4 mm), pero recuerda un poco a él y la impresión es realmente la de que estamos ante un prodigio de la delgadez.

También estamos ante un equipo que sobre el papel es más ligero que su predecesor: pasamos de 1,29 a 1,24 kg. La reducción es mínima, y lo cierto es que el dato engaña, porque esa compactación extrema del MacBook Air M2 hace que estemos ante un equipo… denso.

Puede ser delgado, sí, pero está claro que el interior está muy aprovechado y al cogerlo puede sorprender que sin ser desde luego muy pesado estemos ante un equipo más contundente de lo que podría parecer.

No soy precisamente fan de esa obsesión por la delgadez que durante años tuviéramos móviles demasiado finos: eso perjudicaba especialmente a las baterías que podían integrar los fabricantes.

En portátiles hay además otra cuestión: esa delgadez puede comprometer la presencia de puertos adicionales, como así ha sido en este MacBook Air M2. Lo de la batería, como veremos más adelante, no es afortunadamente ningún problema.

Pantalla: al MacBook Air le ha salido un notch

A muchos la aparición de la muesca o el ‘notch’ en aquel iPhone X nos pareció horrenda, pero lo cierto es que con el tiempo se convirtió en una buena solución de compromiso para este smartphone y sus sucesores: no solo estaba ahí para la cámara frontal, sino (sobre todo) para reservar sitio para los sensores implicados en ofrecer la tecnología Face ID.

pantalla

La idea de Apple acabó contagiando al mercado y otros muchos móviles acabaron adaptándola rápidamente. Lo hacían por las razones equivocadas y afortunadamente acabaron dejando atrás aquella tendencia, pero en Apple no solo acabaron manteniendo esa muesca en sus móviles: la «exportaron» a otros productos.

Así, vimos el notch en los los MacBook Pro (2021) y ahora, cómo no, en los nuevos MacBook Air. Tanto en los unos como en este otro existe un problema: el notch no resuelve ningún problema en especial. Solo alberga la webcam, lo que hace que su tamaño resulte desproporcionado para cumplir esa misión. No hacía falta tanto.

Pero Apple parece tener claro que esta es la característica definitoria de sus nuevos equipos. Está por ver si se trata de algo transitorio o no —se habla de un hipotético iPhone 14 Pro sin notch— pero lo cierto es que el MacBook Air no necesitaba esta muesca. Afortunadamente la tendencia no ha acabado contagiando a otros fabricantes de portátiles. Al menos, por ahora.

El marco superior —sin contar ese notch— es reducido pero da la impresión que esa webcam bien podría haberse integrado en él, aunque quizás habría sido necesario ampliarlo ligeramente. Sea como fuere este MacBook Air se diferencia también de sus antecesores por ese elemento, y la pregunta, claro, es si molesta o no tenerlo.

Lo cierto es que no lo hace, o al menos no nos hemos encontrado con situaciones en que lo haga. Puede chocar ver cómo el menú de las aplicaciones a menudo «se frena» y llega justo hasta ese punto, pero no es algo grave.

Aquí Apple tiene la ventaja de que en macOS el menú de las aplicaciones no forma parte de la ventana de la aplicación, sino que siempre está integrado en esa eterna barra superior del sistema.

Eso hace que el notch quede en muchas situaciones disimulado, y es algo así como esa vieja cicatriz que tienes en tu cuerpo: no molesta, pero siempre está ahí, rompiendo una estética que de otro modo hubiera sido más uniforme.

Lo que sí es cierto es que Apple aquí ha dado un salto de calidad interesante en cuanto al sensor utilizado para la webcam. Estamos por primera vez ante un MacBook Air con una cámara capaz de grabar a 1080p, lo que hace que junto al procesado de imagen del M2 la calidad de imagen sea mucho más decente.

Los micrófonos también se comportan de forma notable, y lo cierto es que las videoconferencias con este equipo ganan terreno respecto a las que se proporcionaban con anteriores modelos.

