Pedalean 3.600 kilómetros por una nueva vida

Y aunque para Elizabeth es el peor cambio de temperatura que ha sufrido en la vida, no lo compara con la experiencia de atravesar parte de la cordillera.

“En el páramo aguantamos temperaturas bajo cero, sin tener lugares donde protegernos del frío. Eso ha sido lo más duro que hasta el momento hemos pasado”, sostiene.

Con la ‘chama’ coinciden sus acompañantes, quienes al igual que ella no viajan en bicicletas profesionales pero que son empujados por las ganas de alejarse de la miseria que los acechaba en sus terruños.

William, el mayor del grupo, tiene 37 años y conserva su bicicleta desde que tenía 12. “No me ha fallado y espero conseguir este sueño de llegar a Lima”, comenta. Luego recuerda que también tiene otro impulso para no rendirse: su hijo, de 9 años, quien quedó en su pueblo junto a la madre.