Cuando el Giro de Italia les llega a las comunidades pobres

Andrés Luna Montalvo
Richard Carapaz conquistó el pasado 02 de junio de 2019 la mundialmente reconocida prueba de ciclismo de ruta denominada “Giro de Italia”. La poca familiaridad de la mayor parte de la población ecuatoriana con este deporte, obligó a que la empresa española Telefónica, patrocinadora del Movistar Team, equipo para el que compitió Carapaz el año pasado, hiciera una agresiva campaña de vayas publicitarias y redes sociales, con el mensaje de la trascendencia de haber ganado esta competencia: “Ganar el Giro es como ganar la Champions League”, decía alguno de ellos.
Y tenían razón, el Giro de Italia, junto con la Vuelta a España y el Tour de Francia, son las llamadas “Tres Grandes” competencias del ciclismo Mundial; haberlo ganado, supone uno de los hitos de toda la historia del deporte ecuatoriano. Sin embargo, la cosecha sigue llegando varios meses después. “La Locomotora del Carchi”, como se lo bautizó a Carapaz, es un campesino hijo de campesinos, trabajadores humildes que, por causas del azar, pudieron obsequiarle su primera bicicleta luego de que alguien la desechara como chatarra; la historia de todos los días en los páramos del Carchi, una de las provincias más desatendidas por el Gobierno Central.
El miércoles 26 de febrero, Carapaz presentó su renovado Club de Ciclismo de Alto Rendimiento, en el que cerca de 30 niños, niñas y jóvenes, en su mayoría de escasos recursos, entrenan diariamente para ser los mejores exponentes del ciclismo en el mundo. Niñas y niños de La Playa, El Carmelo y otras distintas parroquias del cantón Tulcán, son seleccionados y compiten nacional e internacionalmente. ¿Financiamiento?, Carapaz acaba de conseguir, a raíz de sus triunfos en Europa, que 17 empresas ecuatorianas aporten mil dólares mensuales por tres años, con el propósito de dar sustento a los requerimientos básicos de esta nueva generación de ciclistas.
Ese es el resultado del Giro de Italia, no se trata de un trofeo embalsamado en una vitrina, sino la oportunidad de abrir los ojos a empresas millonarias para que hagan un pequeño aporte que funciona como una gran ayuda para estos proyectos. Es la función social del deporte, que los éxitos vengan acompañados de oportunidades para los que menos tienen, es darles vida a las medallas, llevar el Giro de Italia a las comunidades pobres. Esos mil dólares aportados, que se labran en minutos en corporaciones gigantes como La Favorita o Telefónica, le están cambiando la vida a familias enteras, ese es el verdadero “Senza Fine”, el auténtico Trofeo Infinito.