Es una lástima que no contemos con la característica Center Stage que permite mantener al usuario siempre encuadrado, y como decimos el tamaño de la muesca parece invitar a que Apple hubiera dado alguna que otra sorpresa aquí. ¿Está preparándonos Tim Cook para un futuro MacBook Air con Face ID? Difícil saberlo, pero desde luego esa webcam, que cumple más y mejor que su antecesora, sigue pareciendo poca cosa para ese notch.

Una pantalla que cumple pero no emociona – Apple MacBook Air

Más allá del debate sobre la presencia de esa muesca, estamos ante una pantalla que decepciona por especificaciones pero que cumple en la práctica. El elevado precio de estos equipos podría hacer pensar que Apple aquí interga pantallas Mini LED e incluso tecnologías de frecuencia adaptativa como Pro Motion, pero en realidad no hace nada de eso.

Estamos aquí ante un panel LED IPS con una diagonal que se estira un poco respecto a los modelos anteriores: llega a las 13,6 pulgadas y cuenta con una resolución de 2.560 x 1.664 puntos. Lo normal sería 2.560 x 1.600 para un formato 16:10, pero al estirar la diagonal también hemos ganado esos 64 píxeles verticales que están íntegramente dedicados a dar cabida al notch a y a esa barra de menú superior.

El comportamiento del panel es impecable gracias en parte a su brillo máximo, que sube a los 500 nits y permite usarlo sin problemas en exteriores.

Trabajar con el MacBook Air M2 incluso con ese sol de justicia que ha sido protagonista este verano es perfectamente factible, y eso es de agradecer. El acabado de la pantalla, eso sí, es brillante, lo que hace que los reflejos puedan dar algún que otro problema.

Es una verdadera lástima (por no decir otra cosa con este precio, insistimos) no contar con soporte Pro Motion, pero al menos sí podemos disfrutar de la tecnología True Tone que permite adaptar la temperatura del panel para que los colores se ajusten más a la sala donde usemos el equipo.

Es también importante destacar cómo los altavoces se comportan de forma decente. Aquí Apple ha aprovechado el teclado, pero también unas pequeñas rejillas en la bisagra que apenas se pueden ver cuando desplegamos la pantalla. Desde esas rejillas el sonido se refleja en la pantalla para llegar al usuario.

La calidad del sonido es buena: el volumen máximo es adecuado y no presenta demasiadas distorsiones, aunque los graves son un poco más bajos de lo que nos gustaría. Aún así y dado el espacio disponible, el comportamiento es notable. Además está la posibilidad de usar la toma de auriculares e incluso de conectar modelos de alta impedancia para ganar aún más enteros en ese terreno, algo que es de agradecer.

Conectividad y puertos: limitaciones discutibles

En la hoja de especificaciones de estos nuevos MacBook Air M2 hay varios elementos que llaman la atención, y no precisamente de forma positiva. Apple es maestra en sacar a relucir sus virtudes y esconder sus defectos, y este equipo no es una excepción.

conectividad y puertos

Ocurre por ejemplo en el apartado de la conectividad: un equipo que parte de los 1.519 euros debería probablemente aspirar a lo mejor en conectividad, pero estamos ante el soporte Wi-Fi 6 (pero no Wi-Fi 6E) y también ante un estándar Bluetooth 5.0 cuando los competidores suelen integrar chips Bluetooth 5.2.

No es algo especialmente grave, eso es cierto: las tasas de transferencia inalámbricas vía Wi-Fi son respetables y es cierto que la adopción del estándar Wi-Fi 6E es aún lenta, pero no contar con esa opción hace que esta propuesta de Apple sea algo menos ‘futureproof’.

Ya hemos hablado de la escasa oferta en puertos, pero es que además los puertos USB-C presentes cuentan con interfaz Thunderbolt 3 (no 4, con transferencias el doble de rápidas y soporte para más potencia de carga, por ejemplo).

