El tejido de paja toquilla se usa en más artesanías

Cuenca –

Coronas y árboles de Navidad, cofres, floreros, botellas, muñecas, bolsos, diademas, aretes, estuches para bolígrafos y otros productos elaborados con paja toquilla atraen en Cuenca a quienes buscan también el tradicional sombrero de toquilla.

Las hábiles manos de las artesanas azuayas crean con esta fibra decenas de artículos decorativos y utilitarios, además de tejer el ancestral sombrero.

Hace seis años, la Unesco declaró al tejido tradicional del sombrero de paja toquilla ecuatoriano como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El pasado 5 de diciembre se cumplieron los seis años de esta declaratoria, y en Cuenca se hizo una feria, en el parque Calderón, para mostrar todo lo que se hace con esta fibra.

Zoila Barbecho, una de las artesanas, cuenta que además del sombrero, los compradores tienen una gran simpatía por los otros productos decorativos. Cada hebra de la toquilla es cuidadosamente tejida por esta artesana cuencana, quien asegura que dedicarse a esto “es un orgullo” porque revaloriza lo que sus padres y abuelos hicieron también décadas atrás.

En seis horas, ella teje una taza y un plato, que no supera los 10 centímetros de largo. Luego lo vende en $ 3 tres, siempre y cuando el cliente no ‘regatee’ (negocie) el precio. “Para el sombrero se prepara la paja y se teje de una sola; en cambio, las artesanías debemos ver cada modelo”, asegura.

Por experiencia, dice, los extranjeros son los que más valor le dan a este arte y los que mejor pagan por su esfuerzo. Los sombreros que elaboran a mano pueden costar entre $ 15 y $ 20, aunque hay otros más finos que superan los $ 300.

El uso de la paja toquilla en productos distintos al sombrero hace que la economía se sostenga y que se dinamice la técnica con productos innovadores. Así considera Fausto Ordóñez, director del Centro Interamericano de Artes Populares (Cidap), quien además mencionó que de cierta manera se refresca el mercado que puede saturarse si todos tejen solo sombreros.

Pero lo que limita el desarrollo de esta actividad es que el comprador, especialmente el nacional, no valora ni paga el precio real por el esfuerzo de elaborar estas artesanías, dicen los tejedores.

“La artesanía no debe verse como un elemento desechable sino identitario, en el que detrás hay seres humanos”, afirma el director del Cidap.

Agrega que si la gente no le da importancia a este producto, en un tiempo no determinado el tejido se verá solo en libros, investigaciones y en piezas de museo. Según información del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, el origen del tejido del sombrero de paja toquilla se dio en Manabí en 1630. (I)