¿Cómo ahorrar agua y energía ayudando al medioambiente en Ecuador?

Revisar periódicamente tuberías y adquirir aparatos ecológicos serían opciones

Las formas de reducir el consumo de los servicios básicos son diversas. Hay llaves que vienen con un dispositivo que mezcla aire con agua lo que permite un chorro ancho que en la práctica implica que caiga menos líquido. Están los retretes con doble flujo, uno para descargas pequeñas y otro para las grandes.

Sin embargo, solo el 12% de los hogares ecuatorianos disponía de economizadores de chorro al 2017, según la Encuesta de Prácticas Ambientales en los Hogares del INEC.

Una de las formas de desperdiciar el líquido es por los retretes y las fugas, dice Luis Domínguez, director del Centro del Agua y Desarrollo Sustentable de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol). Pero apenas el 10% de los hogares tenía un inodoro de doble descarga o colocaba una botella dentro del tanque para regular la cantidad de líquido expulsado al bajar la válvula. Y el 41% no revisa habitualmente las tuberías.

Domínguez asegura que el ahorro en el caso del agua no está en la mente y una de las razones es el precio. “En el país se paga solo por tratar el agua, entonces no sentimos la planilla y se tiene la impresión de que el desperdicio no afecta al bolsillo”.

Pero, agrega Domínguez, la importancia del ahorro no solo yace en cuidar el bolsillo sino porque aquello permite que el agua permanezca en el río y cumpla otras funciones. “Si en el futuro extraemos demasiada agua del Daule, que es de donde Guayaquil la obtiene, ese río tendrá menos fuerza y el mar entrará más fácilmente y el río Guayas no será agua dulce sino un brazo de mar más salado”.

La clave para generar una cultura del ahorro de los servicios básicos está en la educación de las nuevas generaciones. Domínguez les dice a sus hijas que el grifo abierto implica que los peces se queden sin el recurso y mueran. “Hay que empezar a mostrar de dónde viene el agua que se toma”.

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La tendencia para el ahorro está en el reúso y la descentralización de los sistemas de tratamiento de las aguas servidas, dice el especialista.

Andrea Fiallos, directora de Fundación La Iguana, concuerda con Domínguez y también afirma que para ahorrar basado en el medioambiente se debe dar buena educación.

Sostiene que las clases sociales bajas tienden a tener una menor conciencia ambiental: “Hay campañas escuetas en los centros educativos públicos, pero con eso no se consigue mucho. El mayor movimiento en defensa de la naturaleza se da en redes sociales, pero las personas de escasos recursos tienen poco acceso a estas plataformas”.

La especialista considera que el nivel adquisitivo de las familias también es un factor determinante a la hora de cuidar los recursos naturales desde los hogares: “Se pueden apagar las luces de los cuartos, utilizar focos ahorradores, son esfuerzos válidos, pero ya cuando se necesita comprar electrodomésticos con tecnologías amigables es más difícil porque no puedes exigirle a una persona que gana menos de un dólar al día comprarlos”.

Según la Agencia de Regulación y Control de la Electricidad, 1’716.208 consumidores del sector residencial pagaron una planilla subsidiada, es decir, la denominada ‘tarifa de la dignidad’ que premia el ahorro de luz. Son quienes consumieron menos de 110 kWh al mes en la Sierra y 130 kWh en la Costa, Oriente e Insular.

El Ministerio de Electricidad informó, en abril pasado a este Diario, que el 36% de usuarios residenciales tiene el subsidio.

Fiallos indica que se debe seguir incentivando el ahorro de energía y agua para que seamos más conscientes de la forma en que utilizamos estos recursos desde los aspectos más simples de la vida. (I)