No more Intel Inside!@iFixit reveals Apple finally replaced the last vestige of Intel in their M2 MacBooks. Gone are Intel’s JHL8040R USB4 retimers, replaced by a pair of custom U09PY3 retimers! pic.twitter.com/YwYet9YxDl
— SkyJuice (@SkyJuice60) July 25, 2022

Aquí hay una curiosidad: estamos ante el primer Mac en años que dice adiós a cualquier chip de Intel. No hablamos de los procesadores: ese gigante aún proporcionaba por ejemplo unos controladores para la conectividad Thunderbolt 3 y USB4, pero ahora esos chips han sido sustituidos por alternativas diseñadas y fabricadas por Apple, que rompe así de forma total con su dependencia de Intel.

No es la única limitación curiosa del equipo: los equipos con los chips Apple M1 y M2 —este último incluido— solo ofrecen soporte para un único monitor externo. Uno podría esperar de nuevo que con el nuevo chip y este precio Apple mejorara ese apartado en el MacBook Air M2, pero no ha sido así.

¿Cuál es el problema? Pues como explicaba Hector Martin (@marcan42), máximo responsable del desarrollo de Aashi Linux, los controladores de pantalla de Apple son muy especiales y los chips «básicos» no tienen suficiente espacio en la die. Los M1 Max por ejemplo dedican más silicio a esos controladores que a los núcleos de CPU, pero esa mejora, como explica este desarrollador, no sale gratis en absoluto.

Rendimiento: no decepciona, pero tampoco sorprende

El nuevo MacBook Air es el primero en el que debuta la segunda generación de chips de la familia Apple Silicon. Estamos pues ante el primer producto basado en el Apple M2, un SoC con arquitectura ARM del que llevamos hablando mucho tiempo y que finalmente no ha sido tan llamativo como podría esperarse.

rendimiento

Quizás las expectativas eran demasiado altas tras el lanzamiento en 2020 de los Apple M1. Aquellos chips planteaban una revolución colosal y demostraban por primera vez que un chip ARM podía competir con los chips x86-64 de Intel y AMD en equipos de sobremsa y portátiles.

Las cosas fueron incluso a más con la salida de los M1 Pro, M1 Max y sobre todo los recientes M1 Ultra que llevaban la microarquitectura de esos chips a su máxima expresión en términos de rendimiento. Si querías potencia, esas opciones te la daban.

Los esperados Apple M2 no tienen mucho que ver con esas últimas versiones supervitaminadas del M1. Son de hecho una evolución mucho más tímida de lo que uno podría esperar, y aquí Apple parece no haber querido forzar demasiado la máquina y plantear una mejora iterativa bastante modesta para sus nuevos SoC.

Este Apple M2 llega de momento en dos variantes para el MacBook Air. En todos los casos tenemos una CPU con ocho núcleos, de los cuales cuatro son de alto rendimiento y cuatro de alta eficiencia. Es en la GPU donde la cosa puede cambiar, y tenemos una versión con 8 núcleos y otra con 10 núcleos al que se puede optar en la configuración del equipo previo pago de 120 euros más.

La arquitectura básica no cambia respecto al M1, pero sí lo hacen las frecuencias de reloj: los núcleos de alta eficiencia pueden llegar a los 2,4 Ghz (antes 2,1 GHz) y los de alto rendimiento pueden llegar a los 3,48 GHz (antes 3,2 GHz).

A esa vuelta de tuerca se le une una mejora aún más relevante: el uso de memoria LPDDR5x en lugar de la anterior LPDDR4x, que permite mejorar el ancho de banda de la memoria, que pasa de 68,25 a 100 GB/s. Además es posible configurar estos equipos con hasta 24 GB de memoria unificada (lo que uno llamaría tradicionalmente «memoria RAM») cuando en los anteriores equipos el límite eran los 16 GB.

Con la GPU pasa algo parecido: la arquitectura probablemente ha cambiado sensiblemente —Apple no ha dado datos al respecto—, pero lo que seguro que sí lo ha hecho la frecuencia de reloj, que en los núcleos gráficos puede llegar a los 1.398 MHz cuando en el M1 era de 1.278 MHz.

