De 63.898 personas encuestas en Israel, el 57% dice ser dice ser no religiosa

Israel figura entre los países menos religiosos del mundo, con el 65% de sus habitantes que dicen ser no religiosos o ateos, según una encuesta internacional que revela que el 63% de la población mundial se considera religiosa.

Realizado por Gallup International junto con WIN (Worldwide Independent Network of Market Research), el estudio sitúa sorprendentemente al Estado judío entre los ocho países menos religiosos del mundo, informa este martes el medio económico israelí «Globes».

De acuerdo a la encuesta, realizada en 65 países y con una muestra global de 63.898 personas, en Israel el 57% de los entrevistados dijo que «no era una persona religiosa»; el 8%, que «era un ateo convencido»; el 30% una «persona religiosa», y el 5 por ciento que no sabía o contestaba.

China encabeza de lejos la lista de países menos religiosos del mundo, e Israel se sitúa sólo un punto por detrás del Reino Unido y seis puestos por encima de España, con el 55% de los encuestados que dijeron que no eran religiosos o se definían como ateos.

De acuerdo al diario «Haaretz», el ateísmo está profundamente arraigado en la sociedad israelí y muchos judíos que practican algunos actos religiosos, se consideran seculares.

Por otra parte, en los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza, sólo el 19% de los entrevistados respondió no ser religioso.

De promedio mundial, el 63% afirma ser religioso, mientras que el 22% que no, y el 11% se consideran ateos convencidos.

La tendencia global, de acuerdo a los autores de la investigación, parece indicar que se va en la dirección de una gran religiosidad, y aquellos que se considera disponen de menores niveles de educación son los más religiosos, el 80% de la población mundial. (I)

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Panorama claroscuro de cara a París 2015

Con vistas a la cumbre de París y tras poco más de un mes del décimo aniversario del Protocolo de Kyoto, el primer tratado mundial vinculante de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), Suiza y la Unión Europea (UE) han sido los primeros en presentar sus compromisos para enfrentar el calentamiento global.

La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) estableció que cada país debe presentar la proyección de reducción de emisiones de GEI que se comprometa a cumplir por medio de un documento denominado Contribución Nacional Determinada (INDC, en inglés).

Estas serán sus aportaciones al acuerdo internacional de París, que entraría en vigor en el 2020 para contener el aumento de la temperatura del planeta en 2 grados antes de fines de siglo sobre los niveles del periodo preindustrial.

Suiza, que produce el 0,1 % de las emisiones globales de GEI, la remitió el pasado 27 de febrero comprometiéndose a reducir sus emisiones en el 50 % al 2030 respecto de 1990.

La UE, responsable del 9 % de las emisiones mundiales, siguió el ejemplo suizo. El 6 de marzo aprobó su INDC ofreciendo reducir sus emisiones en el 40 %, lo que generó descontento en varias organizaciones medioambientales. Climate Action Network, por ejemplo, consideró el anuncio de la UE como “una oportunidad perdida para establecer un nivel alto para todos los compromisos de cara a un acuerdo global”.

El año pasado, Estados Unidos, que representa el 12 % de las emisiones mundiales, anunció su intención de reducirlas entre el 26 % y 28 % en el 2025 respecto de su nivel del 2005. Y China, que pasó de emitir a la atmósfera 2.500 toneladas (t) de CO2 en 1990 a 9.900 t en el 2012, prometió no aumentarlas en el 2030.

El futuro del planeta se definirá en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), también llamada París 2015, que se desarrollará del 30 de noviembre al 11 de diciembre, fecha en la que en 1997 se adoptó el Protocolo de Kyoto, que entró en vigencia el 16 de febrero del 2005 y que fue ratificado por 192 de las 196 Partes de la Convención sobre Cambio Climático.

De estas, según los datos preliminares difundidos por la Secretaría, 37 países industrializados más la UE fijaron reducir sus emisiones en un promedio de 5 % y consiguieron, al 2012, una reducción del 22,6 % respecto de los niveles de 1990. Sin embargo, entre 1990 y el 2004 las emisiones abordadas en el Protocolo de Kyoto aumentaron el 24 %.

Los resultados de la disminución de emisiones se publicaron en febrero pasado durante la cita en la que las Partes elaboraron el texto de negociación (Texto de Ginebra) que incluye asuntos de mitigación, adaptación, financiamiento, tecnología, capacitación y apoyo para el acuerdo que se prevé alcanzar a fines de año. Mientras, el planeta aguarda por más aceptaciones de la Enmienda de Doha (firmada en esa ciudad de Catar), que extiende la aplicación del Protocolo de Kyoto a una segunda fase entre el 2013 y 2020 con un compromiso de reducción de emisiones no menor del 18% en relación con las de 1990. Hasta agosto del año pasado, once Partes la habían aceptado. Perú, sede de la COP20, lo hizo en diciembre de ese año y Ecuador en enero del presente año.

Estas aceptaciones son fundamentales para dar impulso a la acción climática global de aquí al 2020. Como anotó Christiana Figueres, secretaria de la CMNUCC, a pesar de los esfuerzos, “las emisiones de gases de efecto invernadero continúan en aumento, amenazando el desarrollo sostenible y poniendo en riesgo a miles de millones de personas durante las próximas décadas”. Por lo que a largo plazo, el acuerdo de París tiene que “promover un cambio de paradigma (…) e iniciar la descarbonización profunda de la economía global para lograr, en la segunda mitad de este siglo, la neutralidad climática”.

El premio nobel de química 1995, el mexicano Mario Molina, también se ha mostrado preocupado. En una entrevista a la agencia Efe, el 4 de marzo, advirtió que si continúa la actual tendencia de emisiones de GEI, existe una probabilidad de uno entre cinco de que la temperatura de la tierra suba 5 o 6 grados en los próximos años. “Estamos jugando a la ruleta rusa con el único planeta que tenemos (…). No va a desaparecer la humanidad, pero sí la civilización y la sociedad como las conocemos”, aseveró.

En tanto, durante la 15ª Conferencia Ministerial sobre el Medio Ambiente celebrada en El Cairo, los países africanos pidieron a la comunidad internacional financiación y “la exportación de conocimientos” para afrontar el cambio climático. Allí, alertó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se deben tomar medidas “de carácter urgente”.

La próxima ronda de negociaciones será en Bonn, Alemania, en junio. Los negociadores identificarán qué elementos del Texto de Ginebra son de naturaleza durable y por lo tanto deben consagrarse en él. (I)

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