La clase inversa: tecnología para crear una pedagogía con sello propio

Tecnología y educación han ido siempre de la mano. Es por eso que muchas empresas se dedican a desarrollar herramientas para el aprendizaje, sobre todo de la programación y también la conciencia de utilizarla de forma adecuada para sistemas como la educación inversa o de investigación y discusión en el aula. En Ecuador existen ejemplos como Tomas Moro o Montebello Academy, ambas son Showcase Schools de Microsoft en Ecuador.

Pudimos conversar con Mariana Maggio la Directora de Programas Académicos para Microsoft Latinoamérica, en el marco de la Expo Innovación de Excelencia Educativa”, organizada por Fundación FIDAL y estas son algunas de sus apreciaciones.

¿Qué es la Clase Inversa?

La clase inversa es una idea que Salman Khan promovió a partir de su proyecto Khan Academy. Al advertir que sus familiares, a los que daba clases de apoyo en línea, grababan estas clase para verlas luego, pudo generar un modelo en el que las explicaciones son puestas a disposición en videos cortos, que se pueden ver al ritmo de cada uno. Su plataforma, con gran suceso de visitas, pone a disposición videos que cubren una enorme cantidad de contenidos y están asociados a situaciones de evaluación diagnóstica y a ejercitaciones. El mismo Khan sugirió que este abordaje podía ser potente para las aulas. Si los videos explicativos se ven afuera del aula, se despeja el tiempo de la clase de la explicación para dejar lugar a otras actividades más lúdicas y creativas llevadas adelante por los estudiantes con apoyo de sus docentes.

El éxito que tuvo la idea de Khan pone en evidencia la importancia de revisar críticamente las bases de la pedagogía tradicional. El tiempo de la clase dedicado a la explicación es una dimensión crítica quedó señalado con fuerza y se volvió materia de debate. Sin embargo vale la pena hacer un señalamiento: la explicación se anticipa, cuando se espera que los estudiantes vean los videos antes de ir a clase. Pero no necesariamente pierde el lugar central que le atribuye la pedagogía clásica, simplemente se ve desplazada en tiempo y lugar. Es por ello que me parece interesante reconocer los aportes de este enfoque pero también resignificarlos desde otras búsquedas. Si queremos que las y los estudiantes construyan conocimiento en colaboración, por ejemplo, tal vez lo más interesante sea partir de un problema real -y no necesariamente de un video- como hacen muchos de los docentes más innovadores y a partir de allí estructurar la propuesta para que los conceptos vayan apareciendo en el momento justo, como parte de la trama de construcción.

¿Cómo se ha aplicado esto en casos ecuatorianos?

Justamente en Ecuador podemos reconocer experiencias donde el modelo se ha resignificado de una manera muy poderosa. En el caso del colegio Montebello Academy, que participa de nuesto programa Showcase Schools, y que he tenido oportunidad de visitar recientemente, el proyecto pedagógico gira en torno de la colaboración. Hay una tarea que se conoce con antelación y estructura aquello que los estudiantes hacen en clase. Cuando los jóvenes entran al aula ya saben para qué van a estar ahí e inmediatamente empiezan a construir colaborativamente en grupos, ayudados por una idea diseño que incluye mesas redondas en todos los niveles. El lugar del docente resulta central en la medida en que va recorriendo mesa por mesa para intervenir en el momento justo en el que el proceso lo requiere. Cuando la clase se aproxima a su fin ofrece una mirada general que reconstruye lo que sucedió y subraya cuestiones centrales. Desde nuestro punto de vista esta es una práctica ejemplar, que lleva la idea de clase inversa más allá para crear una pedagogía con sello propio.

¿Cómo aportan empresas como Microsoft a esto?

Desde hace quince años tenemos una sólida propuesta de programas orientados a reconocer y alentar los esfuerzos que se llevan adelante en materia de inclusión de las tecnologías en las prácticas educativas. Nos hemos centrado en algunas líneas que, creemos, hoy nos distinguen. Por un lado, el reconocimiento de las escuelas y los educadores más innovadores de la región. Son muchos quienes ya están innovando y cambiando la vida de sus estudiantes y comunidades a partir de la creación de más oportunidades. Creemos importante identificarlos, celebrar los proyectos que llevan adelante y ayudar para que muchos otros se sientan inspirados por esas visiones y prácticas. En esta línea alentamos, además, la conformación de comunidades de práctica, entre escuelas y entre educadores, tales como la Comunidad de Educadores de Microsoft y la Red de Escuelas Mentoras de Latam. En estos marcos ofrecemos propuestas formativas pero, fundamentalmente, promovemos la colaboración entre pares. Cada año celebramos un evento mundial, Educator Exchange, en el que educadores de todo el mundo se encuentran para pensar juntos en una educación mejor.

En el caso de Ecuador Microsoft se ha asociado con varias instituciones. Con el CTP de la Prefectura del Guayas donde se ofrecieron cursos vacacionales de programación. Un aliado estratégico fundamental es Fundación FIDAL que destaca la excelencia educativa y nos ayuda a promover el uso de tecnología en las aulas y a generar acciones para que niñas, niños y jóvenes tengan una formación tecnológica actual. En el caso de Girls in Tech trabajamos juntos para promover la programación en sectores marginales de Guayaquil a través del Bus Digital. Y junto a Plan Internacional hemos realizado actividades para incentivar el estudio de carreras tecnológicas en mujeres ayudando a reducir la brecha de género.

¿Cómo ve Microsoft el futuro de la tecnología en las aulas? ¿Por dónde van los desarrollos?

Lo primero que nos preocupa es acompañar a las organizaciones y los docentes para que puedan, incluyendo tecnologías, generar prácticas en sus aulas que sean relevantes en la sociedad contemporánea y preparen a los estudiantes para una inclusión plena. Las oportunidades que se crean a partir de acceso a dispositivos y soluciones deben ser capturadas para que todos puedan desarrollar las que han sido reconocidas como habilidades del siglo XXI: la colaboración, la comunicación, la creatividad y el pensamiento crítico. Por supuesto, de cara al futuro, nos preocupa la integración de las ciencias de la computación en los currículos de la región y hacemos enormes esfuerzos para que niñas, niños y jóvenes puedan tener experiencias donde tomen conciencia de que pueden programar, para que reconozcan la importancia del pensamiento computacional y, también, para que se sientan motivados para elegir carreras tecnológicas. De cara a lo que sigue, por ejemplo, los desarrollos en materia de inteligencia artificial, creemos que tienen que generar más y mejores oportunidades. En términos del trabajo en el aula esto necesariamente tendrá que estar al servicio de los docentes, para que puedan llevar adelante prácticas ricas que expandan el potencial de sus estudiantes, individual y colectivo, para crear un mundo mejor.