¿En qué se traduce eso? En mejoras de rendimiento apreciables, pero no espectaculares. Eso se ve en las pruebas sintéticas que hemos realizado, y que podemos comparar con los resultados de un Mac mini M1 y también tanto con el MacBook Pro M2 como con el MacBook Air M2 de 512 GB que analizaron nuestros compañeros de Applesfera.

Una de las pruebas más comunes en este ámbito es Cinebench R23, que permite comparar el avance realizado tanto al poner a trabajar todos los núcleos como uno solo. En multinúcleo el MacBook Air M2 se comporta de forma superior al Mac mini con el M1, pero su rendimiento baja con respecto al MacBook Pro de 13 pulgadas con el M2 que apareció algo antes.

Lo mismo ocurre en la prueba en la que solo trabaja un único núcleo: en ella es evidente que hay ganancia de rendimiento, pero nada especialmente espectacular.

Otra de las pruebas que permiten establecer rápidamente referencias es Geekbench 5, que analiza el rendimiento de la CPU en modo mononúcleo y multinúcleo. Una vez más es evidente que hay mejora en rendimiento en un solo núcleo, y esa mejora se aprecia aún más al ejecutar la prueba en multinúcleo:

El rendimiento de la GPU también sube enteros frente al M1, pero también es interesante ver cómo una GPU de 10 núcleos (como la presente en el MacBook Pro M2 como en el MacBook Air de 512 GB) también hace que esas puntuaciones en el test 3DMark Wild Life también se vean impulsadas.

Es cierto que este benchmark está orientado a dispositivos con iOS/iPadOS —de hecho no se ejecuta en pantalla completa, sino en una ventana que emula el aspecto que por ejemplo tendría en un iPad—, pero es una buena forma de comprobar nuevamente qué podemos esperar del nuevo MacBook Air y su Soc Apple M2.

Aunque los Mac no son máquinas destinadas a jugar, también quisimos probar el rendimiento del videojuego ‘Shadow of the Tomb Raider’ que ya pudimos probar en el Mac mini M1.

En ese título vimos cómo el Mac mini con el M1 lograba mostrar el juego a 27 FPS en 1080p y a 45 FPS en 720p, con detalle gráfico bajo y sin antialiasing. En el MacBook Air M2 el rendimiento subió a 33 y 58 FPS respectivamente, lo que desde luego es una mejora significativa.

El throttling entra en acción (pero es normal)

Aquí hay una situación algo problemática que es importante destacar en nuestras pruebas: estamos ante un equipo refrigerado de forma pasiva. No hay ventiladores, algo que es fantástico por lo silencioso que es el equipo, pero que no lo es tanto cuando necesitamos ejecutar tareas más exigentes durante largos periodos.

throttling

Es en estos casos cuando el Apple M2 flaquea. Lo hace para protegerse, como ocurre en móviles y otros dispositivos con ese tipo de refrigeración: cuando el procesador trabaja mucho de forma continuada se puede llegar a calentar en exceso, y aquí el sistema operativo entra en acción y «frena» a la CPU o la GPU para evitar que se sobrecalienten y puedan acabar dañados.

Es lo que ya conocemos como el throttling, una técnica que es coherente de cara a proteger los componentes de nuestros dispositivos, pero que también puede dar lugar a confusión: el equipo de repente baja de rendimiento y eso puede frustrar a algunos usuarios, pero en el MacBook Air M2 es una técnica que está presente precisamente por el tipo de refrigeración utilizada.

¿Qué provoca ese throttling? Pues que con el tiempo el rendimiento se vea degradado y los resultados que podamos obtener en pruebas sean peores. Para comprobarlo quisimos ejecutar de forma recurrente la prueba Cinebench R23 (Multi) diez veces (cada una se prolonga durante 10 minutos), y al irse calentando el equipo se ve cómo el sistema operativo activa rápidamente el throttling para proteger al SoC.

