Los ires y venires del artista Luis Roldán en su exposición ‘Periplo’

Los ires y venires del artista Luis Roldán en su exposición ‘Periplo’

Luis Roldán (1955) hace parte del grupo de artistas colombianos que, sin dejar a un lado la tradición pictórica, se han inclinado por prácticas e ideas más relacionadas con el espacio y el uso de materiales de todo tipo, representado fielmente en cada exposición: desde motas sacadas de una lavadora comunal, tapetes deshilachados y varillas de acero hasta alfombras y piedras.

Ese tránsito entre conceptos, ideas y formas de trabajar se toma un buen tiempo, y eso queda en evidencia en ‘Luis Roldán. Periplo. Una retrospectiva (1986-2016)’. La exposición viene a engrosar la lista de homenajes en vida que el Banco de la República viene realizando a artistas colombianos como Johanna Calle, José Alejandro Restrepo y Óscar Muñoz, entre otros.

Curada por Nicolás Gómez y Ximena Gama, explora sus diferentes procesos, no de forma cronológica puesto que, como dice el artista, muchas veces trabaja al tiempo en varias obras. Lo hace “para evitar el problema de quedarse en un trabajo”.

Roldán ha dedicado la mitad de su vida al arte. Estudió arquitectura y luego se inclinó por el arte. Se fue a estudiar a Francia y a Estados Unidos, donde vive desde 1998. Allí tiene un estudio, en Nueva York, en el que condensa las ideas que le surgen tras observar hechos cotidianos que suceden en la ciudad.

Aparte de ser una oportunidad para ver juntas obras como Calendario (1996), varias derivadas de Tequendama (1993) o de Parque de la Independencia (2011), hay otro propósito: alterar el imaginario que se tiene de los museos como lugares herméticos y fríos.

“Me parece importante la idea del niño que se voltea y juega con una cosa, luego con otra y después con una tercera, y está en constante movimiento de pensamiento, aprendiendo cómo manejar cada uno de los juguetes. Hay una idea de aprendizaje; cada obra va enseñando, tiene su exigencia y a veces, como uno no tiene la manera de solucionarla, la deja a un lado y espera hasta que tenga la forma de hacerlo”.

Esa idea de aprendizaje se traslada al hecho mismo de asistir a una exposición. Hay piezas que son sillas y en las que uno se puede sentar, porque a él le interesa “que sea una sala o una experiencia atractiva para el público. Y lograr que se vuelva una plaza, que te puedas sentar y que no veas una exposición solo como el hecho de entrar y salir. Que la vivas y recuerdes lo más grato posible. Y que te pregunte y te cuestione, de una manera mucho más intuitiva que intelectual”.

Por eso, en el tercer piso, hay una pequeña sala dedicada a crear, con materiales dispuestos para que cualquiera que quiera experimentar con ellos pueda hacerlo.

En estas tres décadas, el artista ha tenido una serie de movimientos en su obra, viajes y cambios de residencia que de cierta forma se han visto reflejados en su quehacer.

Palabras clave: obra,arte, exposicion ,vida

Ft: tiempo