La fue a buscar y ahora están juntas

Ni cuando los médicos le revelaron que sus pulmones estaban invadidos por el tumormaligno se quebró. “Ella era única y lo va a seguir siendo”, reiteró su hijo Felipe, quien estuvo con ella en Ecuador, donde de cara a la gente, siempre se mostró fuerte, decidida, dispuesta a todo porque los culpables de quitarle a la cuarta, de sus cinco hijos, pagaran por lo que hicieron.

Con esa misma entereza asumió su enfermedad, le dijo a Martina que no se iba a dar por vencida, al igual que no se rindió hasta ver tras las rejas a los sospechosos de lo ocurrido en aquella casita de paredes amarillas, que estuvieron manchadas con la sangre de su nena.

Incluso, apenas recibió el diagnóstico dejó de fumar. “Y ella lo hacía desde los 14 años”, precisó la menor de los hermanos Coni. En las revisiones policiales y reconstrucción de hechos tenía siempre un cigarrillo en sus manos.

No solo eso cambió en la vida de Gladys en los últimos meses. Soltó parte del peso que cargaba por la muerte de su hija y se enfocó en caminar ligera hacia su recuperación.

A la rutina que tenía de continuar indagando, preguntando, buscando pistas a través de las redes sociales, se sumaron las revisiones, los tratamientos, las medicinas… Hasta que una doctora, cuando no consiguió levantarse de la cama del dolor, les anunció que el cáncer había avanzado demasiado.

Pasó su última semana de vida en su casa, rodeada del amor de sus nietos y de sus hijos Felipe, Juan, María Emilia, de Martina y hasta de María José, quien durante ese periodo se le aparecía más a menudo en sus sueños. Pero esta vez era diferente.