La pérdida de rendimiento es significativa, y aquí podría ser fácil criticar a Apple por tomar esa decisión. Lo cierto es que el enfoque del equipo hace que esta característica sea la más coherente y lógica: si quieres evitar esas pérdidas de rendimiento la opción es el MacBook Pro 13 M2, que sí tiene ventilador y que no tiene ese problema de throttling.

El problema de la unidad SSD

Durante el tiempo que estos equipos han estado disponibles se ha descubierto además otra peculiaridad del MacBook Air M2. En la versión básica de este equipo se incluye una unidad SSD de 256 GB, pero precisamente en esa versión se hace uso de un único módulo de almacenamiento, cuando en el resto de versiones (a partir de 512 GB de SSD) se incluyen dos módulos SSD.

unidad ssd

¿Qué importa que haya uno o dos módulos? Pues bastante. Al tener dos módulos, ambos pueden trabajar en paralelo, lo que permite acelerar las transferencias de forma muy notable.

Una prueba con la prueba de velocidad de disco de BlackMagicDesign muestra el rendimiento de la unidad SSD tanto en lectura como en escritura, y podemos observar como esas tasas son muy decentes y se acercan a los 1.500 MB/s.

Y sin embargo, esos números son inferiores a los de otros modelos que se benefician de esos dos módulos para ese trabajo en paralelo. Ocurre incluso con el Mac mini M1: la tasa de escritura no cambia mucho, pero sí lo hace la de lectura.

Pero es que la cosa se agrava con los nuevos MacBook Pro M2 o los MacBook Air M2 con otras unidades SSD. Nuestros compañeros de Applesfera probaron el modelo con una unidad de 1 TB y las velocidades de escritura se doblaban respecto al de 256 GB. Las de lectura no llegaban a doblarse, pero eran también claramente superiores.

Estamos pues ante una situación discutible que convierte a los usuarios del MacBook Air de 256 GB en algo así como «usuarios de segunda». Aquí uno podría argumentar que la cosa no es para tanto: alcanzar tasas de lectura y escritura de 1.500 MB/s es un hito notable, así que, ¿dónde está el problema?

Pues quizás no tanto en la transferencia de pequeños archivos, pero sí en otras situaciones. Por ejemplo, puede haberlos al transferir muchos ficheros (o pocos y muy grandes) y necesitamos ganar tiempo, pero en realidad ese no es el mayor conflicto.

Como ya explicamos en ese artículo de usuarios de segunda, el verdadero problema está en el hecho de que macOS hace uso de esa unidad SSD para hacer ‘swapping’: si tenemos muchas tareas abiertas o algunas de ellas son muy exigentes, necesitarán más y más memoria. Y cuando la memoria se acaba —y eso es factible si usamos esos 8 GB del modelo base de forma intensiva— el sistema operativo acude a la unidad SSD en busca de ayuda.

Es ahí donde el uso de una unidad SSD más lenta puede resultar más conflictivo. Las aplicaciones seguirán funcionando, sí, pero lo harán de una forma más lenta que si tuviéramos una unidad SSD más rápida.

La ralentización puede llegar a ser notable dependiendo de la carga de trabajo, y aquí la decisión de Apple de usar ese tipo de «módulo simple» para el modelo de 256 GB es discutible. De hecho casi nos obliga a no recomendar ese modelo y dar el salto a uno con unidad de 512 GB, lo que hace que tengamos que pagar otros 230 euros. Malas noticias.

Silencioso y eficiente como pocos

Los problemas de throttling son una mala noticia (o al menos regular), desde luego, pero para compensarlos sobradamente está el hecho de que el MacBook Air M2 es un equipo absolutamente silencioso.

La ausencia de ventiladores hace que podamos disfrutar aquí de esa ausencia total de ruido, y eso es ciertamente una bendición para quienes buscan ambientes de trabajo tranquilos.

Las noticias en el ámbito de la gestión de temperatura no son tan buenas. Esa refrigeración pasiva funciona, desde luego, y el throttling es una buena forma de evitar sobrecalentamientos.

