¡El misterio intraterrestre!

Acercarse a ellos, los seres que viven en el mundo interior, es cosa de privilegiados. No cualquiera lo puede hacer. En el libro ‘Aventuras en el Santuario de la Cueva de los Tayos-Seres Intraterrenos’, se narra que en agosto de 2010, dentro de un lugar ubicado en Morona Santiago, cordillera del Cóndor, zona de Coangos, su autor, Nelson Pineda, tuvo experiencias singulares.

Según él, entonces, pertenecía a un grupo que estudia el tema ovni. Así empezó su experiencia en lo que se conoce como “contactismo”.

Considera que la expedición a la caverna de La Unión fue enriquecedora. Para él “pasó de todo en aquella espeluznante incursión”, algo que describe en el documento que redactó como una herencia de su experiencia.

Para el autor fue una experiencia única. Dice que las manifestaciones que dan hacia los seres humanos o los contactados son a cuatro niveles, la primera es una manifestación auditiva, pues escuchamos sonidos o cantos gregorianos (un coro de monjes).

Otra es la holográfica, una proyección de imagen que se presenta en paredes de rocas o en una piedra. También experiencias no visibles, que solo pueden captarlas, con cámaras digitales. Se observan formas de hadas, son seres de la hermandad blanca, narra el investigador.

Dificultades

Pero antes de eso, múltiples experiencias se dieron en torno a su viaje a la citada cueva. Pineda dijo que no fue nada fácil llegar a consolidar el viaje. Tuvo que sortear una serie de inconvenientes y vicisitudes, tanto económicas como de salud. Pero al final lo logró.

Casi ajeno a lo que el destino le depararía, su voluntad por realizar el viaje a la caverna fue más grande que cualquier obstáculo que se presentara.

“La decisión estaba tomada y nada ni nadie haría que desista en ir hacia aquel encuentro que me marcaría un nuevo sendero como expedicionario, investigador y espeleólogo (ciencia que estudia la naturaleza, el origen y formación de las cavernas). Cosas que nunca estuvieron en mis planes de vida”, sostiene en su relato.