Pero lo que no se evita es que el equipo se caliente de forma apreciable tanto en la zona central del teclado como, sobre todo, en su parte central inferior. Eso hace que si somos de los que apoyamos el portátil en las piertas, podamos acabar teniendo una sensación clara de calor en ellas por culpa de esas temperaturas.

El problema, eso sí, aparece cuando le exigimos mucho al MacBook Air, y ciertamente si estamos con tareas ligeras las temperaturas son más reducidas y no hay aquí molestias al usarlo sobre las piernas.

Lo que sí que sigue siendo sobresaliente es la autonomía del equipo. Es cierto que la mayor diagonal, resolución y brillo máximo de la pantalla pueden condicionar ligeramente esa autonomía, pero aún así nos encontramos con una batería que aguanta fácilmente 11 u 12 horas de trabajo a brillo medio y con la conexión Wi-Fi activada.

El tiempo de carga es de unas 2,5 horas al cargarlo con el adaptador de 30 W, aunque aquí Apple ofrece la opción de comprar el adaptador de 67 W para carga rápida —que reduce ese tiempo a menos de la mitad—.

Y aún así, el MacBook Air M2 (2022) rinde muy bien

Todo este análisis del rendimiento y limitaciones del MacBook Air revela cómo Apple ha hecho ciertos sacrificios más o menos discutibles en este nuevo equipo. Uno puede estar más o menos preocupado por lo poco o mucho que ha ganado en rendimiento el M2 frente al M1, y también —desde luego— por el throttling o los conflictos con el modelo con SSD de 256 GB.

rinde muy bien

Personalmente no me gustan mucho esas decisiones: hubiera preferido un MacBook Air algo más grueso y con ventilador (y más batería), por ejemplo. Eso parece saberlo Apple, que ofrece el MacBook Pro M2, pero lo hace sin MagSafe o la webcam 1080p, por ejemplo. Ese problema es menor, pero lo que desde luego hubiera preferido es que esa «argucia» con las unidades de 256 GB no se hubiera usado en este equipo y menos a este precio.

Y sin embargo, todo ello queda un poco en segundo plano en un uso real del equipo. Y en ese uso, el
MacBook Air M2 (2022) se comporta de forma impecable.

Ya lo dijimos en el caso del MacBook Air M1, y lo que era cierto entonces, sigue siendo cierto hoy: era difícil poner en aprietos a aquel equipo, y sigue siendo difícil poner en aprietos a este. El SoC mejora en prestaciones y los tiempos de respuesta y ejecución serán mejores, y estamos ante un equipo que está más que preparado para prácticamente cualquier usuario de a pie: no hablamos ya de poder navegar, ver contenidos en streaming o usar alguna que otra aplicación algo más intensiva.

Hablamos de usar este equipo para programar o para trabajar en edición de vídeo, diseño 3D o incluso virtualización (aquí mejor ampliar memoria unificada). Evidentemente si somos usuarios intensivos en estas facetas será mejor acudir a modelos superiores como los MacBook Pro de 14/16 pulgadas, pero el MacBook Air puede ser una máquina de trabajo más que versátil.

Hemos usado DaVinci Resolve para editar un vídeo —no demasiado complejo, cierto— con clips grabados en 4K a 60 fps y no hemos notado problemas, pero es que además nuestro compañero Pedro Aznar usó el equipo con algunas aplicaciones de diseño y arquitectura y también pudo comprobar cómo el MacBook Air M2 se comportaba de forma más que notable.

Así pues las limitaciones y los cortapisas impuestos por Apple existen desde luego, pero es (muy) difícil apreciarlos en el día a día salvo que comparemos el rendimiento de este equipo con el de modelos superiores. El problema real del MacBook Air M2 no está en realidad en su capacidad para ofrecernos un portátil de trabajo eficiente y versátil, como veremos más adelante. El problema es otro.

Apple MacBook Air M2 (2022), la opinión y nota de Xataka

Tras todo el análisis, toca hacer repaso rápido y balance. El nuevo MacBook Air M2 es un portátil agridulce. Uno que hace sacrificios inexplicables teniendo en cuenta su precio —más sobre esto a continuación— y que parece justificar ese coste en cambios relativamente poco importantes.

nota de xataka

Para empezar, probablemente quieren justificar el precio con el nuevo diseño, pero en mi opinión debería ocurrir justo lo contrario. Bien por la delgadez, pero estamos ante un MacBook Air poco diferenciable de sus hermanos mayores.

Uno que además introduce el polémico notch —que ciertamente no molesta demasiado, pero que no tiene mucho sentido práctico ahora mismo— y que se queda muy corto en puertos respecto a los modelos Pro. Salvo por la introducción del conector MagSafe —que personalmente me encanta— no veo aquí nada que mejore el diseño de los anteriores modelos. De repente el MacBook Air parece haber perdido su personalidad, pero el tiempo seguramente acabe borrando esta impresión.

En segundo lugar, Apple podría excusarse en el rendimiento. Después de todo, tenemos un nuevo y flamante chip —el Apple M2— como corazón de esta máquina. El problema es que su mejora de rendimiento no es especialmente destacable, y tampoco llegan buenas noticias en cuanto al (necesario) throttling y a la rácana inclusión de una unidad de almacenamiento de segunda división. Aquí de nuevo tenemos un equipo que hace aguas, al menos en su versión base.

Pero olvidemos y perdonemos. Hagamos como si eso no (nos) importara mucho. El nuevo diseño puede gustar a muchos, que además podrán decir que no necesitan más puertos y que la muesta es al fin y al cabo el signo de nuevos tiempos. Insistamos también en lo que acabamos de decir en el segmento anterior: los posibles cortapisas al rendimiento no importan demasiado porque este MacBook Air M2 rinde de forma espléndida y es (de nuevo) un prodigio de la eficiencia.

Pero es que el MacBook Air M1 ya era todo eso. Y la diferencia entre uno y otro, más allá del diseño, es el precio, que parece absolutamente injustificable. Veamos.

La llegada del MacBook Air M1 en noviembre de 2020 fue toda una sorpresa no ya por el rendimiento del equipo, sino por su precio, que partía de los 1.219 euros. No era un equipo barato, desde luego, pero tampoco era especialmente caro: el precio parecía hasta razonable. La cosa cambia radicalmente con este MacBook Air M2, que en su versión base cuesta 1.519 euros. ¿Es ese precio elevado? En nuestra opinión lo es, y mucho.

Han pasado casi dos años, pero la diferencia de rendimiento no es ni mucho menos la que uno esperaría dos años después. 300 euros de diferencia son demasiados euros para poder disfrutar de MagSafe, que diría que es una de las pocas ventajas prácticas reales del equipo. Eso hace que uno piense en el #yaqueestamos. Puede que vayas a comprarte un MacBook y #yaqueestamos no te compres MacBook Air M2 básico sino el de 512 GB. Y #yaqueestamos pases al M2 con 10 núcleos de GPU o quieras 16 GB de memoria unificada.

O ya puestos acabes comprando el MacBook Pro de 14 pulgadas o —insistimos— #yaqueestamos, el MaBook Pro de 16 pulgadas que se pone muy por encima de aquella idea inicial. Ahí hay que reconocer la buena labor de segmentación de productos y precios de Apple que hace que uno quizás no se conforme con el modelo base, algo capado, y apueste por un modelo algo superior.

Probablemente a mucha gente todo esto le dé igual: lo cierto es que el MacBook Air M2 es un portátil estupendo. Delgado, compacto, relativamente ligero y, desde luego, potente y eficiente. Si necesitas un buen equipo de trabajo y estás a gusto con el ecosistema Apple no te equivocarás con este modelo.

Pero es caro. Mucho. Y teniendo en cuenta todo lo dicho en nuestra opinión tiene mucho más sentido apostar por un MacBook Air M1 y ahorrar un buen dinero, o, #yaqueestamos, ir a por un MacBook Pro de 14 pulgadas que ofrece mucho más en absolutamente todos los apartados.